Prefacio:
La intempestiva actualidad
de Herbert Marcuse
Jordi Maiso
«Lo que ha envejecido no es por esto falso.»
Herbert Marcuse
Herbert Marcuse es sin duda un icono del pensamiento crítico del sigloxx. La imagen del filósofo canoso y entrado en años rodeado por los estudiantes rebeldes en Berlín y París era elocuente y poderosa, y le hizo aparecer como padre espiritual de las revueltas de 1968. Pero ese brillo tuvo su reverso. Con el pasar de los años, su pensamiento fue injustamente identificado con un utopismo trasnochado del que buena parte de sus antiguos partidarios prefería distanciarse. De modo que conceptos que la lógica mediática había convertido en consignas –el gran rechazo, la tolerancia represiva, la sociedad unidimensional o la crítica del autoritarismo– quedaron atrás como cáscaras vacías, y no precisamente porque hubieran perdido su vigencia. Tratar a Marcuse como un autordemodé es tanto más inmerecido cuanto que en rigor fue su icono, no su pensamiento lo que estuvo «de moda». El propio Marcuse, en todo caso, se resistió a ser considerado el «gurú» del movimiento estudiantil que eclosionó hace hoy cincuenta años. Su pensamiento no aspiraba sino a quebrar el conformismo dominante en la Guerra Fría para formular una crítica de la sociedad de su tiempo que permitiera alumbrar nuevas formas de racionalidad y sensibilidad. En este sentido los movimientos de protesta surgidos a partir de los años sesenta supusieron la emergencia de un aliado inesperado. Frente a la deriva dogmática del marxismo y su fetichización de las fuerzas productivas, Marcuse saludó en estas movilizaciones la negativa a adaptarse a la gris cotidianeidad del trabajo y el consumo y la búsqueda de una nueva forma de vida. Mucho se ha hablado de su papel como mentor de esta joven generación, aunque es probable que para la gran mayoría Marcuse fuera una figura simbólica e influyente, pero menos leída y comprendida de lo que se supone a menudo. Muy posiblemente la Nueva Izquierda supuso más para Marcuse de lo que Marcuse supuso para la Nueva Izquierda. En 1968 había cumplido 70 años, y en principio parecía tener ya toda una obra a sus espaldas. Sin embargo, el diálogo con una generación politizada y vital le permitiría revitalizar su pensamiento en una atmósfera ajena a toda resignación, mediando distancias generacionales y dando lugar a procesos de aprendizaje que se revelarían fructíferos para ambas partes. Su influencia puede rastrearse en sus escritos desde finales de los sesenta y, por supuesto, también en el presente libro.
Filosofía radical. Conversaciones con Marcuse ha de entenderse en el marco de estas discusiones con la Nueva Izquierda. El libro fue originalmente publicado en alemán en 1978, apenas un año antes de la muerte del autor. Marcuse vivía entonces en Estados Unidos, donde había tenido que refugiarse cuatro décadas antes huyendo del nacional-socialismo. Aquí se encuentra con autores e intelectuales europeos, de calados y proveniencias muy distintas, que discuten con él en busca de clarificación histórica, teórica y política. Hablan sobre