Después…
Apuntes a una conversación sobrefilosofía, democracia y libertad
Daniel Gamper
La contingencia y su superación
A la filosofía se llega desde diversos frentes, las tradiciones filosóficas. Los libros que leemos ycómo los leemos, los sesgos de la propia lengua,las costumbres y los maestros que se han elegido son métodos, es decir, formas de transitar por los problemas de siempre. El cartesianismo francés, laracionalidad alemana, el análisis británico son lasbrújulas más habituales, con las cuales las respectivas academias han fijado corpus doctrinales y maneras de escribir tesis doctorales.
El contexto español, marcado por décadas deaduanas intelectuales, se mueve en el margende Europa. Las generaciones de estudiantes queentraron en la universidad tras la transición democrática hallaron eclecticismo metodológico:los que soplaban en las cenizas aún humeantes de Marx; los analíticos pujando por una hegemonía académica que no tardaría en llegarles; los fenomenólogos y hermeneutas que combinaban exégesis bíblica con angustia existencial; los lectores atentos de Ortega, Unamuno, Zubiri y Aranguren reclamando a través del estilo una identidad propia para el pensamiento peninsular; y los que estaban a la última, con Foucault, Adorno, Deleuze, Derrida, Vattimo y Habermas como pensadores enseña. Hacerse con los rudimentos delfilosofar consistía entonces, casi sin excepciones, en alzarse para otear más allá de los Pirineos, tan cercanos desde Barcelona que muchos sentían la frustración de no haber nacido unos centenares de quilómetros más al norte.
La posterior internacionalización de la academia ha borrado muchas fronteras disciplinares, restaurando la pulsión omnímoda del pensamiento filosófico de un lado, mientras por el otro se incurre en una uniformización lingüística y en un estilo deescritura plano y aburrido, como si de una ciencia aplicada se tratara. La filosofía ha dejado de iracompañada de un adjetivo de nacionalidad. Semantiene únicamente la división de corte anglosajón entre continentales y analíticos, como dosmaneras no complementarias pero sí compatiblesde entender la empresa filosófica. La filosofía seestudia a través de internet, sin dependencias directas de la producción editorial de cada país, con acceso directo e ilimitado a todo lo que se produce ahí en donde se produce. El intercambio no tiene límites y las tradiciones se revelan de nuevo, para quien mantiene una perspectiva no especializada, como ramas de un tronco común.
Esta filosofía plenamente globalizada e internacional, en la que imperan los índices de impacto,las editoriales de prestigio, los congresos internacionales y las agencias de evaluación se confrontacon su pasado más reciente, cuando el medio privilegiado para transmitir conocimiento filosófico y para poner a prueba a los candidatos a filósofos eranaún el libro y el ensayo, por contraposición al artículopeer reviewedque debe ser exhaustivo y sintético a la par. Bernstein y Taylor pertenecen a la última generación que a pesar de estar plenamente integrada en la actividad universitaria conserva aúnel amateurismo de los filósofos clásicos, cuandobastaba con esperar que llegaran los pensamientos y no había que correr frenéticamente para producir nuevas ideas con fecha de caducidad incorporada o para vestir con prendas nuevas argumentos archiconocidos. Las tradiciones filosóficas, la geografía académica y la transformación de los libros de filosofía en productos de investigación fueron el motivo de apertura de la conversación de mayo de 2015.
La charla con ambos filósofos, educados en laotra orilla del Atlántico, en Nueva York y Montreal, dos