: Juan Carlos Valverde Campos
: De la ecología a la ecosofía La intuición de Raimon Panikkar
: Herder Editorial
: 9788425443725
: 1
: CHF 17.40
:
: Philosophie
: Spanish
: 392
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La crisis medioambiental ha perturbado la vida del ser humano y todas sus actividades. La teología no se ha interesado en esta cuestión sino hasta hace poco, y ha respondido a los reproches por esa indiferencia con una renovada teología de la creación. Este libro es fruto de una investigación sobre la propuesta de Raimon Panikkar llamada 'ecosofía', una aproximación al campo de la ecología desde una nueva teología trinitaria. En estas páginas se aborda lo que Panikkar llamó la 'intuición cosmoteándrica', que establece una relación estrecha y constitutiva entre Dios, el Hombre y el Mundo. Esta intuición implica prestar una particular atención a la sabiduría, pues es solo a través de una transformación radical del ser humano, y no de la tecnología, que se producirá el cambio. Es urgente y necesario, entonces, que la ecología camine de la mano de la ecosofía y en este contexto, el ser humano debe cultivar las virtudes que le permitan reencontrarse con las otras dimensiones de la realidad. Esta obra se desarrolla como prolongación del pensamiento de Panikkar y ofrece una nueva aproximación que contiene dos corolarios fundamentales: una ética y una teología política ecosóficas.

Costarricense. Bachiller en Filosofía por la Universidad Católica de Costa Rica. Licenciado en Teología por el Instituto Católico de París, Francia. Máster en Teología Bíblica por el Instituto Católico de París, Francia. Máster en Ciencias Religiosas por la Universidad de Estrasburgo, Francia. Doctor en Filosofía de la Religión por la Universidad de Estrasburgo, Francia. Sus áreas de investigación son: diálogo ecuménico e interreligioso; ecoteología; espiritualidad ecológica/ecosófica; ética ecoteológica; ecofilosofía. Docente e investigador de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional de Costa Rica. Miembro del Foro Interreligioso de Costa Rica. Coordinador a nivel nacional del proyecto 'Crisis ecológica: un reto para las religiones y las teologías'. Ultimas publicaciones: Sortir de la crise écologique. L'apport politique, philosophique et théologique de Raimon Panikkar. Chouzé-sur-Loire, Francia: Ediciones Saint-Léger, 2018; 'Fundamentalismos en ecología', Vida y Pensamiento, julio-diciembre 2018, n°38(2), p. 83-113.


INTRODUCCIÓN


La vida es un don precioso, invaluable. Hablar de ecología es hablar de la vida; de igual manera, hablar de «crisis ecológica» es hablar de «crisis de la vida». Vivir bien es hoy en día todo un reto, más aún ayudar a otros a hacerlo. Y, sin embargo, no hay placer más grande que ayudar a quien necesita de nosotros. Pero esto, desgraciadamente, en la sociedad en que vivimos, es o una virtud, o un trabajo. Ya nadie parece querer ayudar gratuitamente. Todo se vende y se compra. Cuidarse a sí mismo, cuidar del otro, cuidar el planeta, nuestro hogar, cuidar nuestras relaciones, eso es lo que queremos hacer cuando decimos que hemos optado por actuar de manera ecológicamente correcta.

Los cientos de informes lo constatan: nuestro planeta Tierra sufre una terrible enfermedad que amenaza la vida en general, en particular la de los más frágiles y los despojados de los recursos necesarios para poner a salvo sus vidas. El 5 de noviembre de 2015, Brasil fue golpeado por lo que hoy es considerada la peor catástrofe ecológica de su historia. Se trata de la ruptura de dos represas mineras que habrían liberado decenas de millones de metros cúbicos de lodo contaminado. Esta colada de agua se abrió camino hacia el océano provocando un desastre en los ecosistemas. Muerte y desaparición de centenares de personas y animales, y una ciudad prácticamente borrada del mapa; más de medio millón de personas privadas de agua para satisfacer las necesidades básicas; muchas empresas vieron interrumpido su funcionamiento por los miles de desechos y peces muertos. Según los expertos, por su cantidad y composición, esta ola gigantesca de lodo habría afectado a esa región importante del país por los próximos cien años.

Ejemplos como este, y otros similares o peores, tienden a multiplicarse en nuestros días. Los medios de comunicación nos los muestran cotidianamente, a veces de manera fría y cruel. Una mirada pesimista podría avanzar la hipótesis de que el ser humano es incapaz de medir y controlar sus actos. Y, sin embargo, las iniciativas a favor de un estilo de vida más en armonía con la naturaleza se multiplican en todos los rincones del planeta: ciudades ecológicas alternativas, agricultura orgánica, energías renovables o eco-energías, y hasta una medicina ecológica. ¿No podría ser todo esto un signo evidente de un cambio que se anuncia? No hay duda de que podemos avanzarlo: somos testigos del nacimiento de un nuevo paradigma, de una nueva visión de la realidad. Al menos una porción de la humanidad ha dejado de considerarse y de verse como el amo y señor de cuanto existe. Las transformaciones climáticas están acelerando este proceso de cambio, aunque es igualmente evidente que lo nuevo y lo antiguo convivirán aún por cierto tiempo.

El ser humano se dio cuenta bastante temprano de la importancia de la interacción entre los seres vivos y su ambiente. Las plantas toman del medio en el que se encuentran lo necesario para vivir y luchan también por sobrevivir. Lo mismo puede decirse de los animales, entre ellos los humanos. La interacción es fundamental. Unos necesitan de otros y la desaparición de uno solo puede afectar a muchos. Sin embargo, la disciplina que se encarga de este tipo de relaciones apareció hace escasamente unas décadas. A pesar de esta conciencia temprana de la importancia de las relaciones, el ser humano no ha cesado de verse como un ser superior, como si ocupara un lugar privilegiado en el concierto de la existencia. Su capacidad de pensar, de pensarse, de pensar sus actos y su historia, han hecho que se crea superior y diferente a los demás. Y esto lo llevó ineluctablemente a separarse del medio que le dio la vida, construyéndose un mundo para él solo. En ciertas ocasiones siente la necesidad de volver al único lugar que le procura el descanso que necesita.

Hoy muchos estudiosos piensan y afirman que existe una sabiduría de la Tierra, un espíritu universal, una inteligencia global. Así, todos formaríamos parte de un «todo» inseparable, bien organizado y autorregulado. Este «todo» estaría regido por una sabiduría implícita que se hallaría además inscrita en todos los seres. De esta manera, no habría un solo ser que no deba ser calificado de «viviente». Fideler (2014) lo dice de esta manera:

En el cuerpo galáctico, las estrellas-células duran más tiempo, pero cuando mueren en elflash brillante de la explosión de una supernova, dan nacimiento a nuevas formaciones estelares como los chillidos y crujidos de un organismo galáctico que despliega sus modos de vida a través de los eones. Como criaturas vivientes en la Tierra, la Vía Láctea es un sistema