PRÓLOGO
El ecoevangelio de Francisco y Benedicto
En griego, «eco»(oikos)es hogar y «evangelio» significa anuncio gozoso. Ecoevangelio es el concepto que mejor cuadra para definir la encíclicaLaudato si’del papa Francisco, así como los frecuentes llamamientos del papa Benedicto en favor de una ecología humana. Ambos lenguajes son «ecoevangélicos». No solo el discurso experimental en laboratorios de ecología, ni tampoco el discurso escolástico en clases de teología. Un discurso concreto, vivido y espiritual, de corazón a corazón: desde el corazón del Evangelio al corazón de los hogares. Afectiva y efectivamente, esta encíclica —que se publica en la presente edición acompañada por las exhortaciones del pontífice anterior— merece ser recibida con el talante con que está escrita: como una homilía o coloquio del pastor con el pueblo creyente, conversación familiar y discernimiento espiritual de ecoevangelio. Es Evangelio, porque es Buena Noticia. Es ecoevangelio, porque su palabra responde al clamor de casas amenazadas: nuestra casa común, la Tierra, víctima de la explotación humana; y los hogares de millones de familias, a menudo casi sin techo, amenazadas a causa de la misma explotación.
Francisco y Benedicto escuchan el grito desgarrador de la Tierra («la creación, en anhelante espera», Rom 8,19) y el clamor apenado de los pobres. Benedicto y Francisco escuchan la voz del Espíritu de Vida («El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres, me ha enviado a proclamar a los cautivos libertad, y recuperación de la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor», Lc 4,17; Is 61,1-2). De este doble encuentro, escuchando a las víctimas y con atención a la inspiración del Espíritu, nace el encargo ético del cuidado y el mensaje evangélico de la esperanza:ecoética y ecoevangelio.
La encíclicaLaudato si’prolonga, profundiza y amplía, a la altura de los tiempos, el llamamiento reiterado de Benedicto por una ecología humana y cristiana. Dos claves del acento con que habla Francisco: una voz desde lo hondo del Espíritu y con resonancia en las periferias más arrinconadas; actitud espiritual, a la vez ignaciana y franciscana, del discernimiento y la liberación. Son palabras pronunciadas desde el Espíritu y desde el sur; desde el Espíritu, que da vida, y desde el sur del planeta, que anhela poder vivir. La encíclica nos convoca a salir hacia las periferias con la fuerza del Espíritu para salvar un mundo lacerado con multitud de víctimas: las tierras y los pobres. Nos llama a salir de autorreferencias y autosuficiencias, para contemplar y crear, cuidar y custodiar al mundo necesitado. Es una espiritualidad contemplativa y comprometida con la obra del Creador; una espiritualidad atenta a la llamada centrípeta del Espíritu de Vida, que unifica y vivifica todo en todo; sensible al clamor centrífugo de las víctimas, que hace salir de sí hacia todas las periferias de exclusión; alerta ante el grito desgarrador del planeta, amenazado por quienes debían ser sus cuidadores. Así es como predica al unísono la voz de los dos papas del sigloXXI, recopilada en la presente edición conjunta delecoevangelio de Benedicto y Francisco.
Al resaltar la ecología humana, Francisco puntualiza: universalmente humana, es decir, de toda la humanidad sin excluir a ninguna persona víctima de la explotación injusta. Al acentuar la ecología profunda, Francisco precisa: con la profundidad del Espíritu de Vida, fuerz