Introducción
Cómo llegar a ser filósofo
El viaje a Sorrento no es el primer gran viaje de Nietzscheal extranjero, su primer gran viaje al Sur, sino la verdadera ruptura en su vida y en el desarrollo de su filosofía. Se produce en 1876, en un momento en el que Nietzschepadece graves sufrimientos morales y psíquicos. Su salud se ha debilitado, fuertes neuralgias le obligan a permanecer en el lecho al menos una vez por semana coninsoportables migrañas. También es el tiempo de hacerun balance intelectual. Aunque ha cumplido 32 años,Nietzsche comienza a lamentarse de haber aceptadomuy joven, demasiado joven, quizás, la cátedra de profesor en Basilea, que ocupa desde hace siete años y quele pesa cada día más. Pero más grave todavía es el fervor de su compromiso de propagandista wagneriano quecede poco a poco el lugar al desencanto y a la duda.
Cuatro años antes, el joven profesor de filologíaclásica de la Universidad de Basilea había escrito un libro tituladoEl nacimiento de la tragedia creado por elespíritu de la músicaen el cual, partiendo de una investigación sobre el origen de la tragedia griega, propuso una reforma de la cultura alemana fundada sobre una metafísica del arte y sobre el renacimientodelmito trágico. Según esta combinación original de sólidas hipótesis filológicas, con elementos sacados de lafilosofía de Schopenhauer y de la teoría del dramawagneriano, el mundo no puede justificarse más que comofenómeno estético. El principio metafísico que formala esencia del mundo, que Nietzsche llama «lo Uno-primordial» (Ur-Eine), está en efecto sufriendo eternamente porque está formado por una mezcla de alegríay dolor originarios. Para librarse de esta contradiccióninterna, es preciso crear bellas representacionesoníricas. El mundo es el producto de estas representaciones artísticas anestesiantes, el reflejo de una contradicción perpetua, la invención poética de un dios sufriente y torturado. Incluso los seres humanos, segúnEl nacimiento de la tragedia, son representaciones de lo Uno-primordial y cuando producen imágenes artísticas, como la tragedia griega o el drama wagneriano, siguen y amplifican a su vez el impulso oníricoy salvador de la naturaleza.1Esta función metafísica de laactividad estética explica el lugar privilegiado que se le asigna al artista en el interior de la comunidad enla medida en que él es el continuador de los fines delanaturaleza y el productor de mitos que favorecenigualmente la cohesión social: «sin el mito toda cultura pierde su fuerza natural sana y creadora: sólo un horizonte rodeado de mitos cohesiona todo un movimiento cultural y le da unidad».2Frente a la descomposición del mundo moderno, compuesto por una pluralidad de fuerzas no armonizadas, Nietzsche habíaintentado con este primer libro salvar la civilización,poniéndola bajo la campana de cristal del mito y de lametafísica, confiándola a la dirección del músico dramaturgo.3
El festival wagneriano de Bayreuth, en agosto de 1876,habría de marcar el comienzo de esta acción cultural para una renovación profunda de la cultura alemana yel nacimiento de una civilización artística. Nietzsche había puesto