Introducción
El contexto histórico literario
En el primer tercio del sigloXX, la literatura española vive un segundo Siglo de Oro (lo que se ha llamado «la Edad de Plata»), al coincidir en el tiempo el modernismo, la generación del 98, el novecentismo, las vanguardias (creacionismo, ultraísmo, surrealismo...) y, por supuesto, los escritores –poetas y ensayistas– de la generación del 27 (y escritoras, pues no hay que olvidar a las llamadas «sinsombrero»). Desgraciadamente, la Guerra Civil tuvo consecuencias devastadoras para muchos de estos autores. Algunos murieron de manera temprana e inicua (García Lorca, asesinado en Granada, en 1936, a los treinta y ocho años; Miguel Hernández, en la cárcel de Alicante, en 1942, a los treinta y dos años); otros fallecieron en el exilio (Luis Cernuda, en México, en 1963 o Pedro Salinas, en Boston en 1951, ambos a los sesenta y un años), aunque muchos tuvieron vidas longevas: tanto los que se quedaron en España (Vicente Aleixandre, Gerardo Diego o Dámaso Alonso) como los que regresaron, tras un largo exilio, con el advenimiento de la democracia (Jorge Guillén y Rafael Alberti). El Premio Cervantes fue un reconocimiento más a los méritos poéticos de Aleixandre, quien consiguió el Nobel de Literatura en 1977, Diego, Alonso, Guillén y Alberti.
En cualquier caso, son estos nueve nombres los poetas más destacados de una generación que tuvo su arranque en las formas de la poesía pura para concluir en la poesía social. Y estas largas trayectorias vitales y poéticas –con variopintos estilos conforme avanzaba el sigloXX y la propia producción de cada uno–, así como el influjo que han ido teniendo en las sucesivas promociones poéticas, les ha permitido seguir iluminando con sus versos la memoria colectiva de varias generaciones. Y a ellos se les suman otros nombres que sería injusto dejar de citar: Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Fernando Villalón, José Bergamín, Juan Chabás, Pedro Garfias, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez...
El arranque de una nueva generación poética
Entre los poetas del sigloXIX y principios delXX, gran admiración sintieron los de la generación del 27 por Bécquer, cuya huella se puede rastrear en los versos iniciales de García Lorca, Salinas, Cernuda y en los de Alberti; por Rubén Darío y por Unamuno y Antonio Machado; aunque es, sin duda, Juan Ramón Jiménez quien ejercerá sobre todos ellos un indiscutible magisterio. Precisamente, la antología que publica Gerardo Diego en 1932 (Poesía española. Antología 1915-1931), en la que se recogen «muestras» de todos los poetas del 27, arranca con una selección de versos de Unamuno, los Machado y Jiménez. De este último, al menos durante los diez o quince primeros años de su labor poética, reciben una indiscutible influencia; así, es común lo hermético del pensamiento poético y un estilo que tiene como norma el lenguaje escrito. Después, con el paso del tiempo, y una vez truncada la teórica cohesión del grupo por la Guerra Civil, cada uno evolucionará hacia un estilo personal, más cerceno a la pauta del lenguaje hablado, con una expresión más directa y una dicción más clara.
El testimonio de Luis Cernuda
«Entre los años 1920 y 1930 aparecen los libros primeros de una nueva generación poética. Federico García Lorca es quien se adelanta en 1921 con suLibro de poemas, y Jorge Guillén, el más tardío, con la edición primera deCántico en 1928. Mediando de una fecha a la otra, se publican:Imagen, de Gerardo Diego, en 1922 (no es su primer libro, pero sí el más importante de sus primeros);Presagios, de Pedro Salinas, en 1923;Tiempo, de Emilio Prados, en 1925;Marinero en tierra, de Rafael Alberti, también en 1925;Las islas invitadas, de Manuel Altolaguirre, en 1926, yÁmbito, de Vicente Aleixandre, publicado, comoCántico, en 1928, pero anticipado a éste en algunos meses. No se ha aceptado una denominación común para este grupo de poetas; unos proponen que se le llame generación de la Dictadura, por l