CAMBIOS SOCIOCULTURALES Y EXPERIENCIAS AUTOGESTIONADAS PARA UNA ATENCIÓN MÁS INTEGRAL Y COMUNITARIA DE LAS PSICOSIS
JORGE L. TIZÓN
Gracias a la insustituible colaboración de la Editorial Herder y de su organización en España, nuestra colección 3P (Psicopatología y Psicoterapia de las Psicosis) llega a su 25.o volumen. Y entre los balances que realizamos habitualmente de la colección,* ya hace tiempo habíamos sido conscientes de que el conjunto de la 3P podía estar quedando demasiado «políticamente correcto». Entre otras razones, por sus propios objetivos: presentar estudios y aportaciones empíricas más que publicaciones teóricas, filosóficas o ideológicas. También por el hecho de que gran parte de nuestros autores son de formación y adscripción anglosajona, y sabemos bastante de esa especie de «alergia» dominante entre los profesionales de esa procedencia y con esos intereses a bajar a los embarrados y deslizantes terrenos de la discusión ideológica y política.**
Por unas y otras razones, creemos que la orientación global de la colección podía resentirse de esa perspectiva «empirista» (en realidad, falta de perspectiva). Como muy bien dice Benedetto en este volumen, «las constricciones conceptuales y lingüísticas a las que está sujeta la bibliografía sobre el tema (…), por un lado, y el lenguaje genérico y políticamente correcto de los organismos internacionales, por otro», tienden a producir una deriva hacia el exceso de autolimitación y autocensura. Por eso nos alegramos de presentar un antídoto para las mismas. Además, escrito por el propio Saraceno.
La atención integral a las psicosis, el objetivo de la colección 3P, es, sin embargo, piedra de toque dentro del capítulo de la atención a la salud mental y del movimiento por la salud mental global, del que nos habla en este libro Benedetto Saraceno. Y no solo es piedra de toque en nuestro campo profesional, sino que, a nuestro entender, se trata de un elemento clave para medir la integración y democracia real reinantes en una sociedad: de hecho, la reciente historia de la humanidad es buena muestra de cómo pueden coincidir en un mismo siglo intentos de exterminio de las diferencias (y el exterminio de los pacientes con psicosis)1-4 con los intentos comunitarios y técnicos más profundamente democráticos ycomunitaristas.5-18 Empero, esa perspectiva del tema más «global», ideológica o «política», había figurado en nuestra colección en escasas ocasiones, lo cual podría ser una importante carencia: como venimos postulando ininterrumpidamente desde 1978, la atención integral a la psicosis necesita de cambios no solo teóricos y organizativos, sino también políticos y culturales. Por todo ello (y por muchas otras razones que no es del caso resumir aquí), desde al menos 1978 mantenemos ese principio de que la atención a las psicosis es uno de los mejores indicadores de la democracia real de una sociedad.3,4,13-15
Como nos recuerda Saraceno, las prioridades para la reforma de la atención a la salud mental que suelen declararse en toda planificación pueden resumirse en cuatro grupos:
- La formación en salud mental del personal sanitario y comunitario del primer nivel.
- La promoción de la salud mental en la población general mediante campañasad hoc.
- La formulación de normas y estándares para hacer cuantificable y evaluable la actividad del sistema de salud mental.
- La creación o consolidación de centros y niveles de excelencia en formación, investigación y práctica clínica.
Como puede deducirse con la mera lectura de esos objetivos globales de la planificación en salud mental, coinciden con lo que se necesitaría en el ámbito de la psicosis, ámbito que, si bien tiene que considerarse central en toda reforma psiquiátrica, suele hallarse aún más atrasado y controvertido que la atención a la salud mental en general.4,15 De ahí que, como defiende Saraceno, no deberían considerarsereales intentos de reforma o replanteamiento de la atención a las psicosis (y de la atención a la salud mental) las políticas y reformas técnicas que no apunten abiertamente hacia la reducción del aislamiento, el hospitalismo y la marginación. Que no se planteen, en consecuencia, la reducción sistemática de la atención intrahospitalaria y del sobredimensionado número de camas en los hospitales psiquiátricos, pero con un desplazamiento coetáneo y multiplicado a favor de inversiones en los servicios territoriales y comunitarios; que no apunten abiertamente hacia la creación de estructuras residenciales extrahospitalarias para pacientes con patologías graves y sin recursos familiares, hacia la promoción de programas de inserción laboral y hacia la creación de mecanismos de vigilancia sobre las