INTRODUCCIÓN
«El ser humano aprende en la medida en que participa en el descubrimiento y la invención.»
E. SÁBATO.Correo de la Unesco.
Agosto, 1990.
En la actualidad estamos viviendo una época llena de acontecimientos políticos, económicos y sociales. Formamos parte de una sociedad industrial caracterizada por las grandes revoluciones tecnológicas que han producido una enorme incidencia en todos los ámbitos en los que se desenvuelve la vida del hombre. Esta situación ha proporcionado nuevos poderes y también nuevos peligros.
Estamos en una sociedad en la que se valora la eficiencia y las realizaciones concretas, cuantas más mejor. Muchas veces parece que valoramos a las personas no por lo que «son» sino por lo que «hacen». En este sentido los que se dedican a trabajar en el campo social corren el gran riesgo de encontrarse con frecuencia involucrados en la pasión del «hacer». En este frenesí por el hacer y sobre todo por la técnica, que vive nuestra sociedad según González de Carvajal (1989: 84):
«Parece como si la técnica hubiera dejado de ser un conjunto de medios para convertirse en un fin en sí misma. Hay que llegar más allá, más rápidamente, a un ritmo más vivo, sin que importe saber adónde.»
NECESIDAD DE LA PLANIFICACIÓN
Es necesario llevar a cabo acciones concretas con las comunidades en las que trabajamos, pero más importante aún es el preguntarse el para qué, es decir,qué finalidad pretendemos conseguir con ellas. No podemos olvidar que la realidad se mejora no por hacer mucho sino porplanificar alguna acción significativa que propicie de forma óptima el cambio y la mejora de esa realidad. Ello nos incita a la reflexión constante sobre lo que hacemos, a la vez que nos invita a ir repensando continuamente nuestro quehacer.
En este sentido podemos preguntarnos: ¿hasta qué punto analizo detenidamente la realidad con la que trabajo?, ¿defino previamente las finalidades y objetivos que persigo?, ¿reflexiono sobre las pautas, recursos y actividades?, ¿pienso continuamente lo que hago para contribuir a su mejora?
Estas preguntas y otras muchas nos las formulamos reiteradamente cuando nos paramos a pensar sobre la forma, el modo, el procedimiento y el método para mejorar nuestra tarea. Ahora bien, uno de los graves problemas de nuestro tiempo es la falta de reflexión sobre lo que hacemos, pues al parecer, dedicamos poco tiempo a pensar, la más noble tarea del ser humano, la más específica y peculiar. No existe una respuesta única a por qué no dedicamos más tiempo a la reflexión, dado que tampoco las causas son únicas, sino múltiples y variadas. Es conveniente constatar que el hombre de fines del siglo XX y en los albores del siglo XXI se encuentra devorado por la vorágine del «hacer»; algunos expertos han denominado a este fenómeno como la droga de la acción o el vértigo del hacer. En este sentido Fromm (1985: 15) manifiesta:
«Un nuevo espectro anda al