: Franz Ruppert
: ¿Quién soy yo en una sociedad traumatizada?
: Herder Editorial
: 9788425442957
: 1
: CHF 9.90
:
: Angewandte Psychologie
: Spanish
: 216
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Si queremos construir sociedades sanas, necesitamos personas mentalmente sanas. Así lo constata el psicoterapeuta especialista en traumas Franz Ruppert. En el presente libro, analiza la dinámica víctima-agresor que se produce a nivel personal y la traslada al ámbito social: la traumatización de nuestra psique nos conduce a dinámicas relacionales negativas que desencadenan acontecimientos sociales nefastos (guerras, dictaduras, atentados terroristas, etc.). Si queremos evitar los conflictos sociales violentos, tenemos que comprender por qué la psique humana es tan proclive a la agresividad con otras personas. Ruppert llega a la conclusión de que la causa determinante de la destructividad de los humanos es la traumatización de nuestra mente, porque nos lleva a interminables dinámicas de víctima-agresor. Así, para conseguir la sociedad pacífica que deseamos, no debemos permitir ni aceptar convertirnos en esclavos de nuestra propia psique dañada. Este libro nos hace ver nuestros propios traumas para salir de las acciones negativas y redescubrirnos en el espacio público y político de manera sana.

Franz Ruppert (1957), psicólogo y psicoterapeuta alemán, es profesor de Psicología en la Universidad Católica de Múnich y ejerce como psicoterapeuta. Imparte regularmente seminarios sobre su método de constelaciones terapéuticas en Alemania y en el resto del mundo, y tiene numerosas publicaciones sobre constelaciones y psicotraumatología.


1.La humanidad y yo

El paraíso en la tierra podría estar al alcance de la mano

Como especie(homo sapiens) la Humanidad ha llegado lejos. En el año 2018 viven ya 7 500 millones de personas en esta Tierra, con tendencia al alza.1 Ha generado logros culturales y tecnológicos fantásticos, que le permiten acceder a alimento, ropa, vivienda, productos de todo tipo, movilidad e información en abundancia. Ser persona y vivir como persona puede ser placentero y maravilloso. Hay una cantidad infinita de conocimientos a su disposición. Hay profesores, centros de enseñanza y métodos de aprendizaje magníficos. Hay muchas personas que se apoyan y se ayudan con generosidad las unas a las otras. Esto lo vemos, por ejemplo, en situaciones de emergencia provocadas por catástrofes naturales son muchos los que acuden de inmediato al lugar para ayudar con altruismo.

Concibo a las personas como una parte de la evolución. Dado que los procesos evolutivos siempre encuentran soluciones de compromiso más o menos afortunadas a los problemas y conflictos, nosotros, loshomo sapiens, somos también en muchos aspectos una fórmula de compromiso. Tenemos una estatura media y una fuerza media, tenemos una velocidad media y una inteligencia media. Para nosotros, los humanos, la naturaleza de nuestro entorno tampoco es un paraíso. El calor y el frío solo los toleramos con moderación. Incluso como omnívoros, la oferta de alimento de la que disponemos de manera natural es limitada. Además, por nuestro tipo de reproducción, sexual, pagamos el precio de algunas limitaciones. Las mujeres tienen que llevar la carga del embarazo y la alimentación del bebé. Debido a las hormonas, los hombres están inconscientemente a merced de la presión de la competencia con otros hombres. Les falta la profunda emocionalidad del vínculo con su propio hijo que el embarazo y el parto posibilitan a las mujeres de manera natural. La reproducción sexual condiciona numerosos intereses contrapuestos entre hombres y mujeres y entre padres e hijos.

Debido a este tipo de retos para la conservación de la especie y de uno mismo, en el fondo, la vida no es fácil para nadie. Incluso vivir, crear y conservar vidas humanas nuevas exige mucho de cada individuo. Puede llevarlo a los límites de sus posibilidades. En realidad, esto ya sería suficiente como sentido y misión de vida. Analizándolo más detenidamente, podemos ver que las personas se hacen la vida mucho más difícil unas a otras de lo que sería necesario por la pura conservación de la especie o de uno mismo. Las personas se someten a sí mismas a una tremenda presión. En ocasiones, estresan a otros sobremanera. Y no está nada claro cuál es el incremento de felicidad o de dicha que les proporciona todo esto.

En un mundo cada vez más conectado tecnológicamente por medio de los móviles y de internet, puedo contactar en cuestión de segundos con amigos, colegas y socios en Singapur, Brasil, Los Ángeles o Moscú. Si quiero saber algo, solo hace falta un par de clics en mi ordenador y ya tengo datos y opiniones al respecto. En mi lugar de residencia, Múnich, tengo una gran red de relaciones personales, una enorme oferta de centros de enseñanza, buenas oportunidades laborales, eventos culturales interesantes y abundantes delicias culinarias.

Sin embargo, no me resulta fácil disfrutar plenamente de todo esto. Por ejemplo, no me resulta grato comer carne si pienso en las condiciones