: Catherine Chalier
: Transmitir de generación en generación
: Herder Editorial
: 9788425449857
: Pensamiento Herder
: 1
: CHF 16.70
:
: Philosophie: Antike bis Gegenwart
: Spanish
: 288
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
En un momento en que se están descuidando las virtudes de las grandes tradiciones en beneficio de las exigencias de la «comunicación» o de un nuevo positivismo, el libro de Catherine Chalier aparece como una lección de sabiduría. Si bien los actos de transmisión constituyen la savia misma de todas las sociedades humanas, son muchos los peligros que los amenazan con consecuencias a menudo dramáticas. Así, el desarrollo de una tutela de la libertad, mediante adoctrinamiento, o, al contrario, un acento excesivo en la autonomía del individuo, al que bastaría transmitir simplemente informaciones y saberes, dañan el vínculo simbólico entre las generaciones. En este libro, se trata de evaluar la magnitud de ese peligro para reflexionar mejor sobre las exigencias, antiguas y nuevas, que dan fuerza, significado y dinamismo a la palabra humana dirigida por los mayores a los más jóvenes. Precisamente en Occidente el acto de transmisión está en crisis, con demasiada frecuencia, se abandonan a su suerte a las nuevas generaciones olvidando legarles lo que nos hace vivir. Regresando a las fuentes griegas, la autora explicita los actos indispensables en toda transmisión: narrar, explicar y demostrar, adoctrinar, informar, escuchar, desear y, finalmente, testimoniar. De una generación a otra puede transmitirse una palabra viva, portadora de esperanza, consciente del aspecto trágico de la historia

Catherine Chalier es filósofa y profesora emérita de Filosofía de la Universidad Paris X Nanterre. Su obra muestra cómo la fuente hebrea del pensamiento renueva el planteamiento de las principales cuestiones filosóficas contemporáneas. Es especialista en la obra de Emmanuel Levinas y ha hecho descubrir el pensamiento jasídico a través de breves monografías. Ha escrito numerosos libros, de los cuales La huella del infinito, Levinas, Tratado de lágrimas y La fraternidad se han traducido al castellano. Entre sus últimas publicaciones destacan Comme une clarté furtive. Naître, mourir (2021); R. Tsaddoq haCohen de Lublin. La clarté hassidique, (2022); Il nous créa à Son image. Un commentaire de la Genèse (2023) y Rabbi Nahman de Bratzlav. La nostalgie hassidique (2024).

I. Contar


Las primeras palabras dirigidas a los niños, aquellas que buscan socializarlos y hacerlos poco a poco menos extraños al mundo en el que empiezan a vivir y a sorprenderse, a disfrutar y también a sufrir, pertenecen por lo general al género narrativo. No se trata solo de una concesión a su edad, a su incapacidad de abstraer y de razonar relacionando hechos con causas o bien a su vocabulario limitado, esencialmente concreto porque está en consonancia con su sensibilidad y su imaginación. Es también así porque el acto de contar —un cuento, una leyenda o una historia— se dirige esencialmente a alguien. Da así, a quien escucha, el sentimiento de que su existencia cuenta para otro, que alguien desea transmitirle palabras importantes y compartir con él palabras portadoras de sentido y de esperanza, esas que todos necesitamos para tener confianza, a pesar de la extrañeza y de la amenaza de las cosas y de las personas; palabras que suscitan el deseo de crecer, aunque el miedo y la angustia hayan ya lanzado sus sombras sobre la vida. Además, y correlativamente, dado que el acto de contar implica cierta duración, permite iniciarse en una temporalidad medida por un antes y un después, una temporalidad que no se limita al instante del placer sentido o del dolor sufrido, a la necesidad del momento o a la fuerza incontrolable, aparentemente, de ese o aquel otro impulso. Quien cuenta debe poder mantener un tiempo suficientemente largo la atención de aquellos a quienes habla, gracias a palabras habitadas por sus propias emociones y su deseo de transmitirlas; quienes escuchan deben poder presentir que, aun no comprendiéndolas todas, esas palabras son indudablemente portadoras de fuerza vital para ellos y constituyen un valioso viático que van a necesitar durante mucho tiempo, sobre todo en las horas en que van a sentirse solos. El sentimiento de la duración está finalmente producido por la sucesión de las secuencias de la narración, porque, aunque fuera breve, predice cierto orden en el espíritu: el de un comienzo, poco perceptible a menudo, pero tal que inaugura una cadena nueva de acontecimientos, y luego el de un final, inquietante o feliz, provisional o definitivo. Este orden hace ser sensible a ideas no formuladas como tales: el comienzo, la irreversibilidad y la necesidad de un final o, por lo menos, de una pausa. Incita también a pensar, o más exactamente a presentir o a adivinar, que la fuerza de la regularidad y, sobre todo, la de la repetición son su contrapunto indispensable.

«Entre la actividad de narrar una historia y el carácter temporal de la existencia humana existe una correlación que no es puramente accidental», observa Paul Ricœur.1 El tiempo necesario para contar y el tiempo contado por la historia, el relato, la leyenda, son en efecto indisociables: constituyen una primera iniciación al sentimiento de la duraciónhumana. Esta no es únicamente dependiente de las impresiones y de las necesidades del cuerpo, del ciclo del dormir y el despertar, de la regularidad de las sensaciones de hambre y sed, etc. De hecho, para hacersehumana, la duración no puede quedar prisionera de esos ritmos vitales, pero los relatos o las historias que contamos constituyen a menudo el primer esbozo de una libertad a este respecto. Contar otorga, ante todo, tanto al narrador como a los que escuchan, el sentimiento de que su tiempovivido, aquí y ahora, en conjunto, se vincula a una anterioridad de palabras. Pero como estas tienen todavía sentido por sí mismas, cualquiera que sea la manera como se las acoja, enfrentan a partir de entonces con un pasado, histórico o mítico, que ya está ahí presente y aún no ha desparecido, porque esas palabras lo trasladan a las generaciones nuevas. Ese pasado contado da cierta confianza para empezar la propia vida, aunque sea dejando el presentimiento de que también ella terminará un día. Contar incita a sentir, luego a pensar, que la duraciónhumana no se deja separar de la irreversibilidad, de la memoria y del arrepentimiento, pero tampoco de la espera y la promesa. La transmisión de palabras que se produce con el acto de contar incita finalmente a buscar una orientación y un significado a la propia vida porque, más allá del contenido concreto del relato, de la historia, el acto de contar transmite el presentimiento de que una vida humana es una vida que uno puede contar.

Hay una sabiduría en el acto de contar, una sabiduría que hay que saber cuidar, siendo conscientes también de los peligros y de las rupturas que pe