I. Caminos de la mística: siglos xvii-xx*
Carlo Ossola
La eclosión mística. Sigloxvii
Scatet enim oratio Mysticorum metaphoris, aliisque loquutionibus figuratis: hinc quibusdam nebulae. Esta advertencia introduce el precioso diccionario de Maximilian Sandaeus,Pro theologia mystica clavis, de 1640 y sugiere la necesidad de interrogar un género del que reconocemos, en el sigloxvii, la pertinencia, ya bien formalizada —Mystici suum habent stylum, ut quaelibet curia, suas loquendi formulas, dictionem propria, et phrasim—, que medía al mismo tiempo los riesgos de una novedad naciente:siquidem Mysticis maior est, quam alterius ullius disciplinae Magistris, nova fingendi vocabula libertas. La insuficiencia de la lengua frente a lo que la sobrepasa puede producir tanto el silencio1 como un fervor propenso al neologismo, por sed de una adecuación imposible entre eldecir y la visión:Lingua cordi non sufficit; unde necesse est, ut nova vocabula novasque phrases fingat, quibus singularia Dei dona sibi concessa manifestet.2 Este léxico es un «territorio de desprendimiento»: escapa a la definición allí mismo donde quiereagarrar. Este tema lo ha trabajado Michel de Certeau en las profundidades más atormentadas del alma —de Surin a Pascal—, allí donde todo lazo, todocorrelativo, se oculta para «crear lo irreversible»: «No espero nada del mundo, no aprehendo nada, no quiero nada, no tengo necesidad, por la gracia de Dios, ni del bien ni de la autoridad de nadie. Así, Padre mío, escapo a todas vuestras contiendas».3
El lenguaje que se derivasiente, resbala, ut alacriter [...] curram in odorem unguentorum tuorum,4 es una práctica de los sentidos, fácil, es unasapientia experimentalis quesine ratiocinationibus gustat;5 pero es también un repliegue jadeante,6 una aglutinación de cuerpos y de gloria, que renuncia al enunciado y exhibe el signo-icono:introduces me in cubiculum gloriae tuae, et me tibi inseparabiliter agglutinabis.7
Entre la nada, la aniquilación,annihilatio, y la apoteosis barroca, entre elvacío y laevidencia, un espasmo contrae el lenguaje, lo desfigura. Si la retórica profana (Tesauro, Gracián) lleva la elipsis hacia la «punta»,amentata iacula8 acerada que eleva el vuelo hacia los cielos, eldictado místicoes lanzado al corazón. Así como un cajero hábil entrega una suma sin enumerar los billetes uno tras otro, así Diosroe, «devora el tiempo», ahoga la articulación:Cum Deus aliquid revelat, non loquitur humano modo, unum verbum post aliud proferens, sed plures simul sententias brevi momento promit; sicut periti nummularii, cum pecuniam solvunt, non unum nummum post alium sigillatim dinumerant, sed plures simul uno jactu in mensam effundunt.9
Sin embargo esta experiencia no es un saber: en el momento de enunciarla, la lógica de pertinencia, la argumentación y la articulación semántica se debilitan, y la «ciencia» mística es entonces más que «balbucir»:
De paz