: Leopoldo Calvo-Sotelo
: Un europeísta en la Transición
: Ediciones Encuentro
: 9788490558935
: 1
: CHF 8.10
:
: Politisches System
: Spanish
: 256
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
  El presente volumen recoge una cuidada selección de los discursos y conferencias sobre Europa --en su mayoría inéditos-- pronunciados por Leopoldo Calvo-Sotelo, uno de los protagonistas de la Transición, que siempre se definió a sí mismo como un europeísta. La primera parte del libro ('La entrada de España en Europa') recopila algunas intervenciones significativas durante su periodo en la primera línea de la política, principalmente en su etapa de casi tres años como ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, en los que se encargó de iniciar la negociación de la adhesión de España al Mercado Común y de realizar una intensa tarea pedagógica para acercar Europa a los españoles. Labor que continuó durante su breve mandato como presidente del Gobierno, en el que dio el impulso definitivo que permitió a su sucesor firmar el Tratado de adhesión de España a la CEE en 1986. La segunda parte ('Reflexiones sobre la Unión Europea') reúne diversas conferencias en las que Calvo-Sotelo, ya fuera de la política activa, reflexiona sobre la realidad de la Unión Europea, sus problemas, sus posibles soluciones y el papel de España una vez que ya es parte del club europeo. El libro ha sido editado dentro de la colección Raíces de Europa, que se publica en colaboración con el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad CEU San Pablo, y en este número cuenta con el apoyo del Real Instituto Elcano. La selección de los textos y el estudio introductorio han estado a cargo de Jorge Lafuente Cano, posiblemente el historiador que mejor conoce la política europea de Calvo-Sotelo, tras años de investigación en su archivo y de entrevistas a muchos de sus colaboradores en la época de la Transición.

Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008), ingeniero de caminos de formación, casado y padre de 8 hijos, ejerció durante 25 años como alto directivo en empresas ligadas al Banco Urquijo antes de pasar a la política activa. Ministro de Comercio en el primer Gobierno de la monarquía y de Obras Públicas bajo la presidencia de Adolfo Suárez en julio de 1976, renunció al cargo para formar, junto a otras personalidades, la Unión de Centro Democrático (UCD), plataforma electoral promovida por Suárez que ganó los dos primeros comicios democráticos tras la muerte de Franco. En febrero de 1978 es designado ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, poniendo las bases de la adhesión de España al Mercado Común en 1986. Tras un breve periodo como ministro de Economía y vicepresidente segundo, fue nombrado en febrero de 1981 --a causa de la dimisión de Suárez y con el golpe de Estado del 23-F de por medio-- presidente del Gobierno. La decisión más relevante de su mandato fue la adhesión de España a la OTAN, firmada el 10 de diciembre de 1981. Ante la inestabilidad de su partido, tuvo que adelantar las elecciones generales a octubre de 1982, logrando en ellas el Partido Socialista una amplísima mayoría absoluta, siendo la UCD disuelta un año después. Su último puesto político fue el de diputado en el Parlamento Europeo, un epílogo coherente con su trayectoria europeísta. Con posterioridad, fue miembro de alguna de las instituciones académicas más importantes de España y publicó varios libros de memorias.

ESTUDIO INTRODUCTORIO

«Yo estoy de acuerdo con todas las páginas europeas de Ortega y las he citado en algunos de mis discursos en Bruselas. Creo que se entiende mal Europa sin España, porque sería una Europa mutilada y vuelvo a decir lo que dije en la Alianza Atlántica: España hubiera sido un país fundador de la Comunidad Europea si en aquel momento dispusiéramos de un régimen parecido al de los países que la fundaron. Me parece que se trata, por tanto, de una restitución normal. A España hay que restituirle la posición que no pudo ocupar por razones políticas en el momento en que esas razones desaparecen. Y por eso creo que hay que estar dentro de Europa, aparte de por otras muchas razones históricas, culturales y económicas».

(Leopoldo Calvo-Sotelo1).

