Se nos ha hecho creer que la economía es un saber neutro, regido por leyes universales provenientes de la esfera pretendidamente apolítica del mercado. Se nos dice que el objetivo de este saber es el crecimiento progresivo de la riqueza en un mundo que se asume está formado por individuos cuyas necesidades son insaciables, mientras que los medios para satisfacerlas son escasos. Al mismo tiempo, estos individuos son presentados como fuente del valor, en la medida en que se afirma que la riqueza es producida por el trabajo humano (como en el pensamiento de Ricardo) o por la valoración subjetiva de la utilidad de un bien (como en la teoría de Walras o Jevons). Los estudios críticos de la economía política —desde los análisis marxistas hasta las teorías decoloniales, pasando por los estudios del posdesarrollo, los feminismos del Sur y la ecología política— nos han permitido comprender el profundo daño que tal idea ha causado al tejido de la vida. En efecto, este discurso ha servido para dar forma a un proyecto histórico que transforma el mundo vivo en un mundo-cosa, «la naturaleza-cosa, el cuerpo-cosa, las personas-cosas».1 Ladesconexión constituye la operación ontológico-política que posibilita la efectuación de dicho mundo-cosa: desconexión de la ciudad y el campo, del sujeto y el objeto, del pensamiento y el sentimiento, de lo masculino y lo femenino, de la economía y la política, de la producción y el consumo, de la economía y la realidad material y, ante todo, la desconexión del ser humano y la tierra. Cosificado, el mundo es poco más que un conjunto de elementos listos para ser apropiados y consumidos por una subjetividad cuya pulsión predominante es instrumental en lugar de ser relacional.2
Ciertamente, sería un error reducir tal estado de cosas al simple discurso económico. Pero es innegable que la economía ha tenido un papel central en la naturalización de un proyecto que ha llevado la guerra contra el ser humano y contra la tierra por todo el planeta, produciendo fronteras entre zonas de humanidad y subhumanidad y transformando territorios de vida en geografías del hambre y del terror. A pesar de la evidente hegemonía que este proyecto ha llegado a ejercer, la teoría social crítica se ha esforzado en visibilizar la existencia de formas alternativas de organizar las relaciones sociales cuyo objetivo no es la acumulación de capital sino la acumulación de relaciones. En este proyecto histórico de la reconstitución de antiguos y aun la creación de nuevos vínculos, la economía aparece como un saber cuyo objetivo es elsostenimiento de la vidahumana y no-humana. Aquí el ser humano es concebido como si fuera parte de un tejido de relaciones al que debe su existencia y se afirma que en el mundo hay suficiente para satisfacer las necesidades de cada uno, mas no para cumplir las fantasías y dar rienda suelta a las extravagancias de algunos. Esta clara diferencia entre las dos formas de concebir y practicar la economía nos ha llevado a utilizar el términooikonomía para referirnos a esta última acepción en la que la regeneración de la vida humana y más que humana se convierte en el eje de las prácticas cotidianas y del saber político. El claro contraste entre estos dos proyectos históricos (el de la acumulación de capital y el de la acumulación de vínculos) nos ha llevado a hacer de la pregunta ¿qué es la economía? el tema de nuestro libro.
Para responder a esta pregunta directriz, nuestra investigación parte de la premisa según la cual la economía no tiene una esencia atemporal. Como todo discurso humano, la economía está configurada y es transformada por prácticas sociales, geohistóricas, que a su vez dan lugar a formas de actuar, pensar y desear. Estas prácticas están siempre constituidas por relaciones de poder y de r-existencia que se elaboran en geografías y temporalidades plurales, que se cruzan y se entrelazan. Por eso, para responder a la pregunta por la economía, previamente es necesario cartografiar su historia, indagar sus puntos de emergencia, así como sus contradicciones y transformaciones. Por supuesto, nuestro trabajo no es el primero que intenta responder a esta pregunta. Sin embargo, la mayoría de los estudios críticos sobre la economía se han concentrado en analizar las transformaciones que ha tenido el modo de producción capitalista/colonial durante los siglos<