En su día a día, los profesionales de la educación (profesores, auxiliares, orientadores y directivos) se esfuerzan por contribuir aldesarrollo integral de cada uno de sus alumnos1. Esta es quizás una de las tareas más importantes, más valiosas y apasionantes a las que nos enfrentamos como sociedad. Es, además, un trabajo que influye sobre períodos que serán cruciales para el futuro desarrollo de capacidades en el área social y afectiva (no solo intelectual) de las personas. En este camino, el alumno necesita aprender contenidos y habilidades específicas, pero para ello, durante sus horas en la escuela, también necesita poder separarse de sus padres con seguridad, establecer vínculos con nuevos adultos de referencia, dar sus primeros pasos en la relación con iguales, entrenar su regulación emocional, entrenar algunas funciones básicas de su cuerpo o jugar, entre otros. La educación es, en ese sentido, un escenario lleno de riqueza y de complejidad.
La labor del educador plantea algunos retos y preguntas cotidianas: ¿Por qué de repente todos los niños de un aula se ponen nerviosos? ¿Por qué algunos alumnos nos demandan tanta atención? ¿Por qué otros parece que son invisibles? ¿Qué hacer cuando la mitad de la clase quiere jugar y la otra mitad demanda cuidados? ¿Cómo podemos relacionarnos con la familia para hacer frente a las dificultades de comportamiento? ¿Por qué hay días que nos sale todo “al revés”? ¿Cómo responder a las necesidades de los niños en su diversidad sin dejar de aprender inglés, las letras y de seguir el calendario de actividades de mi centro? ¿Por qué a veces perdemos la paciencia?
En el equipo dePrimera Alianza, de la Universidad P. Comillas, pronto entendimos que los principios que usábamos para fortalecer las relaciones de cuidado en la familia y para formar a los profesionales que trabajaban con ellas, también podrían ofrecer a los profesionales de la educación pistas enormemente valiosas para responder alguna de estas preguntas y fortalecer su desempeño profesional. Así, desarrollamos la primera versión del programaAprender Seguros, que desde 2017 forma y acompaña a claustros de educación infantil en una serie de principios teóricos, reflexiones y recomendaciones prácticas basadas en la teoría del apego. La experiencia con estos docentes y sus equipos ha enriquecido nuestra reflexión y nos ha permitido comprobar la utilidad y la novedad de este enfoque en el día a día de su trabajo cotidiano.
La mirada delvínculo, que vertebra este libro, supone así un nuevo modo de entender y afrontar los retos de siempre en muchas dimensiones de la escuela. En este libro ofrecemos a los profesionales educativos los fundamentos de esta mirada, en la teoría y en la práctica, con el objetivo de fortalecer esta tarea y de apoyar esta vocación por ofrecer a los niños el mejor punto de partida, unabase segura, para crecer en el mundo actual.
El punto