: Francisco José Alarcos
: Ética para seducir
: Herder Editorial
: 9788425434280
: 1
: CHF 7.80
:
: Christentum
: Spanish
: 168
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El autor propone en este ensayo repensar algunos presupuestos nucleares de la ética cristina. Si esta pretende hacerse creíble y mantener la capacidad seductora de su propuesta ha de tener presente que algunos de los elementos que la sostenían han dejado de estar presentes. 'Lo creíble es, por definición, indemostrable, inverificable mediante pruebas definitivas. Si hay que reconocer algo como creíble, el punto de partida es la confianza en quien hace la propuesta, sin que por ello quede anulada la capacidad crítica y reflexiva, sino más bien potenciada.' Para ello, el autor busca, a través de cinco vías de reflexión, el campo de intersección axiológico de la ética cristiana con el humanismo laico, pero sin descuidar lo más genuino y propio de la opción moral cimentada en las palabras, en los gestos y en las obras de Jesús de Nazaret.

Francisco J. Alarcos Martínez es profesor de ética teológica y director de la Cátedra Andaluza de Bioética de la Facultad de Teología de Granada. Dirige, además, el Centro de Estudios Teológicos de la Diócesis de Guadix. Forma parte de la Cátedra de Ética de las Profesiones de la Universidad de Granada y del consejo asesor de 'Ars Brevis' de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramón Llull de Barcelona. Ha escrito varios libros sobre ética, bioética y religión.

1
LA COHERENCIA EX-PUESTA

Los humanos estamos estructurados alrededor de tres núcleos fundamentales que interaccionan entre sí: lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos. Lo que pensamos tiene que ver con la dimensiónnoética (del griegoνόησις, conocimiento racional del mundo de las ideas en general). Lo que hacemos está ligado a laética (del griegoἔθος oἦθος, capacidad de enjuiciar el obrar). Y lo que sentimos se vincula a la facultadestética (del griegoαἰσθητική, relativo a la sensación).

En el primer núcleo, toda idea pensada se articula y se expresa mediante un lenguaje. La palabra, en efecto, es un elemento constitutivo de la dimensión noética, sin la cual no podríamos nombrar lo real ni ubicarnos en ello. Es más, sin el lenguaje la realidad en cierto modo se disuelve: si esta no es nombrada, en muchos sentidos es como si no existiera. Así que un primer nivel de coherencia, se establece ya aquí. El uso de palabras huecas, el lenguaje vacío de contenido, expresa una incoherencia entre la palabra emitida y la idea construida, entre la retórica y la dialéctica. El segundo núcleo, la ética, tiene que ver con la capacidad de afirmar que algo es bueno o malo, justo o injusto, situándonos ante lo real que nos interpela, que nos pide una respuesta. Está vinculado directamente con el obrar, que también puede ser coherente o incoherente. El tercer núcleo, el de lo emocional, tiene que ver con la capacidad para sentir lo real y dejarnos afectar por ello, alejándonos así de la indolencia y la indiferencia. Acontece en ese rincón del alma que resulta inverificable desde el exterior. Pero de su invisibilidad no se concluye ni su ausencia ni su presencia, sino que se da en un ámbito al que solo, y a solas, accede cada ser humano por sí mismo.

No cabe duda de que el saber y el sentir configuran buena parte de nuestro obrar. Es más, si alguien tiene atrofiado uno de ellos, o ambos a la vez, no se le puede pedir responsabilidad moral. Un discapacitado psíquico que tiene una grave desconexión con lo real porque «no sabe» o «no se da cuenta», no es imputable ética y jurídicamente por su obrar. No es responsable de lo que hace. De igual manera, cuando se elimina o está alterada la dimensión estética de un ser humano, esa capacidad para emocionarse, para quedar «tocado» por lo real, para experimentar la solidaridad o la compasión, suele emerger una individualidad mutilada emocionalmente, alguien a quien la crueldad y el sufrimiento ajenos pueden no afectarle en absoluto.

1. EL STATUS DE LA COHERENCIA Y LA AUTENTICIDAD

Si decimos esto, es para tratar de colocar en su sitio la coherencia y la autenticidad. Realmente, cuando van ligados lo noético y lo ético, hablamos de coherencia. En el lenguaje común, decimos que esta aparece cuando lo que se dice y lo que se hace van indisolublemente unidos y esto puede ser verificado por un tercero desde fuera. Pero eso no quiere decir que ya estemos directamente en el ámbito de la autenticidad. Esta se da cuando, siempre dentro de la tensión entre lo dicho y lo hecho, la persona siente lo que coherentemente enuncia y realiza como fuente interior de sentido, como su propia «razón existencial».1 Dicho con otras palabras, la coherencia es una exigencia, un requisito, un imperativo que se da siempre mediando entre la noética y la ética, mientras que la autenticidad, además, necesita de la estética, es decir, de la experiencia i