El hambre y el amor
«Todo ha ido bien hasta que he intentado quitar el pecho amihija Elena, que hoy tiene dos años y medio. Había aceptadolos primeros alimentos sólidos, que comía con la cuchara.Seguía dándole el pecho, animada por el pediatra, que me decía que era una pena quitárselo, ya que aún tenía leche.Pero hoy estoy cansada y preocupada y no sé qué hacer: en cuanto mi hija me ve exige el pecho. Es una pesadilla, sobretodo de noche: se despierta varias veces y sólo me quiere amí. Yo sé que no quiere pecho por hambre, pienso que solamente lo quiere para «mimarse». De hecho, se relaja y muchas veces se duerme con el pezón en la boca. He probado a darle el chupete, pero lo escupe, y rechaza también el biberón y la cuchara: o le doy yo de comer o gira la cara haciaotro lado. En concreto, este retroceso se ha producido desdeque he intentado quitarle completamente el pecho. Pero estoy cansada; en el trabajo lucho para no quedarme dormida, estoy nerviosa, irascible: ¿es posible que con casi tres años mi hija quiera todavía tomar el pecho? A veces me desabrocha la camisa o me levanta el jersey para coger lo que quiere, y si me resisto empieza a gritar tan fuerte y a desesperarse tanto que, finalmente, cedo. En realidad no consigo quitarle el pecho, temo que pueda sufrir un trauma. ¡No quiero que mihija me odie!».
Lucía
Así se expresa Lucía durante la primera consulta, a la esperade respuestas útiles para resolver un doble problema: destetar a Elena y hacerla autónoma de ella. Este testimonio esparadigmático de muchas historias que mamás y papáscuentan, lamentando su fatiga y preocupación, e imaginando esperanzados que el especialista pueda encontrar unasolución «mágica» que resuelva el problema de su niño. Pero no es así, sobre todo si los padres no están concienciados de que el destete y la separación nunca son vividos solamentepor el niño, es decir, que no suponen una fatiga dolorosaqueimplica únicamente al pequeño. Al contrario, separación ydestete suponen un recorrido binario: mamá e hijo encuentran por primera vez la frustración de tener que renunciar a la unión originaria de la lactancia alarga a través del contacto de los dos cuerpos, y a esa intensa e íntima comunicaciónno verbal y afectiva que hace única y especial la lactancia. ¡La dimensión afectiva y alimentaria están interconectadashasta tal punto que en los primeros meses de vida no se entiende a quién pertenece más el pecho, si al bebé o a la mamá!
Sin embargo, también los padres, hoy en día más implicados desde el embarazo y dispuestos a cuidar del hijo,desempeñan un papel precioso y útil en el cumplimientodelnecesario camino de separación de la pareja madre-niño. Eldeseo, como hombre y como padre, funciona como límitedel idilio materno y distracción para el niño hacia otroobjeto de amor, distinto de la madre. Entonces, ¿por qué estan difícil el destete?
A partir del encuentro que, desde el nacimiento, el recién nacido tiene con el alimento y el amor en la experiencia dela lactancia, la comida se vuelve el objeto de la infancia. Elcomportamiento alimentario en el niño se transforma muypronto en vehículo no sólo de «sustancias proteicas», sinotambién de mensajes que se dirigen a sus objetos de amor,los cuales deben ser reconocidos, acogidos e interpretados.En efecto, no se agota el acto alimenticio únicamente en lasatisfacción de una nec