: Martin Meier
: Óscar Romero Mística y lucha por la justicia
: Herder Editorial
: 9788425431548
: Maestros espirituales
: 1
: CHF 6.90
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: Christentum
: Spanish
: 176
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Monseñor Óscar Romero es un emblema de la teología de la liberación y personifica el cambio de la iglesia latinoamericana en favor de los más pobres. Su profética condena de la injusticia lo enfrentó con los ricos y poderosos y lo convirtió en blanco de sus enemistades hasta que el 24 de marzo de 1980 fue asesinado a tiros durante una eucaristía.  El autor de este título, el jesuita Martin Maier, conocedor del movimiento de la teología de la liberación y del legado de Óscar Romero, describe su camino haciendo especial hincapié en la evolución de sus pensamientos y actitudes. Maier muestra cómo la unidad de mística y política, tal como la vivía Romero, puede ser hoy una fuente de inspiración para trabajar por un mundo más justo.  Lo más importante del libro es que me ha recordado y evocado lo más hondo de monseñor Romero y lo que hoy puede seguir humanizando en un mundo que necesita rumbo y esperanza: el amor -sin componendas- a los pobres de este mundo. Jon Sobrino

UNA VIEJA HISTORIA

La muerte de Óscar Romero estaba tan anunciada y era tan previsible como la de Jesús de Nazaret, su Señor y Maestro. Existen muchos paralelos sorprendentes en su vida. Ambos nacieron en condiciones de pobreza en la provincia de un pequeño país insignificante. Ambos vivieron en una profunda compenetración con Dios y oraban preferentemente de noche. El primer oficio que aprendieron fue el de carpintero. Para ambos, el asesinato de un buen amigo significó un cambio decisivo en sus vidas. Con sus homilías, se convirtieron en personas conocidas para la opinión pública. Predicaron la bondad y la benignidad de Dios. Y anunciaron la llegada del reino de Dios como un nuevo orden fraternal entre los seres humanos.

Ambos tomaron partido por los pobres y los discriminados socialmente. Por eso, fue para ellos una experiencia clave feliz el hecho de que Dios se les mostrara precisamente en aquellos que no contaban según las normas usuales. Siguiendo la tradición de los profetas de Israel, atacaron la injusticia y la corrupción. Tampoco se detuvieron ante los líderes religiosos. Sin embargo, al igual que los profetas, tenían plena esperanza en un futuro mejor. Ambos se convirtieron en un «caso» para los custodios de la ortodoxia religiosa. Se les reprochó andar en «mala compañía». Se dijo de ambos que estaban locos y poseídos por el diablo. Los dos se convirtieron en piedra de escándalo.

Con el tiempo, todos los grupos socialmente importantes se aliaron contra ellos. Se les acusó de ser sediciosos y de alterar el orden público. También ambos entraron en confrontación con las potencias imperialistas de su época. A los dos se les concedió escasamente tres años para su obra en medio del gran público.

Su única arma fue la palabra. Ambos creían que la palabra de Dios podía cambiar la realidad. A la violencia de sus enemigos se enfrentaron con la renuncia a la violencia por amor. Habían aceptado su muerte de forma consciente, pero no por ello dejaron de sentir angustias mortales. Su asesinato se calculó fríamente. Los dos perdonaron a sus verdugos. Según el criterio humano, los dos fracasaron. No obstante, fueron hacia la muerte manteniendo la fe en que su entrega de la vida no iba a ser en vano. Ambos confiaron en que, con su fallecimiento, se iba a cumplir la ley natural de muerte y resurrección, así como el grano de trigo que cae en la tierra muere para después dar abundantes frutos.

La historia de Óscar Romero es muy antigua. Es la historia de Jesús.

EL CAMINO HASTA LA ORDENACIÓN SACERDOTAL: 1917-1943

Óscar Romero nació el 15 de agosto de 1917, siendo el segundo de ocho hijos, en la pequeña ciudad provinciana de Ciudad Barrios, que se encuentra en la región montañosa del nordeste de El Salvador, no lejos de la frontera con Honduras. En Ciudad Barrios vivían por entonces unas 1000 personas. Santos Romero, el padre, y Guadalupe de Jesús Galdámez, la madre, eran mestizos, en los que se había mezclado la sangre de los nativos indígenas con la de los conquistadores. Fueron dos hermanos españoles, de apellido Alvarado, los que conquistaron e