Prólogo
Descubrir el espacio público
«Atravesar la calle para salir de casa» escribió en un poema Cesare Pavese. Así fue como descubrí de niño la calle, la aventura de vivir la ciudad. Salir de casa y de la escuela. Para mí la ciudad fue y es ante todo el espacio público.1 Mi vivencia no corresponde al «habitar» de Bachelard, «las sensaciones y emociones que el individuo experimenta con relación al lugar donde está», que cita Alicia Lindón. Estos sentimientos existen y yo también los he sentido, pero tiendo a objetivizar la realidad del espacio público, lo cual no es una crítica, simplemente otra perspectiva.2 La concepción del espacio público como «lugar» en el que habita el individuo y se siente protegido según Heidegger, citado por Lindón, no me resulta del todo convincente. Puede ser protector o puede ser conflictivo, o territorio de aventura, o espectáculo. O como escribe Breton, en cada esquina puede surgir la sorpresa. Pero me temo que mi fuerte no es el discurso filosófico. Tampoco me siento un «ciudadano-turista» como dice Bauman, un prolífico autor hábil en encontrar términos sencillos y curiosos, conceptos un poco tramposos y bastante confusos, para definir por medio del pensamiento «líquido» las realidades posmodernas. Lo cual no deja de ser una cita pertinente incluida en el muy interesante texto de Daniel Hiernaux.3 A pesar de ser un individuo viajero siento que estoy arraigado en un lugar, o mejor dicho en diversos lugares, en diversos barrios de Barcelona, en París, en Buenos Aires, en México, incluso en Nueva York, vivida primero en las películas y novelas y luego en cuerpo y alma viviendo medio año en el Village al que vuelvo siempre que puedo. En estos lugares no me siento ni turista ni transeúnte.
No cuestiono los dos trabajos citados, estimulantes más que polémicos, y siendo los iniciales sitúan muy bien los textos de la primera parte. Pero ocurre que el prologuista, por motivaciones personales y profesionales, se hainteresado por el espacio público a partir de una experiencia forjada en la infancia y juventud y mucho más tarde se convirtió también como una temática de interés político y urbanístico. Es decir, el espacio público no ha sido tanto un tema de reflexión teórica, sino más bien como un ámbito de intervención. Y cuando lo ha hecho, en escritos y conferencias ha sido en el marco de su actividad profesional o política.
Por lo tanto me voy a explicar un poco sobre mi relación con el «espacio público» y procuraré hacer referencias a los diversos textos que se incluyen en el libro, en la medida de lo posible, y por orden de aparición en la obra. Me atrajo la calle y descubrí la ciudad primero como reacción ente el agobio del encierro, en la casa o en la escuela primaria. De la escuela sólo me atraía el patio, el resto era una tortura. Algo parecido era la casa, otro ámbito en el que te sentías controlado, vigilado y reprimido en permanencia. Muy pronto a partir de los 7 u 8 años me acostumbré a la calle y progresivamente fui descubriendo la ciudad. Y para mí la ciudad eran calles y plazas, gentes que iban de un lado para otro y lugares diversos y visibles, comercios y talleres, tranvías y automóviles, monumentos y oficinas, lugares «centrales» y barrios populares, zonas donde la ciudad se perdía, o cambiaba de nombre, como uno de los primeros libros de Paco Candel. A los 10 ó 12 años conocía gran parte de la ciudad, Barcelona, y podía recitar todas las calles del Eixample, me podía mover por