Uno est? acostumbrado a escuchar a los que se quejan de la creciente apata de los votantes o de la cada vez m?s baja participacin popular en poltica, los liberales, alarmados, hablan constantemente de la necesidad de que las personas se movilicen en iniciativas surgidas de la sociedad civil, de que se involucren m?s en el proceso poltico. Sin embargo, cuando la gente se despierta de su modorra apoltica, lo hace invariablemente bajo la forma de una revuelta populista de derecha, y acaba no siendo raro que muchos tecncratas liberales ilustrados se pregunten si aquella 'apata' no era, en el fondo, una bendicin.Para un populista la causa de los problemas nunca es el sistema como tal, sino el intruso que lo corrompe (son los especuladores financieros, por ejemplo, y no necesariamente los capitalistas), no se trata, en definitiva, de un vicio fatalmente inscripto en la estructura, sino de un elemento que no desempea correctamente su rol dentro de ella. Por el contrario, para un marxista (como para un freudiano), lo patolgico (el comportamiento desviado de ciertos elementos) es sntoma de lo normal, un indicador de lo que est? mal en la estructura misma en la que se integran como amenaza esos arrebatos 'patolgicos'. |