: Hildegund Keul
: Matilde de Magdeburgo Poeta, beguina, mística
: Herder Editorial
: 9788425434167
: 1
: CHF 8.30
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: Christentum
: Spanish
: 224
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Esta biografía de Matilde de Magdeburgo es una obra sobre mística en tiempos de cambio. En ella se traza un recorrido que hilvana con claridad y rigor los aspectos históricos, literarios y espirituales de la vida de esta mística y poeta del siglo XIII. Su vida transcurrió en una época de cambios: nacida en 1207, abandonó el castillo y su origen noble para hacer frente, en la bulliciosa ciudad comercial de Magdeburgo, a los retos de su tiempo. Allí vivió gran parte de su vida como beguina, ayudando a los pobres y desamparados. Finalmente, perseguida por algunos líderes de la Iglesia, ingresó en el monasterio de Helfta donde se conviertió para sus hermanas en maestra de la mística. Con su libro La luz que fluye de la divinidad, publicado también en Herder Editorial, Matilde hace oír su voz en cuestiones acuciantes que tienen que ver con Dios, con la religión, el erotismo y la poesía, la pobreza y la espiritualidad.

Hildegund Keul, teóloga y germanista, es una de las más prestiogiosas estudiosas de Matilde. Recibió el premio Karl Rahner en el año 2003 por su tesis de habilitación sobre Matilde de Magdeburgo. Desde ese mismo año es profesora asociada en la Universidad de Würzburg, y dirige el departamento para la atención pastoral a las mujeres de la Conferencia Episcopal Alemana en Bonn.

 

I
LA VIDA EN EL CASTILLO:
LA CAUTIVADORA POESÍA
DE LOS TROVADORES

Matilde nace en la primera década del sigloXIII y procede de uno de los numerosos castillos que existen en los alrededores de Magdeburgo. El año de su nacimiento es probablemente 1207, quizás algo más tarde.1 Apenas se pueden hoy verificar otros datos biográficos de su juventud. De sus padres no se sabe nada con exactitud. Podrían haber fallecido ya durante la infancia de Matilde, aunque ella no habla de la muerte de sus padres. Sea como fuere, Matilde subraya que para sus parientes y amigos fue siempre «muy querida» (IV, 2). Durante su infancia vive la experiencia positiva de ser deseada y amada.

1.Vivir en la palabra y en el canto:
La trovadora del amor de Dios

La juventud de Matilde está marcada por el estamento nobiliario en el que nació. Es probable que no pertenezca a una clase políticamente relevante, pues el nombre de su familia no se ha transmitido. No existen tampoco indicios en el mundo de la política sobre su trayectoria vital posterior, como sí existen en el caso de Isabel de Hungría. Aún así, Matilde posee numerosos privilegios y se beneficia de las ventajas de vivir en un castillo. Allí el abastecimiento es bueno, pues incluso en momentos de hambruna los habitantes de los castillos tienen acceso a víveres durante más tiempo. El peligro de morir de hambre es considerablemente menor que en el caso de las personas que trabajan para ellos y que, como siervos, producen los alimentos en condiciones muy penosas. La asistencia médica en un castillo es especialmente buena cuando hay cerca un convento de monjas, que provee al castillo de hierbas y conocimientos medicinales. No obstante, muchas mujeres nobles morían durante el embarazo o el parto. En la Edad Media la esperanza de vida de las mujeres era muy baja.

El camino trazado para una hija en la nobleza es el matrimonio y las obligaciones sociopolíticas que están asociadas a la posición de señora de un castillo. En el mundo de la nobleza el matrimonio no es una decisión personal, sino un cálculo de poder político. Sirve para unir entre sí a familias amigas o que hasta ese momento estaban enemistadas, establecer nuevos vínculos de sangre y afianzar con ello la influencia política. Es habitual y en modo alguno escandaloso desposar pronto a las muchachas con muchachos u hombres jóvenes que nunca antes habían visto. Isabel de Hungría (1207-1231) fue enviada a la edad de cuatro años a la corte de su prometido para educarse junto a él. El orden social de aquel tiempo preveía la entrega de las muchachas a la familia del futuro esposo, del que ellas dependerían legalmente; viven en el lugar de residencia del padre de aquel (patrilocalidad).

El espacio vital de las mujeres que viven en un castillo es diverso. Los señores están de viaje con frecuencia y también por largos periodos de tiempo, vigilando su territorio, en la guerra o en misión diplomática. La landgravina Isabel, que viajó con su marido Luis a la asamblea imperial o al tribunal de la región, vivió, sin embargo, a menudo sola durante su matrimonio (se calcula que entre un tercio y la mitad de sus siete años de matrimonio).2 En la Edad Media la vida de los hombres de la nobleza es más errante que sedentaria, como en el caso del rey, que con frecuencia cuenta con un lugar preferido, pero ninguna residencia fija, y habitualmente se traslada de un