Introducción
¿Por qué escribir este libro?
Le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos”.
(Lucas 4:17-18)
Estas son las palabras que Jesús leyó en la sinagoga en Nazaret cuando anunció el comienzo de su ministerio. Se identificó a sí mismo como “el siervo del Señor” profetizado por Isaías, que “llevaría justicia” al mundo (Isaías 42:1-7). La mayoría sabe que Jesús vino para traer perdón y gracia. Menos conocida es la enseñanza bíblica de que una verdadera experiencia de la gracia de Jesucristo motiva forzosamente a un hombre o a una mujer a buscar justicia en el mundo.
Mientras trabajaba en este volumen escuché dos preguntas de unos amigos: “¿Para quién lo estás escribiendo?” y “¿Cómo es que te has interesado por el tema de la justicia?”. Las respuestas a estas preguntas son un buen modo de introducir la temática del libro.
¿Para quién es este libro?
Existen cuatro clases de personas que espero que lean este libro. Está la multitud de jóvenes creyentes cristianos que responden con gozo a la llamada de cuidar del necesitado. El voluntariado es la seña de identidad de toda una generación de estudiantes universitarios y recién graduados estadounidenses. El NonProfit Times informa de que los adolescentes y los adultos jóvenes están batiendo “el récord de solicitudes de programas de voluntariado”. Alan Solomont, presiente de la junta de la Corporation for National and Community Service, dice que “[esta] joven generación… está más interesada en servir que otras generaciones”.1 Las tasas de voluntariado entre los adultos jóvenes disminuyeron considerablemente en los setenta y ochenta, pero “los jóvenes actuales crecieron en escuelas donde era más probable tener programas de aprendizaje de servicios… encauzando a los jóvenes en el camino de los servicios comunitarios mucho más pronto que antes”.2
Como pastor cuya iglesia está llena de adultos jóvenes, he visto esta preocupación por la justicia social, pero también veo a muchos que no dejan que su preocupación social afecte a sus vidas personales. No influye en el modo en que gastan el dinero en sí mismos, en cómo dirigen sus carreras laborales, en cómo eligen y viven en sus vecindarios, o a quiénes buscan como amigos. Además, muchos pierden el entusiasmo por el voluntariado con el tiempo.
Desde su joven cu