: Charlotte Brontë
: Jane Eyre
: Legorreta
: 9798280867796
: Biblioteca Brontë
: 1
: CHF 24.90
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: Erzählende Literatur
: Spanish
: 668
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
'Jane Eyre' es una novela escrita por Charlotte Brontë y publicada en 1847. Narra la vida de Jane Eyre, una huérfana que enfrenta la adversidad desde temprana edad. Después de una infancia difícil en un internado, Jane se convierte en institutriz en Thornfield Hall, donde se enamora del enigmático señor Rochester. Sin embargo, secretos oscuros acechan la mansión, y Jane se ve obligada a enfrentarse a su destino. La novela es una exploración profunda de la identidad, la moralidad y el poder del amor. A través de una prosa vívida y emotiva, Brontë crea un retrato inolvidable de una heroína valiente que desafía las convenciones sociales en busca de la felicidad y la autenticidad.

Charlotte Brontë (1816-1855), escritora inglesa, es famosa por su novela 'Jane Eyre'. Publicó bajo el seudónimo de Currer Bell. Sus obras, caracterizadas por su exploración de la feminidad, la independencia y la crítica social, la establecieron como una figura central en la literatura inglesa del siglo XIX.

Capítulo I


Aquel día no hubo manera de dar un paseo. El caso es que por la mañana anduvimos deambulando una hora entre los pelados arbustos; pero después de comer —y la señora Reed, cuando no había invitados, comía pronto—, el helado viento invernal había acarreado unas nubes tan sombrías y una lluvia tan penetrante que volver a poner el pie fuera de casa era algo que a nadie se le pasaba por la cabeza.

Yo me alegré. Nunca había sido aficionada a las caminatas largas y menos si la tarde estaba fría. Me resultaba horrible volver a casa a la cruda puesta del sol con los dedos de los pies y manos entumecidos, el corazón contrito por las regañinas de Bessie, la niñera, y apesadumbrada bajo la conciencia de mi inferioridad física con respecto a Eliza, John y Georgina Reed.

Ahora Eliza, John y Georgina se encontraban en el salón apiñados en torno a su madre, la cual, reclinada en un sofá junto a la chimenea y flanqueada por su amada prole (de momento ni lloriqueante ni en pie de guerra) tenía un aire de absoluta felicidad. A mí me había dispensado de engrosar el grupo argumentando que «sentía mucho verse en la obligación de mantenerme a distancia, pero que mientras Bessie no le asegurara y ella no viera con sus propios ojos que me había propuesto en serio cambiar mis modales encogidos por otros más atractivos y animosos, portarme, en fin, como una criatura sociable que rezuma franqueza, naturalidad y ganas de divertirse, la señora Reed no podía por menos que negarme los privilegios que solo merecen los niños conformes y felices».

—¿De qué me está acusando, Bessie? —pregunté.

—Mira, Jane, no me gusta la gente quisquillosa ni cotilla —dijo ella—. Además un niño no tiene derecho a discutir lo que dicen los mayores. Siéntate por ahí, y hasta que no tengas algo agradable que decir, estás mejor callada.

El salón comunicaba con un comedorcito. Me refugié en él sigilosamente. Tenía una biblioteca. Enseguida agarré un libro, tras haber comprobado que era de los que traen viñetas. Me encaramé al asiento de la ventana, crucé las piernas y me senté al estilo turco. En cuanto se corría la cortina roja, quedaba aislada casi por completo y me sentía doblemente amparada en aquel refugio.

Por la derecha, pliegues de tapicería color escarlata me ocultaban del resto de la habitación; por la izquierda, las transparentes cristaleras me protegían, aunque no me separasen del helado día de noviembre. De vez en cuando, mientras pasaba las páginas del libro, observaba el aspecto de aquella tarde invernal. A lo lejos se vislumbraba una pálida manta de nubes y niebla; más cerca, la escena del césped empapado y de los arbustos azotados por la tormenta, mientras la lluvia pertinaz parecía barrerlos salvajemente a rachas lúgubres y continuadas.

Volví a mi libro: una historia sobre las aves ingle