Desmembrado
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Cuéntanos lo que sabes. Lo que recuerdes.
Me he subido al tejado del viejo granero de mi abuelo. Noto la chapa caliente contra las piernas desnudas, contra los muslos. Éste es un sitio prohibido. El tejado inclinado, las planchas de cinc mal ensambladas y ardientes bajo el sol.
Ya no soy tan pequeña como para andar encaramándome al tejado del granero. Dejamos de hacer eso cuando estábamos en segundo de secundaria.
Te olvidas. Deja de interesarte. Hay otras cosas que hacer.
Sientes desprecio por las cosas que hacías de niña, incluso las prohibidas, cuando tienes unos años más.
Él conduce su Chevrolet por Iron Road. Es de un azul cielo radiante y con embellecedores cromados que destellan como si fueran ojos que parpadean. En su interior, tapicería de color crema. Hay manchas en el asiento de atrás que él ha tratado de quitar con algo que huele fuerte como el queroseno, de modo que las cuatro ventanillas están bajadas para que se vaya el mal olor.
Está fumando un cigarrillo. El humo envuelve su preciosa cara alargada que parece la de una muñeca. Saca el brazo izquierdo por la ventanilla abierta. Al frente, el asfalto de la carretera de dos carriles refulge bajo el calor como un espejismo en el desierto.
De Iron Road pasamos a Mill Pond Road, que en su mayor parte es un camino de grava y tierra. Pastos, maizales, bosques. Casas de labranza, edificios agrícolas. Silos. El Chevy azul cielo reduce la marcha, el conductor frunce el ceño detrás de las gafas como un cazador sin prisa, que se toma su tiempo.
Según dicen, Rowan Billiet es el primo (medio primo) de mi madre.
Según dice mi padre, por lo que a él concierne, Rowan Billiet no es pariente nuestro, en absoluto.
Lo que sin duda no es verdad es que Rowan Billiet sea mi tío. No es el hermano pequeño ni de mi padre ni de mi madre, así que no puede ser mi tío. Pero, al igual que otras falsedades publicadas en los periódicos locales, eso se repetiría hasta que todos llegaron a creerlo (erróneamente), y décadas después se recordaría de esa forma imprecisa en que rememoramos sueños terribles que se han desvanecido hasta tornarse recuerdos como gotas de agua sobre el papel pintado de la pared.
«Aquel joven tío tuyo, cómo se llamaba…»
«Aquel tan guapo que siempre conducía coches lujosos…»
Toma el desvío a Cattaraugus Creek Road, que es nuestra calle. ¿Está Rowan Billiet paseándose tranquilamente por la accidentada campiña al norte de Strykersville, sin destino alguno en particular? ¿Limitándose a comprobar adónde lo lleva su Chevy azul cielo?
Como si anduviese en busca de agua con una varilla de zahorí. Más o menos así.
Rowan tiene parientes repartidos por todo el condado de Beechum. Ni uno de ellos es un pariente cercano, ni uno es lo que se consideraría «familia».
Rowan aparece en sus casas, sólo para saludar. A veces, Rowan se queda únicamente unos minutos, porque se da cuenta de que no es un buen momento, o quizá la persona a la que ha ido a visitar no está en casa. A veces, Rowan se queda más rato, por ejemplo si lo invitan a cenar.
En nuestra casa, a Rowan nunca lo invitan a cenar. La razón parece ser (eso he deducido) que mi padre lo odia.
¡Por qué iba alguien a odiar a Rowan Billiet! En su Chevy, que huele a queroseno y a tabaco, sonríe para sí ante semejante idea. Tararea al son de la música en la radio del coche, lo bastante alta para que se oiga sobre el ruido del viento que entra por las ventanillas abiertas. «Tac, tac», tamborilea con sus dedos finos sobre el volante.
Tiene dedos de chica, dice la gente de Rowan Billiet.
Tiene cara de muñeca, se dice de Rowan Billiet.
Vaya, si uno no puede tomarse en serio ni su nombre: Rowan Billiet.
Entre primero y segundo de secundaria dio la sensación de que pasaran varios años y no uno solo.
Habíamos crecido jugando entre la chatarra de coches, camiones y tractores que había en el solar junto a la casa de mi tío. Mason, el hermano (hermanastro) mayor de mi padre, que era dueño de una gasolinera y un taller de reparación de coches en Cattaraugus Creek Road, a un kilómetro y medio de nuestra casa.
De la casa de labranza en la que vivíamos con los padres (adoptivos) de mi madre, que en real