: Enrique González Fernández
: Otra filosofía cristiana
: Herder Editorial
: 9788425443701
: Biblioteca Herder
: 1
: CHF 9.70
:
: Religion/Theologie
: Spanish
: 440
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Enrique González apuesta por una nueva forma de comprender el Evangelio partiendo de él y no de una tradición filosófica anterior que perturbe y dificulte su mensaje. El título del presente libro invita a hacer una nueva filosofía cristiana, distinta de la vieja: esta, en lugar de partir del Evangelio para comprenderlo con conceptos filosóficos apropiados a él, lo fuerza a adaptarse a unas categorías previas y ajenas que perturban el mensaje revelado porque cosifican al hombre y, por tanto, a Dios. Ello ha perjudicado notablemente a la propia teología, que siempre demanda a la filosofía nuevos y más aptos conceptos. Pero al no ser propuestos, sigue utilizando inercialmente los viejos, y hasta parece afirmar -resignada- que, como no hay otros, debe seguir edificándose sobre la Escolástica, considerada como la única filosofía cristiana porque no conoce otra. Hoy se nos pide realizar la tarea inversa: intentar comprender el Evangelio con categorías más apropiadas, partiendo de él y no de una tradición filosófica anterior que ha gravitado excesivamente sobre el mismo. Esta empresa urgente pide la renovación de nuestros viejos conceptos, obsoletos o inadecuados en el mundo moderno.

Enrique González Fernández (Madrid, 1962), licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense (1985) y también por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, de Roma (1990), obtuvo en esta última Universidad el grado de doctor, también en Filosofía, en 1992. Es profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad San Dámaso. Discípulo y amigo de Julián Marías, entre sus libros destacan los siguientes: La belleza de Cristo. Una comprensión filosófica del Evangelio. (2002), El Renacimiento del Humanismo. Filosofía frente a barbarie (2003) y Julián Marías, apóstol de la divina razón (2017).



INTRODUCCIÓN


El título de este libro invita a hacer unanueva filosofía cristiana, distinta de la vieja: esta fue elaborada con categorías procedentes del paganismo y, en lugar de partir del Evangelio para comprenderlo con conceptos filosóficos apropiados a él, lo fuerza a adaptarse a unas categorías previas y ajenas, provenientes de una metafísica radicalmente opuesta, que perturban el mensaje revelado porque cosifican al hombre y, por tanto, a Dios.

Ello ha perjudicado notablemente a la propia teología, que siempre demanda a la filosofía nuevos y más aptos conceptos, pero como no se los suministra, sigue utilizando inercialmente los antiguos, de lo cual se resiente; y hasta parece afirmar —resignada— que, como no hay otros, debe seguir edificándose sobre la escolástica, considerada como la únicafilosofía cristiana porque no conoceotra. Hoy se nos pide realizar la tarea inversa: intentar comprender el Evangelio con categorías más apropiadas, partiendo de él y no de una tradición filosófica anterior que ha gravitado excesivamente sobre él. Esta empresa urgente (solicitada con esperanza por Ortega y Julián Marías) pide la renovación de nuestros viejos conceptos, obsoletos o inadecuados en el mundo moderno y contemporáneo, tan distinto del antiguo y medieval.

Este trabajo trata de comprender innovadoramente aspectos esenciales de la visión cristiana de Dios, del hombre, del mundo, del derecho, de la cultura, de la metafísica que denominohumanista, incluso de la conversión eucarística (con la nueva teoría que llamosuperesenciación) y hasta de aquello que entendemos como laotra vida. Quizá nunca como hoy hayamos dispuesto de nuevas categorías filosóficas capaces dedar razón del Cristianismo sin la perturbación de aquellas otras, viejas, que estaban lastradas de paganismo, elaboradas para definir cosas.

El Cristianismo «aún espera su elaboración filosófica adecuada, la que permitiría desarrollar sus posibilidades intelectuales, que han sufrido durante siglos toda suerte de interferencias».1

Todavía sin hacer esa elaboración adecuada, muchos vuelven hoy a preguntarse si acaso ha habido alguna vez lo que llamamosfilosofía cristiana; consideran que quizá asistamos a su fin tal y como la conocemos, porque piensan que este concepto es difícilmente compatible con los requisitos de toda perspectiva filosófica, la cual debe gobernarse solo con sus propias leyes y ha de ser independiente de cualquier fe. Por tanto, se oponen a que la «sabiduría natural», como la llaman, sea mezclada con la «sabiduría sobrenatural». Más aún: califican como «dogmática» toda filosofía que confiese que está orientada desde la fe o, al menos, que se relacione con esta.

Tras las discusiones apasionadas sobrefilosofía cristiana tenidas principalmente en francés durante los años treinta del sigloXX, ocurre que hoy, cuando incluso bastantes católicos han recuperado modelos medievales, «se comprende que finalmente el público en general se haya desinteresado sobre la cuestión de la “filosofía cristiana”».2 Tanto es así que:

En nuestra época se habla cada vez menos de «filosofía cristiana». Quien hoy usara esta expresión sin precaución enseguida sería sospechoso de no haber comprendido nada sobre la situación actual de la filosofía. Cualquiera que sea el fundamento de tal sospecha, el hecho es que entre las corrientes filosóficas vigentes la «filosofía cristiana» brilla ante todo por su ausencia. Entre los motivos de tal situación se tiene, en muchos «cristianos filósofos» atentos al actual contexto cultural, la preocupación por salvaguardar el estatuto de autonomía del pensamiento filosófico para reconocer que no puede ser específicamente cristiano. Evitan la expresión «filosofía cristiana», q