A lo largo de la historia de la humanidad, la familia ha sufrido diversas transformaciones sin dejar de ser fiel a sus funciones peculiares: ayuda mutua, protección, contención emocional y formación de nuevas generaciones. En la transición de la época matriarcal a la patriarcal, que tuvo lugar hace unos quince mil años, asumió una estructura mucho más sólida y desequilibrada hacia el varón, que tomó el control e impuso nuevos valores, más competitivos y dedicados a la afirmación personal, incluso en detrimento de los demás miembros del grupo y de la comunidad.
Recientemente, el sistema patriarcal ha sufrido una transformación radical; las figuras parentales, materna y paterna, se han desvinculado de la sexualidad de los individuos gracias, sobre todo, a dos elementos que se han introducido en la sociedad: el derecho obtenido por las parejas homosexuales a poder casarse y tener hijos, y la ley del divorcio, que ha creado nuevos tipos de experiencia familiar, menos ligados a la descendencia consanguínea. Además, como consecuencia de las separaciones, los divorcios o la viudedad, hoy podemos contar también con la formación de familias extensas, que se basan en relaciones familiares nuevas, pero del mismo modo sólidas y estables.
LA VOLUNTAD DE LOS ANTEPASADOS
La tierra y el tipo de árbol del que uno procede dicen mucho sobre las experiencias y los retos que uno va a vivir. La información del pasado habla de victorias, hazañas, abusos, crímenes, guerras, enfermedades: es toda la epopeya del árbol genealógico con la que uno se mide, de generación en generación, en la interminable lucha que ve evolucionar a la humanidad. En los relatos de los antepasados está toda la experiencia de cada individuo, hecha de amores desgarrados e insatisfechos, de emigraciones a tierras extranjeras y hostiles para asegurar un futuro mejor a los descendientes. Todo esto y más son las historias que hacen intensa y fecunda la experiencia humana, inscrita de manera literal en la genética de cada ser humano.
¿QUÉ SE HEREDA DEL ÁRBOL?
Cada árbol transmite a sus descendientes experiencias de sombra y luz, bendiciones y maldiciones, energías que pueden ayudar o dificultar el crecimiento personal y la evolución del individuo y del grupo. Podemos heredar valores, habilidades y talentos desarrollados por las generaciones que nos precedieron. Sin embargo, los retos, generados por el hombre, los recuerdos transferidos a los descendientes también suelen estar vinculados a expectativas, compensaciones o experiencias dolorosas de la ascendencia, como la pérdida de un hijo, contratiempos financieros, la muerte prematura de uno de los padres, pasiones amorosas frustradas por todo tipo de razones o deseos sexuales reprimidos. La llegada de un hijo no deseado, una adopción, un duelo u otros elementos perturbadores de todo el árbol genealógico pueden provocar un eco de malestar, frustración o resentimiento, que se instala en la memoria y va mucho más allá de los recuerdos personales. Estas emociones pueden desembocar en la cripta familiar, es decir, en un lugar psíquico, oscuro y de difícil acceso para la mente racional, habitado por «fantasmas» que hacen sentir su presencia. Y todo esto se comparte a nivel del inconsciente familiar.
Cada individuo contiene en su interior un proyecto sentido, que se activa ya nueve meses antes de la concepción y define el papel que el niño por nacer está llamado a desempeñar en su árbol. Esto conlleva una serie de tareas inconscientes que tienen que ver con la sanación, la expansión, las compensaciones y las repeticiones que proporciona el sistema familiar. Cada niño está llamado a desempeñar funciones y tareas importantes, como mantener unidos a sus padres o ser un niño de reemplazo que llena el vacío dejado por un hermano perdido.
Los que nos han dejado no están ausentes, sólo son invisibles. La conexión con los antepasados está, de hecho, siempre activa en nosotros, como intuyó el propio Jung. En su obraRecuerdos, sueños, pensamientos escribió: «Tanto nuestra alma como nuestro cuerpo están formados por elementos que ya estaban presentes en los antepasados. Lo nuevo en el alma individual es la recombinación infinitamente variada de los antiguos componentes».
¿Cómo transmite un árbol todo esto a sus descendientes? Mediante un sistema de transferencia de