: Emilia Robles Bohorquez
: Aparecida Por un nuevo tiempo de alegría y esperanza en la vida eclesial
: Herder Editorial
: 9788425433467
: 1
: CHF 9,70
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: Christentum
: Spanish
: 272
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Si queremos entender qué piensa el papa Francisco y cuál es su visión para la Iglesia del futuro, debemos conocer el documento de Aparecida, que él mismo redactó para la Iglesia Latinoamericana en 2007. El Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), que agrupa a los obispos católicos de la región, celebró en 2007 una conferencia en Aparecida, ciudad situada en el interior de São Paulo. En dicha conferencia, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio jugó un papel importante como relator. En 2013, el papa Francisco volvía a visitar el Santuario de Aparecida y resaltaba el acto que allí tuvo lugar como clave y como referencia para toda la Iglesia. Esta obra colectiva, bajo la coordinación de Emilia Robles, da voz a algunos de aquellos testigos de esperanza. El objetivo es develar ciertos hilos que unen el Vaticano II, el proceso de la Conferencia de Aparecida, el nuevo pontificado de Francisco tras la renuncia de Benedicto XVI y el futuro de un proceso conciliar en la Iglesia. Partiendo de una experiencia localizada en un continente, pero con raíces, tronco y ramas universales, constataremos que su proyección a otras latitudes podría purificar y renovar el seno de la Iglesia y hacer que la institución retorne a sus orígenes.

Emilia Robles Bohórquez estudió Teología Pastoral y Psicología. Es experta en el hecho religioso, Gestalt, mediación y comunicación. Fue profesora de Religión y trabajó en instituciones educativas, como mediadora y consultura. Desde 2002 es coordinadora de Proconcil, iniciativa a favor de un proceso conciliar. Ha traducido y editado dos obras de Fritz Lobinger publicadas por Herder Editorial.

PRÓLOGO
APARECIDA: UNA MÍSTICA DE OJOS ABIERTOS

Ana María Schlüter Rodés




Al leer este libro, de una gran riqueza, me vino a la memoria una leyenda popular rusa, según la cual la Madre de Dios desciende al infierno, acompañada en este doloroso camino por el arcángel Miguel. Ve el inmenso sufrimiento que padecen los que están allí y cae de rodillas pidiendo clemencia para todos sin excepción. No consiente que ni uno solo quede excluido de la salvación y, a través de este acto de solidaridad total, hace posible la salvación hasta de los más perdidos.

Según el profesor emérito de lenguas eslavas de la universidad de Lovaina, Ton Lathouwers, esta leyenda ortodoxa, que juega un papel importante enLos hermanos Karamazov, de Dostoievski, está emparentada con el mito muy conocido del budismo Mahayana, según el cual Kuan Yin, «la que escucha los gemidos de los que sufren», desciende igualmente a la oscuridad más profunda para salvarlos.

En la tradición ortodoxa rusa es la Madre de Dios la que «escucha los gemidos de los que sufren» y es garante de compasión incondicional. Esta leyenda une, de un modo directo, dos tradiciones religiosas muy diferentes, la ortodoxa rusa y la budista. Tanto el himno a la Madre de Dios, el Akáthistos, como el sutra de Kuan Yin son cantos de alabanza a la sabiduría llena de compasión y misericordia, refugio de todos los que sufren. Junto con el corazón de Jesús, también «el corazón de María es la patria de todos los que, en el paso por la tierra, no encuentran verdadera ciudadanía, con todos sus derechos respetados» (cf.infra, p. 206).

Es un elocuente ejemplo más de que «las semillas del Verbo se encuentran en el corazón de cada persona y en el corazón de cada cultura», como dice Alfredo J. Gonçalves, hablando del rostro sufriente de los migrantes (cf.infra, p. 196).

A la V Asamblea General de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), estuvo invitado, en representación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, monseñor Tarasios, arzobispo griego ortodoxo de Buenos Aires y de América del Sur. Además de la Iglesia oriental ortodoxa asistieron «observadores» de otras confesiones cristianas presentes en el continente: la anglicana, la luterana, la reformada, la bautista y la pentecostal. En el presente libro, el diálogo ecuménico entre diferentes confesiones cristianas y el diálogo interreligioso, giran con «mirada maternal de Dios» en torno al sufrimiento humano.

Para ello basta ver, por ejemplo, el saludo de los observadores de la tradición evangélica ante la V Asamblea General delCELAM, leído por el pastor Néstor Míguez, y la intervención del rabino Claudio Epelman en nombre del judaísmo, que concluyó con la bendición: «Bendito eres Tú, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos diste la vida, nos sostuviste y nos permitiste llegar a este momento» (cf.infra, p. 76).

María enseña a guardar en el corazón acontecimientos y palabras imposibles de entender. El silencio de su corazón y de cualquiera es «el taller o el útero de la Palabra» (cf.infra, p. 205) y de una acción en que el verdadero actor es el Espíritu Santo. Dicho de otra manera, la contemplación es la fuente de una acción auténticamente humana, pues «ayuda a situar nuestro esfuerzo en la verdadera y real profundidad de la acción divina que impulsa silenciosamente la historia».1

Santa Teresa, enLas moradas, dice que de la un