1. El cambio emocional correctivo
Todo conocimiento comienza por los sentimientos.
LEONARDO DA VINCI
Por numerosas que sean las teorías sobre el cambio y sobre el modo en que puede ser realizado, como veremos detalladamente en los capítulos siguientes, hay un constructo común a todos los enfoques: «el de la experiencia emocional correctiva». Tanto los estudiosos y los investigadores como los terapeutas y losproblem solvers coinciden en que, para que se produzca un cambio real en el sentimiento y en la actuación es indispensable que el sujeto viva una experiencia que le haga descubrir algo que transforme su forma de ver las cosas. En otras palabras, el reconocimiento de haber adoptado un punto de vista distinto hace transformar completamente la realidad que está bajo observación. Esto no solo permite cambios terapéuticos en personas que sufren, sino que además permite al científico realizar descubrimientos importantes. Piénsese en la manzana de Newton y en cómo un hecho aparentemente banal, esto es, la fruta que cae sobre el gran científico, provoca en este una intuición perseguida pero no encontrada. Cuando William James declara, a propósito de los genios, que su característica esencial es «la facultad de percibir las cosas desde perspectivas no comunes», se refiere justamente a la capacidad de cambiar los puntos de vista y descubrir así lo que permanece oculto si mantenemos posturas rígidas. Pero si el genio posee este don o esta capacidad adquirida, al hombre corriente le cuesta mucho apartarse aunque sea ligeramente de su forma de pensar y de sus convicciones, y se aferra a ellas constantemente porque son la base de su identidad y estabilidad personal. No obstante, aunque pueda parecer extraño, la escasez de inteligencia o de conocimientos no son directamente proporcionales a la resistencia al cambio. Es más: son las personas más capaces y que han tenido más éxito las que están ligadas de forma más rígida a sus esquemas, porque, en virtud de nuestro funcionamiento mental, todos tendemos a volver a proponer los guiones de conducta triunfadores que, la mayoría de las veces, actúan por debajo de la conciencia y, por tanto, son muy poco controlables por la razón (Nardone, 2017). Por este motivo, incluso los auténticos genios han tenido terribles fracasos. Como el lector comprenderá perfectamente, hablar de cambio conduce inevitablemente a tomar también en consideración las resistencias que suscita.
Volvamos al constructo de experiencia emocional correctiva y preguntémonos: ¿cuál es la diferencia, en términos de dinámica, entre el descubrimiento de la ley de gravitación universal de Newton o la «casual» de la penicilina por parte de Alexander Fleming, y una taumatúrgica curación de un trastorno mental? Diría que muy poca, excepto que, utilizando las palabras del propio Fleming, «la casualidad ayuda a la mente preparada». Es decir, los dos científicos, gracias a su preparación como investigadores captaron algo que la mayoría de los seres humanos no es capaz de entrever ni de lejos. En cambio, el sujeto que padece una patología mental o es arrollado casual e inconscientemente por un hecho perturbador que lo lleva a cambiar sus percepciones y su modo de actuar, o ha de ser inducido por un terapeuta hábil a vivir una serie de experiencias emocionales correctivas capaces de sacarle de la trampa mental de su trastorno. Ahora bien, la dinámica de «efecto descubrimiento» que induce al cambio es isomorfa en ambos casos. Si pasamos de la ciencia y de la terapia al campo de la economía vemos que también se pueden observar dinámicas de cambio parecidas. Richard Thaler, premio Nobel de economía en 2017, explica claramente que el comportamiento económico responde mucho más a estrategias que indirectamente conducen al sujeto a «descubrir» la mejor opción respecto a «explicaciones racionales» sobre la elección que hay que realizar. En su libroNudge (Thaler y Sunstein, 2009), expone de manera convincente la estrategia del cambio, que se produce dando pequeños empujones a un sistema de modo que este responda desencadenando una reacción en cadena que subvertirá completamente su equilibrio. Lástima que se olvidara de mencionar tanto a Kurt Lewin, quien casi cien años antes trató brillantemente este tema, y