: Antonio Spadaro
: Ciberteología Pensar el cristianismo en tiempos de red
: Herder Editorial
: 9788425432729
: Biblioteca Herder
: 1
: CHF 9.70
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: Religion/Theologie
: Spanish
: 192
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Motores de búsqueda, teléfonos inteligentes, aplicaciones, redes sociales: la tecnología digital ha entrado en nuestra vida cotidiana no solo como una herramienta externa que simplifica la comunicación y la relación con el mundo, sino como un espacio antropológico nuevo que cambia nuestra forma de pensar y de conocer la realidad, así como las relaciones humanas. ¿Toca la revolución digital de alguna manera la fe? ¿Cómo debe pensar y enunciar el cristianismo este nuevo paisaje? Según Spadaro, es momento de considerar la posibilidad de una ciberteología, entendida como comprensión de la fe intellectus fidei en tiempos de la red. No se trata de buscar nuevos instrumentos de evangelización o de emprender una reflexión sociológica sobre la religiosidad en la red, sino de encontrar puntos de contacto y de interacción fructífera con el pensamiento cristiano. El objetivo es 'no detenerse ante los prodigios de la técnica [] evitar la ingenuidad de creer que [las tecnologías] están a nuestra disposición sin que modifiquen en absoluto nuestro modo de percibir la realidad. La tarea de la Iglesia, como la de todas las distintas comunidades eclesiales, es acompañar al hombre en su camino, y la red forma parte integrante del recorrido humano de un modo irreversible'. Esta obra es parte de un ecosistema de reflexiones en el que conviven pontífices como Juan Pablo II y Benedicto XVI, teólogos como Tomás de Aquino y Teilhard de Chardin, poetas como Walt Whitman y T. S. Eliot, el jazz, Marshall McLuhan y la ética hacker. Spadaro ha buscado socializar el debate con el blog Cyberteologia.it, la página en Facebook Cybertheology, una cuenta en Twitter (@antoniospadaro) y otras iniciativas. Antonio Spadaro (Mesina, 1966) es un jesuita italiano que dirige la revista La Civiltà Cattolica y ejerce la docencia en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde se doctoró en Teología.

Antonio Spadaro (Mesina, 1966) es un jesuita italiano que dirige la revista La Civiltà Cattolica y ejerce la docencia en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde se doctoró en Teología. Es asimismo consultor del Consejo Pontificio de la Cultura y del Pontificio Consejo paras las Comunicaciones Sociales. Ha escrito varias obras sobre cultura contemporánea, entre las que destacan los ensayos dedicados a internet Connessioni. Nuove forme della cultura al tempo di Internet y Web 2.0. Reti di relazione. Muy activo en redes sociales, fundó en 1998 uno de los primeros sitios italianos de escritura creativa, Bombacarta.it, y, desde 2011, es autor del blog Cyberteologia.it (Premio WeCa 2012).

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INTERNET ENTRE TEOLOGÍA Y TECNOLOGÍA

Setenta años después del primer tren comercial, se publicaba la novelaJude el oscuro (1895) de Thomas Hardy. En aquellas páginas Sue Bridehead responde así a Jude, que le pide ir a sentarse a la catedral: «¿A la catedral? Sí. Aunque yo preferiría ir a la estación —contestó con la voz enfadada todavía—. Ahora está allí el centro de la vida de la ciudad. ¡La catedral tuvo su tiempo!». La estación, en este diálogo, no es un «no lugar», un lugar de tránsito veloz, sino que es el centro de las comunicaciones, incluso el corazón de la ciudad, «ambiente» simbólico también y no simple depósito de un «medio» de transporte. Si se pudo decir esto de la estación, con mayor razón podemos decirlo hoy de la red.

El historiador Harold Perkin escribió que los hombres que construyeron el ferrocarril no estaban creando solamente un medio de transporte, sino que, al contrario, estaban contribuyendo a la creación de una nueva sociedad y de un mundo nuevo.1 A mediados del sigloXIX, el ferrocarril no se consideraba simplemente una «experiencia» más, sino que a menudo era visto como una «revolución», larailway revolution,2 e incluso como una metáfora cultural. Es interesante observar que todo inventodesde la rueda en adelante que ha permitido a los hombres intensificar las comunicaciones y los intercambios, pasando por la imprenta, el ferrocarril, el telégrafo, ha sido considerado revolucionario. Es el caso también de internet. Si esa dimensión de «revolución» ayuda a comprender la relevancia social de las innovaciones, también supone el riesgo, por otra parte, de oscurecer una consideración más importante sobre estas: responden a «antiguos» deseos. Como lo fue el ferrocarril de 1825, también internet en torno a 1980 ha sido considerada una revolución. Y, no obstante, es necesario echar por tierra el mito de que la red es una absoluta novedad de «nuestros» tiempos.

INTERNET Y LA VIDA COTIDIANA

En realidad la red es una réplica de antiguas formas de transmisión del saber y de la vida común; pone a la vista nostalgias, da forma a deseos y valores tan antiguos como el ser humano. Cuando dirigimos la mirada a internet hay que ver no solo las perspectivas de futuro que ofrece, sino también los deseos que ha tenido siempre el ser humano, y a los que intenta dar respuesta: relaciones, comunicación y conocimiento. Sí, la tecnología lleva siempre encima un aura que provoca estupor y también inquietud. Pero ¿cuáles son los motivos que causan estos sentimientos? Probablemente el hecho de que lo que la tecnología es capaz de realizar corresponde a antiguos deseos y a miedos profundos. Si no fuera así, sus innovaciones no nos afectarían tanto, maravillándonos o intimidándonos.

Internet es una realidad que forma ya parte de la vida cotidiana de muchas personas. Hablando en general, no sería posible eliminar sin más internet y volver a una época «inocente», puesto que el propio funcionamiento de nuestro mundo «primario», desde los transportes hasta las comunicaciones de todo tipo, se fundamenta en la existencia de este mundo que denominamos «virtual».3 Además la red es hoy un lugar que hay que frecuentar para estar en contacto con los amigos que viven lejos, leer noticias, comprar un libro o hacer la reserva de un viaje, compartir intereses, ideas, etc.: «Es un espacio del hombre, un espacio humano porque está poblado de hombres. No constituye un contexto anónimo aséptico, sino un ámbito antropológicamente cualificado».4

Es un espacio de experiencias que cada vez más se va volviendo parte integrante, de una manera fluida, de la vida cotidiana: un «nuevo contexto existencial».5La red, por tanto, no es en absoluto un simple «instrumento» de comunicación que se puede usar o no, sino que se ha convertido en un espacio, un «ambiente»6cultural, que determina un estilo de pensamiento y que crea nuevos territorios y nuevas formas de educación, contribuyendo a definir también una nueva manera de estimular la inteligencia y de estrechar las relaciones, un modo incluso de habitar el mundo y de organizarlo.7No un ambiente separado, sino integrado cada vez más, conectado con el de la vida cotidiana. En consecuencia, no un «lugar específico» donde entrar en determinados momentos para vivir