: Franz Ruppert
: Trauma precoz El embarazo, el parto y los primeros años de vida
: Herder Editorial
: 9788425437489
: 1
: CHF 15.30
:
: Theoretische Psychologie
: Spanish
: 384
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Lo que experimentamos durante el embarazo, el parto y los primeros años de vida tiene un efecto determinante sobre nuestro posterior desarrollo físico y psíquico. La propuesta terapéutica de Ruppert integra el marco teórico de la psicotraumatología transgeneracional con el método de las constelaciones familiares, para sanar estas experiencias traumáticas. Este libro, con la contribución de diversos especialistas en la materia, describe el impacto que tienen en el desarrollo este tipo de traumas, como por ejemplo intentos de aborto, partos complicados o una depresión postparto de la madre, y ofrece diferentes posibilidades para su tratamiento.

Franz Ruppert, psicólogo y psicoterapeuta alemán, es profesor de psicología en la Universidad Católica de Múnich y ejerce como psicoterapeuta. Imparte regularmente seminarios sobre su método de constelaciones terapéuticas en Alemania y en el resto del mundo, y tiene numerosas publicaciones sobre constelaciones y psicotraumatología.

 

1. El trauma precoz y el método de las constelaciones

FRANZ RUPPERT

Poner en marcha el motor

Manfred1 acude a su tercera constelación. En las dos constelaciones anteriores había abordado ciertos síntomas cardíacos que le molestan y asustan desde hace mucho tiempo. De vez en cuando tiene picos de presión arterial alta y taquicardias. Manfred tiene 40 años y es hijo único. No conoció a su progenitor hasta hace dos años, a causa de que sus padres se separaron cuando su madre estaba embarazada de él. Creció con la familia materna, la cual había rechazado a su padre por considerarlo «inapropiado para su hija». En su primera constelación, realizada junto a un numeroso grupo, eligió a una mujer como representante de su tema. Con ello pudo apreciarse claramente la fusión simbiótica existente entre él y su madre. Interiormente, Manfred todavía no podía distinguir con claridad entre él y ella. En su segunda constelación eligió de nuevo a una mujer como representante de su tema. Esta vez se hizo evidente para él que su progenitora había estado muy poco a su lado y que no se hallaba preparada para ejercer de madre con él. En su tercera consulta estuvo presente conmigo una observadora. El deseo del constelante es averiguar por qué tiene tan a menudo las manos y los pies fríos y qué puede hacer para remediarlo. Durante un ECG de esfuerzo con bicicleta ergométrica que se le realizó recientemente se comprobó que, paradójicamente, cuanto más se esforzaba, más se le enfriaban las manos. Él sospecha que ello podría estar relacionado con una situación en la que se sintió impotente. Cuando le pregunto a qué situación se refiere, le viene a la cabeza su nacimiento, que fue complicado y costó mucho tiempo. Su cordón umbilical se había enrollado alrededor del cuello y el parto fue mediante una cesárea de urgencia. Durante el mismo tenía ya la cara azul y fue trasladado de inmediato a un hospital pediátrico, donde pasó varios días sin su madre.

En esta ocasión me ha elegido deliberadamente a mí como representante, por ser hombre, para su propósito de averiguar las causas del frío en sus manos y en sus pies. Mi primera impresión es que tengo la cabeza fría y que puedo percibir con claridad todo lo que me rodea. Tengo la sensación de ser muy listo, como si tuviera un control total o, al menos, una idea general de la situación. No siento el resto de mi cuerpo, estoy como plantado. Tengo los pies juntos y las manos colgando, inmóviles. Un rato después, advierto que, aunque quisiera, no podría moverme. Las órdenes de mi cerebro no le llegan al cuerpo, los impulsos de movimiento que vienen de arriba no llegan hasta abajo. Comparto todo esto con Manfred y él me confirma que siente de forma frecuente un bloqueo en la zona del cuello, nuca y hombros. Y efectivamente, así es como yo me siento, como si en esa zona hubiera un bloque grande y grueso que separara la cabeza del resto del cuerpo.

Cada vez pienso más en la escena del nacimiento que Manfred ha descrito antes. Me siento despierto pero como abandonado al mismo tiempo. Alguien me ha dejado tumbado en algún sitio después de nacer y yo estoy allí tendido, esperando, sin que pueda hacer nada más. Cuando le comunico a Manfr