Prólogo
Buchonas, reinas y tumbadas: mujeres en el regional mexicano
Merarit Viera Alcázar
Pronto me verán
que nosotras las mujeres también rifamos...
Itzel Vida
Comienzo y desarrollo este texto hablando de malestares. Esos malestares que, siendo mujer, académica y feminista se experimentan de manera cotidiana en una cultura que, construida desde un sistema patriarcal, ha permeado la legitimidad de la palabra, de la enunciación y del actuar de las mujeres y las disidencias sexo-genéricas en todos los espacios sociales. En ese sentido, como bien es señalado en este libro escrito por José Manuel Valenzuela, en la música regional mexicana no hay una excepción.
Nací y crecí hasta los 17 años en San Quintín, Baja California, donde la estación de radio más popular era de Los Ángeles, California; recuerdo que mis mañanas y desayunos tenían comosoundtrack a Chalino Sánchez con la canción de las «Nieves de enero», o que unos de loshits de mi juventud temprana fue la música de Selena y bailar con mis amigas «El chico del apartamento cinco doce». Supongo que estos antecedentes musicales hicieron que mi familiaridad por los ahora popularizados corridos tumbados en las nuevas generaciones no me causara molestia, a diferencia de muchas de las personas de mi generación, más identificadas con el mundo «rockero»; de hecho, puedo afirmar que disfruto los sonidos del requinto de las guitarras y los bajos agudos de los corridos.
Hace ya un tiempo que me he interesado no solo en hacer visible la participación de las mujeres en escenarios como el punk rock, el reguetón, el rap/hip-hop, la trova, etc. (Viera, 2016: 2021), sino también, desde las epistemologías feministas, por comprender cómo las relaciones de poder que constituyen al género como una normatividad, binaria y heterosexual (De Lauretis, 1996), tienen impacto en sus experiencias en el ser/hacer de mujeres jóvenes músicas. De ahí que mi malestar principal es y ha sido la falta de reconocimiento a la participación de las mujeres como productoras de «cultura», como sujetas de acción no solo en el propio campo de los escenarios musicales, sino también en el campo de los estudios relacionados con el análisis de la música y las juventudes. Así que recibir una invitación para dejar mis reflexiones sobreMorras tumbadas me proporciona una grata satisfacción para subsanar un poco más este malestar que ha sido guía en mi andar.
Como feminista, estoy convencida de que basta de pensar en las mujeres como adornos-objetos. Es tiempo por fin de identificar, como lo dice Itzel Vida (2022), que «nosotras las mujeres también rifamos» en todos los ámbitos musicales y de la vida social. Por ello, este libro dedicado a las jóvenes es un gran logro de los feminismos y de las mujeres que han protagonizado el estilo musical de la regional mexicana. Y es que, a pesar de que nosotras hemos sido nombradas desde los estudios de juventud con experiencias diferenciadas a las de los hombres (Feixa,1998; Valenzuela, 1997; Urteaga 1998), pocas veces se ha problematizado al género de manera articulada con la juventud de manera crítica y desde una perspectiva feminista en las investigaciones (Viera, 2017).
Pienso que la participación y creación de mujeres jóvenes en la música regional mexicana, haciendo corridos, contribuye a cuestionar y transformar la «tiranía cultural» hegemónica existente de manera estructural. Entiendo a la «tiranía cultural» haciendo alusión a lo que Anzaldúa (2015) afirma:
La cultura le da forma a nuestras creencias. Percibimos la versión de la realidad que la cultura nos comunica. A través de la cultura se nos transmiten paradigmas dominantes, conceptos predefinidos, incuestionables e indiscutibles. La cultura está conformada por aquellos en el poder, los hombres (Anzaldúa, 2015, pág. 74).
Y es que la propia historia de los corridos ha dejado ver, principalmente, la experiencia de vida de los hombres (pensados en términos universales) como parte del reflejo de las vivencias y preocupaciones del pueblo (De la Garza, 2016) mexicano. Este pueblo ha sido fuertemente atravesado por un sistema patriarcal donde las mujeres han tenido que generar estrategias de acción para dejarse ver y ser protagonistas.
Como bien se expone en este libro, la música regional mexicana derivada en corridos, narcocorridos y corridos tumbados, entre otros, son producciones culturales que reflejan la realidad que enmarca también las experiencias juveniles. En estas se magnifican exp