PRESENTACIÓN
João Batista Libanio SJ († 2014)
En los años 70 y 80, la Teología de la Liberación (TdL) vivió años de vigor, de obras creativas y originales, provocó reacciones en las grandes teologías de Europa, África y Asia y contó con compañeros de caminata. En la Iglesia institucional, la repercusión sufrió de una cierta ambigüedad. Un grupo significativo de obispos, de la talla de monseñor Helder, de monseñor Paulo Arns, del arzobispo Aloísio Lorscheider y del obispo Ivo Lorscheiter, que ejercían entonces altos cargos en la Iglesia en Brasil y en elCELAM, la apoyó decididamente.
En 1985 fue lanzado el primer volumen de una colección planificada con el título «Teología y Liberación». La colección nació del deseo de los teólogos de la liberación de superar la fase programática y metodológica de esta teología para luego abordar de manera práctica en esta perspectiva los temas teológicos fundamentales. Impresiona la lista de obispos que la secundaron. La publicación duró varios años. Sufrió numerosas vicisitudes, desde intervenciones eclesiásticas, que impusieron una censura previa a los manuscritos, además de la aprobación del Ordinario del lugar, hasta presiones sobre las editoriales. La colección no pudo completar los 50 volúmenes previstos, aunque se llegaron a publicar 30 libros. A principios de los años 90, la TdL tuvo fuerza para publicar una obra de gran envergadura, dirigida por Jon Sobrino e Ignacio Ellacuría, en forma de «Diccionario Teológico de la Liberación», en dos grandes volúmenes, con el títuloMysterium Liberationis.
A pesar de eso, las dificultades de la Institución crecieron. Incluso en Puebla (1979), el grupo conservador consiguió mostrar su fuerza al impedir la presencia oficial de cualquier teólogo de la liberación. Allí estuvieron,extra muros, asesorando a los obispos que, a título personal, pedían colaboración. Al realizar una mirada analítica y perspicaz del documento, al final el mismo revela la presencia de dos teologías opuestas. La TdL consiguió impulsar un texto que optaba básicamente por los pobres, aunque lleno de adjetivos que suavizaban la rudeza de Medellín. Sin embargo, la teología presente en el texto no llegó, en algunos asuntos, a la altura del Concilio Vaticano II ni de laEvangelii Nuntiandi de Pablo VI, que había fallecido en esos días.
Las cuestiones se complicaron con Roma. El Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la «Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación» (1984), condenó aspectos de esta, simplificándolos y caricaturizándolos de tal modo que muchos que supuestamente fueron los blancos no llegaron a reconocerse en la descripción. Con posterioridad surgieron dos manifestaciones de Roma que la suavizaron. Una vino de la misma Congregación —«InstrucciónLibertatis conscientia sobre la libertad cristiana y la liberación» (1986)—; la otra asumió la forma de Carta de Juan Pablo II a los Obispos de Brasil (9 de abril de 1986), en la que hizo una declaración repetida por todas partes: «Estamos convencidos de que la Teología de la Liberación no solo es oportuna, sino útil y necesaria».
A pesar de una afirmación tan categórica, las sospechas en su contra continuaron. La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo confirmó esa situación. En Aparecida hubo un clima mejor, pero hasta hace poco aún se oían declaraciones de la jerarquía cargadas de reservas y sospechas en su contra. A esto se debe añadir el fortalecimiento en el universo católico de los nuevos movimientos de espiritualidad y de apostolado, fuertemente afectados por la onda carismática y reticentes a los compromisos sociales, tan acentuados por la TdL. Tampoco olvidemos las notificaciones romanas a los teólogos de la liberación, desde las dirigidas contra Leonardo Boff (1984) a la más reciente contra Jon Sobrino (2006).
Además de los cambios internos de la Iglesia católica, se suman las coyunturas externas: la caída del bloque comunista en 1989, el imperio del neoliberalismo solitario, el enorme crecimiento del consumismo, también en las clases populares, por lo que la situación de opresión se hizo meno