: Jack Mars
: Amenaza Principal (La Forja de Luke Stone - Libro n° 3)
: Lukeman Literary Management Ltd.
: 9781094306629
: 1
: CHF 4.40
:
: Krimis, Thriller, Spionage
: Spanish
: 300
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
'Uno de los mejores thrillers que he leído este año.' -- Críticas de Libros y Películas (referente a Por Todos Los Medios Necesarios)   En AMENAZA PRINCIPAL (La Forja de Luke Stone - Libro nº 3), un innovador thriller de acción del número 1 en ventas, Jack Mars, el veterano de élite de las Fuerzas Delta Luke Stone, de 29 años, dirige al Equipo de Respuesta Especial del FBI mientras responden a una situación con rehenes en una plataforma petrolífera en el remoto Ártico.   Sin embargo, lo que al principio parecía ser un simple evento terrorista, se convierte en mucho más.   Con un plan maestro por parte de los rusos, que se desarrolla rápidamente en el Ártico, Luke puede que haya llegado al borde de la próxima guerra mundial.   Y Luke Stone puede ser el único hombre que se interponga en su camino.   AMENAZA PRINCIPAL es un thriller militar inigualable, un viaje de acción salvaje que te hará pasar las páginas hasta altas horas de la noche. Esta serie, precuela de la SERIE DE THRILLER LUKE STONE, éxito en ventas, nos remite a cómo empezó todo, una serie fascinante del famoso autor Jack Mars, calificado como 'uno de los mejores autores de suspense.'   'Thriller en su máxima expresión.' --Midwest Book Review (referente a Por Todos los Medios Necesarios)   También está disponible la exitosa serie, número uno en ventas, de THRILLER LUKE STONE de Jack Mars (7 libros), que comienza con Por Todos los Medios Necesarios (Libro nº1), ¡una descarga gratuita con más de 800 reseñas de cinco estrellas!

Jack Mars es el autor de la serie de thriller de LUKE STONE, número uno en ventas de USA Today, que incluye siete libros. También es el autor de la nueva serie de precuelas LA FORJA DE LUKE STONE, que comprende tres libros (y subiendo); y de la serie de suspense de espías AGENTE ZERO, que comprende siete libros (y subiendo). A Jack le encanta saber de ti, así que no dudes en visitar www.jackmarsauthor.com para unirte a la lista de correo electrónico, recibir un libro gratis, otros regalos, conectarte en Facebook y Twitter, ¡y mantener el contacto!

CAPÍTULO UNO


 

 

4 de septiembre de 2005

17:15 horas, hora de Alaska (21:15 horas, hora del Este)

Plataforma Petrolera Martin Frobisher

Seis kilómetros al norte del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico

Mar de Beaufort

Océano Ártico

 

 

Nadie estaba listo cuando comenzó la matanza.

Momentos antes, el hombre al que llamaban Perro Grande estaba en la baranda, con un mono acolchado, botas con punta de acero, guantes de cuero grueso y una gorra de béisbol de color amarillo desteñido, con la inscripciónHunt Hard en la parte delantera.

Hacía frío, pero Perro Grande ya no lo sentía. Y no hacía tanto frío como iba a hacer. A su alrededor se extendía la inmensidad del Ártico: cielo gris, agua oscura salpicada de hielo blanco brillante, hasta donde alcanzaba la vista.

Fumó un cigarrillo y observó un bote de transporte de personal de doble casco, que se abría camino a través de los témpanos de hielo a la luz sombría de la tarde. No podía llamarse siquiera luz del sol. La cobertura de nubes era constante, como una pesada manta y Perro Grande no había visto un rayo de luz solar durante al menos una semana. Era fácil perder el rastro del sol. Era fácil perder la noción de todo.

—Llegan temprano —dijo Perro Grande en voz alta para sí mismo.

Ese bote no le cuadraba del todo, le producía una sensación incierta en las entrañas. Se parecía mucho al bote que llevaría a los miembros de la tripulación a la plataforma después de un descanso. De hecho, desde allí podía distinguir al menos una docena de hombres en la cubierta del bote, preparándose para desembarcar cuando llegaran al muelle.

Pero los cambios de turno no se producen temprano y los barcos no aparecen sin programación ni previo aviso. Al menos aquí, no. Intentó analizar las posibles razones de la llegada de ese bote en su mente. Pero se quedó colgado de nuevo y el dolor que martilleaba en su cabeza, combinado con la niebla de su cerebro causada por la falta de sueño, hacía que fuera difícil pensar.

No importaba. Todo se resolvería cuando llegaran aquí. Apenas era posible que alguien cometiera un error. Mucha gente en el Ártico no tenía idea de qué día era. Nadie aquí hablaba de lunes o martes o miércoles o jueves. ¿Qué utilidad tendría? Cada doce horas era lo mismo, trabajando o durmiendo, trabajando o durmiendo. El tiempo se mezclaba, se volvía borroso, se desvanecía en el acero duro y el olvido blanco y frío.

Quienesquiera que fueran, sin importar lo que estuvieran haciendo, tendrían que venir a hablar con Perro Grande. Perro Grande ya no era tan malo como antes. Había crecido en la reserva, lo que él consideraba mitad Indio Pies Negros y mitad “Americano”. Y una vez, tiempo atrás, él había sido vilmente malo.

Dos metros de alto, 114 kilos cuando era liviano, 125 cuando cargaba músculo de cerveza. Pasados ​​los cincuenta años, ahora era más calmado, menos rápido de enfadar, posiblemente incluso un poco compasivo. Aun así, él era el hombre más grande de este sitio, tal vez el hombre más grande en el Ártico y esta era su plataforma petrolera.

Perro Grande había formado parte de la tripulación que construyó esta cosa. Durante cinco años, había sido el capataz de la tripulación. Él no era geólogo, no era perforador y no era un ejecutivo con educación universitaria, pero no cometía errores. Había más de noventa hombres en esta plataforma en un momento dado y cada uno de ellos, incluso los jefes, le rendían cuentas.

Era un trozo de acero de quinientos millones de dólares, la plataforma Martin Frobisher, “el Alfil”, como lo llamaban los matones que trabajaban y vivían en ella en turnos de dos semanas. El Alfil era una torre azul y amarilla, plataformas y bloques de maquinaria apilados en lo alto sobre el agujero por donde el taladro entrab