Leopoldo Calvo-Sotelo es uno de los grandes protagonistas de la transición a la democracia en España tras la muerte de Franco. Si bien en el proceso de consolidación de un sistema democrático muchos factores tuvieron peso, entre ellos de manera destacada la participación del propio pueblo español —que había vivido una considerable serie de transformaciones desde los años sesenta—, parece claro que el papel de las grandes personalidades fue determinante. En este grupo en el que se podrían incluir, entre otros, al rey Juan Carlos, Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga o Marcelino Oreja la figura de Calvo-Sotelo ha quedado en cierta medida escondida, en un segundo plano. Quizá por el claro contraste con las personalidades y carisma de su antecesor y de su sucesor en la Moncloa, quizá también por la breve duración de su mandato al frente del Ejecutivo. Con todo, su trascendencia comienza a emerger con el paso del tiempo.

Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008) fue un ingeniero de caminos que combinó a lo largo de su trayectoria una definida formación técnica con una pronunciada vocación política. Ejerció durante 25 años (1950-1975) como alto directivo empresarial, ligado a empresas del Banco Urquijo. Durante esta etapa viajó a menudo por muchos de los países fundadores de las Comunidades Europeas (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda). Se trataba de viajes profesionales relacionados, primero, con la industria textil y, luego, con la industria química. Durante aquellos años se forjó su conocimiento no solo del entramado empresarial europeo, sino de las instituciones nacionales y comunitarias que explicaban la prosperidad económica y la estabilidad políticas de los países del Mercado Común. A partir de 1975, tras la muerte de Franco, comenzó una breve pero intensa carrera política que resumimos a continuación.

Fue nombrado ministro de Comercio en el primer Gobierno de la monarquía, bajo la presidencia de Arias Navarro, cartera que ocupó hasta la llegada de Adolfo Suárez a la Moncloa, en julio de 1976, momento en el que pasa a desempeñar el cargo de ministro de Obras Públicas. En el año 77 renunció a su puesto para tratar de formar, junto con otras personalidades políticas, una coalición electoral que ofreciese una plataforma electoral al presidente Suárez de cara a las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. Nació así la Unión de Centro Democrático, de la que Calvo-Sotelo fue primer gestor de campaña y primer presidente de su Grupo Parlamentario en el Congreso. En febrero de 1978 fue designado ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, un nuevo organismo creado por el presidente del Gobierno para iniciar la ansiada adhesión de España al Mercado Común, un objetivo que tras el paso de la dictadura a la democracia parecía, por fin, posible. Calvo-Sotelo se convirtió así en el primer negociador español con las Comunidades Europeas: diseñó un equipo de trabajo e inició la negociación, que se abrió oficialmente el 5 de febrero de 1979. Durante dos años y medio ocupó esta responsabilidad hasta que en septiembre de 1980, en la última remodelación ministerial de Adolfo Suárez, fue designado ministro de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno. Apenas tuvo tiempo para hacerse cargo de sus nuevas obligaciones, puesto que en febrero de 1981, con la culminación de la crisis interna de la UCD y la dimisión del presidente abulense fue elegido —con el golpe de Estado del 23-F de por medio— nuevo presidente del Gobierno. Se vio obligado a hacer frente a unas condiciones llamativamente difíciles. No solo tuvo que tratar de restaurar la confianza en el sistema tras el «tejerazo», sino también enfrentarse a la crisis interna de su partido, que fue incapaz de controlar. Entre las medidas más importantes que llevaron a cabo durante su mandato estuvieron la incorporación de España a la Alianza Atlántica, la ley del divorcio o la aprobación de la LOAPA. En octubre de 1982 decidió adelantar las elecciones generales previstas para el año siguiente: el Partido Socialista obtuvo una amplísima mayoría absoluta y su partido, la UCD, acabó desintegrándose un año después.

En este rápido recorrido encontramos un ingrediente común: la conexión europea. Una relación entre España y Europa que marcó la segunda mitad de nuestro S. XX. Merece la pena recordar que nuestro país se quedó al margen, por cuestiones políticas, de los inicios del proceso de construcción europea. Sin embargo, su éxito aparente hizo que las autoridades franquistas iniciasen un largo camino de acercamiento a la Comunidad. Se materializó, por un lado, en la carta que envió en 1962 el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María de C