Introducción e instrucciones de uso
Un reto importante y mucho que ganar
En el Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia (THL) los autores se hicieron cargo de proyectos de investigación y desarrollo dirigidos a mejorar la cooperación entre profesionales, así como entre estos y los clientes de los servicios de salud, de bienestar social y de educación. A finales de la década de 1990 nos encontramos ante un dilema interesante. Prácticamente todos los profesionales de los dos municipios participantes, desde las guarderías y las escuelas hasta los centros de salud y los servicios de orientación, manifestaban su falta de mediospara gestionar las preocupaciones emergentes antes de que se hicieran más grandes. Los maestros sabían bien qué hacer en el aula, pero ¿cómo actuar si los problemas que presentaba un niño en la escuela o en la guardería apuntaban de algún modo a problemas en el hogar? Quienes trabajaban en centros escolares y en guarderías describían situaciones en las que sentían que la inquietud del niño, su timidez, etc., se relacionaban con la forma de vida de los padres, como, por ejemplo, el abuso de sustancias, la violencia doméstica u otros problemas, pero, a la vez, tenían dudas a la hora de plantear su preocupación. Aunque profesionales como los trabajadores sociales, los psicoterapeutas y, en especial, el personal de rehabilitación en el abuso de sustancias —«profesionales de la preocupación», por así decirlo— se hallen más autorizados a la hora de plantear estas cuestiones, también explicaron que dudaban sobre cómo manifestar una preocupaciónen las fases iniciales de sus observaciones. Estaban convencidos de que la relación profesional, aún demasiado débil, se rompería y preferían esperar a que la relación se hiciera más sólida. Los diversos participantes en el proyecto expresaban su temor de que desvelar la preocupación pudiera suponer un retroceso, de manera que los padres, clientes o pacientes negaran el problema y rechazaran la competencia del profesional y su derecho a plantear esos temas. Y mientras vacilaban, las preocupaciones se hacían más intensas, por lo que, a medida que crecían, las relaciones se volvían cada vez más incómodas. Entretanto, el niño se encontraba en una situación conflictiva cada vez más complicada. Debatiendo sobre este dilema, hubo profesionales que afirmaron que en alguna ocasión, en la que no habían podido soportar más su ansiedad, la preocupación estalló y esto solo contribuyó a empeorar las cosas, como si se confirmaran las sombrías anticipaciones iniciales.
Nos hallábamos ante un reto con mucho que ganar. ¿Cómo actuar antes de que se cierren demasiadas puertas y cómo lograrlo sin romper la relación con los padres? Tom y Esa habían desarrollado herramientas profesionales para unaanticipación activa en proyectos anteriores, y estaban poniéndolos a punto para ajustarlos a los diálogos tempranos. A continuación, presentamos una experiencia personal de Satu Antikainen, directora de guardería, que participó en el proyecto:
¿Hubiéramos podido haber hecho algo distinto?
Jukka llegó a nuestra guardería con dos años de edad.1Sus largas despedidas cada mañana ponían a prueba la paciencia de nuestro personal. Jukka se agarraba a su madre y se negaba a ir con los demás niños. Sentíamos que la madre era reacia a dejar a su hijo en la guardería y que no confiaba en nosotros.
A medida que Jukka crecía aumentaron los problemas. Tenía dificultades para despedirse de su madre y la echaba de menos durante el día. Jukka no jugaba con los otros chicos. Era tímido y padecía un retraso motor. Jukka no era capaz de tener en cuenta a los demás ni de esperar su turno, y los otros niños se quejaban de que se saltaba la cola. Un día invitamos a su madre a hablar de la situación. Le explicamos los problemas de Jukka y le sugerimos una reunión conjunta con nuestra especialista en guarderías, una profesora no residente. La madre de Jukka, convencida de que todo iba bien, pensó que esa reunión no era necesaria.
Jukka comenzó preescolar sin que se hubiera producido cambio alguno en su comportamiento, por lo que se pasaba el día llorando y seguía echando de menos a su madre. No se observaron progresos en sus habilidades motoras ni en su comportamiento (esperar su turno, tener en cuenta a los demás…). El personal pensaba que hacía falta una intervención inmediat