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Gobernar mediante la crisis
Es una historia griega. Una historia que arroja una luz singularmente viva sobre nuestro presente. En concreto, una comedia de Aristófanes representada en el año 388 a.C. cuyo título esPluto.El designado con este nombre no es sino el dios de la riqueza y del dinero, el «dios de la pasta».13Se presenta aquí como un viejo harapiento, cegado por Zeus, que vaga por los caminos. Mientras que a menudo Pluto es representado como ciego porque reparte la riqueza al azar, tanto a los ricos como a los pobres, el personajede la obra reserva sus favores a la gente rica, cuando no directamente a timadores y malhechores. Curado de su enfermedad gracias a los cuidados del dios Esculapio, promete la abundancia para todos. Penía (la Pobreza) objeta que si todos los pobres se convierten en ricos ya nadie querrá trabajar, al prevalecer la promesa de la riqueza universal. Todos festejan la curación de Pluto. La obra se termina en forma de una «apoteosis inversa»:14una solemne procesión se dirige a la Acrópolis, al ritmo de una danza e iluminada por antorchas, para instalar a Pluto en la sala posterior del templo de Atenea y de la Ciudad.
Oligarquía contra democracia
La comedia revela con este triunfo de Pluto un verdadero «mundo al revés».15Que el dios del dinero sea consagrado como guardián del santuario de la diosa, he aquí algo que mina los fundamentosmismos de la Ciudad (polis). En efecto, esta última se basa enla consagración de la supremacía de Atenea sobre los poderes privados, los de las grandes familias aristocráticas sometidas a la terrible ley de la sangre. Son precisamente estas potencias las que quedan relegadas a un altar situado al pie de la Acrópolis. Basta con decir que la diosa mantiene con la Ciudad una relación muy estrecha. No se trata de una divinidad entre otras. Como dice Hegel, Atenea, la diosa,esAtenas, la Ciudad, o sea, el espíritu real de los ciudadanos que vive a través de las instituciones de la democracia.16 La inversión escenificada por Aristófanes (Pluto instalado en lo alto de la Acrópolis) muestra así que lo que ha sido infectado por el culto del dinero y el deseo desenfrenado de riqueza es el corazón mismo de la democracia política. Si todos acaban cediendo, es porque se ha prometido a los pobres una riqueza universalmente extendida, y ya no ciegamente reservada a los ricos y a los pícaros.
Leyendo estas páginas escritas hace 2.600 años, es difícil no pensar en la situación de la Grecia de hoy. Desde hace algunos años, los gobiernos, sometidos de buen grado o intentando resistir antes de inclinarse, intentan calmar la sed insaciable del dios de los mercados financieros, un Pluto completamente liberado desde hace tiempo de los límites de la cultura de la tierra, así como de los de cualquier producción real, y dedicado exclusivamente a acrecentar de forma indefinida los costes de su propio mantenimiento. Ello hasta tal punto que algunos de los artífices de los planes de privatización de la Troika han llegado a imaginar la subasta del mismísimo Partenón.17En este sentido, el neoliberalismo es ciertamente la inversión hecha realidad, el verdadero «mundo al revés» del que habla Aristófanes. La financiarización de la economía es el resultado directo de las políticas neoliberales. Los fondos de inversión y los grandes bancos sistémicos acaparan mediante la renta financiera una parte cada vez mayor de la riqueza producida por la economía «real». Este hecho, lejos de ser el resultado de una perversión y de un funcionamiento parasitario, debe entenderse como un conjunto de relaciones de poder mediante las cuales las sociedades y sus instituciones, así como también la naturaleza y las subjetividades, son sometidas a la ley de la acumulación del capital financiero.
Pero, se objetará, ¿por qué esta autonomización del dinero abandonado a su propia desmesura (hybris) sería una amenaza para la democracia? ¿Y por qué debería morir la democracia a causa de la promesa de una riqueza universal con la que Pluto deslumbra a los pobres? ¿Es ello debido a la corrupción universal que inevitablemente genera? ¿Qué hay que entender entonces por «democracia», es decir, el poder (