LA MOVILIZACIÓN
¿Cómo y por qué nos moviliza la llamada?
La llamada es, antes que nada, una responsabilización: respondo porque me siento apostrofado, yo, precisamente yo. La responsabilidad de la que me siento investido tiene un inconfundible carácter de «primera persona»: el mensaje está dirigido a mí, y yo siento la necesidad de responder con la misma (aparente) naturalidad con la que el filósofo estadounidense John Searle, en la anécdota referida al principio deLa construcción de la realidad social, siente la necesidad de entrar en un bar de París y pedir una cerveza.8
Hay, no obstante, una importante diferencia. Mi interrogante no se dirige, como en el libro de Searle, al reconocimiento de la «inmensa ontología invisible» de normas y contratos compartidos por la intencionalidad colectiva que hace posible la ejecución de una petición tan simple, sino que más bien trata de sacar a la luz al aparato[apparato] que se esconde detrás de la movilización y que me lleva a sentirme responsable o, cuando no, francamente culpable. Un enigma que, ha de admitirse, es aún más complicado que reconocer las motivaciones que puedan inducir a un estadounidense en París a entrar en un bar y pedir una cerveza. ¿Cómo escribía otro estadounidense en París, Fitzgerald? «Primero, te tomas una bebida. Segundo, la bebida se toma una bebida. Tercero, la bebida te toma a ti»: hablando claro, únicamente a la tercera cerveza dejo de ser yo quien decide. En el caso de la llamada, la situación es más apremiante e imperiosa: «Primero, la llamada te toma a ti. Segundo, la llamada te toma a ti. Tercero, la llamada te toma a ti».
Para resolver el enigma intentamos, antes que nada, definir el ambiente en el que tiene lugar la llamada: lasARMI, esto es, el aparato[apparecchio] que transmite la llamada; los movilizados, es decir, una parte considerable de los sesenta y cuatro mil millones de destinatarios y remitentes de los correos que se envían cada día; la militarización, a saber, el contexto despojado de las distinciones, propias de la vida civil, entre público y privado, así como entre trabajo y descanso.
El apparecchio: lasARMI
El absoluto. ¿Qué hace de la llamada de móvil algo mucho más poderoso que la atracción por la cerveza de Searle? En pocas palabras, si la cerveza tiene que ver con el espíritu, aunque sea de lúpulo, la llamada comunica con el absoluto. Por primera vez en la historia del mundo, el absoluto está en nuestros bolsillos. El aparato[apparato], cuya manifestación más evidente es internet, es un imperio sobre el que nunca se pone el sol,9 y el hecho de tener unsmartphone en el bolsillo significa tener el mundo en la mano, pero también, y de manera automática, estar en manos del mundo: en cualquier momento podrá llegar una solicitud, en cualquier momento seremos responsables. También se podría establecer, por contrato, que se trabaja una hora a la semana; pero, en cualquier caso, se pondría en práctica el principio por el cual se trabaja durante todas las horas del día (y, nótese bien, los desempleados trabajan más que los demás: tendremos ocasión de volver a este estado de cosas con amplitud). Dentro de poco será posible incluso hacer llamadas desde los aviones (por el momento solo en Estados Unidos), lo que aumentará el riesgo de colisión. Al igual que en el lema de la artillería británica,ubique quo fas et gloria ducunt, lo justo y la gloria conducen a cualquier parte, nos vemos bombardeados por misiles y misivas que, por lo general, llevan implícita una respuesta, con un crecimiento indefinido de la responsabilidad laboral y de la responsabilidad en general. Y así hasta llegar a la hipérbole de telefonear a 11 000 metros mientras se atraviesan los husos horarios, a la carrera, a 900 kilómetros por hora.
El móvil moviliza. He aquí lo que ha cambiado desde los tiempos (hace exactamente veinte años) de la cerveza de Searle. Quien todavía esté en