Parejas adolescentes. Propuestas de intervención para prevenir la violencia es el fruto de la reflexión de un equipo cualificado de autores y autoras, expertas en el tema, sobre cómo prevenir la violencia en las relaciones de las parejas adolescentes. Un asunto complejo y que tiene carácter multifactorial, lo cual nos llevó a adoptar en la investigación la perspectiva ecosistémica y el modelo de aprendizaje social para analizar los factores que generan y mantienen la violencia.
El enfoque seguido consideró el papel de los distintos ambientes y contextos en los que se socializan los adolescentes y en los que se van moldeando sus comportamientos. Todos los niveles del enfoque ecosistémico (desde lo micro a lo macro) estaban atravesados por “patrones de género” y por “patrones culturales” como marcos de organización, estructuración y división de las relaciones sociales. A estos patrones se les sumaron otros determinantes sociales fundamentales: la orientación sexual, el origen y la etnia, la clase social y si se trataba de contextos rurales o urbanos.
Una revisión exhaustiva de la bibliografía nos informó de que era necesario desarrollar planes de intervención efectivos con la comunidad educativa porque los que hasta este momento se conocían presentaban muchos déficits en las propuestas de intervención. Se observó la escasez de estrategias y recursos didácticos para la prevención en las aulas. Además, los programas que se barajaban eran de difícil manejo y comprensión para quienes conformaban las comunidades educativas, apreciándose en su mayoría que no habían contado con la participación de familias y profesorado, que no había una atención a la diversidad cultural que se da con enorme importancia en las aulas de los centros públicos, ni explicitaban ninguno de los aspectos a considerar en aulas multiculturales. Por otra parte, no integraban la realidad de la comunidad LGTB en su desarrollo.
Todos estos déficits nos llevaron a plantear un estudio que profundizara en la cultura de la violencia con la que llegan a los centros educativos los adolescentes, nativos e inmigrados. También, fue fundamental profundizar en cuales son las estrategias educativas que facilitan la prevención primaria de la violencia desde una perspectiva culturalmente sensible, funcional, interactiva y crítica. Estas premisas constituyeron el inicio de la investigación.
Los principales resultados de la investigación llevada a cabo apuntan a que los niveles de sexismo son altos. Se advierte que los adolescentes que han sido educados asumiendo conductas sexistas son incapaces de identificar los comportamientos agresivos como forma de violencia. En cuanto a la percepción del adolescente de ser víctima de violencia, se observa que el adolescente hombre percibe sufrir más violencia psicológica y relacional que las adolescentes mujeres.
En el caso de la ciberviolencia, se constata que existen niveles elevados de ciberviolencia sufrida; más de la mitad de los y las adolescentes reconocen haber sido víctimas. Igual se observa en la perpetrada, más de la mitad indican perpetrar ciberviolencia de tipo leve-moderada y un 3% de tipo grave. Es de destacar el alto grado de justificación de la ciberviolencia, siendo los adolescentes hombres los que arrojan puntuaciones superiores a las mujeres.
Se establece relación entre la ciberviolencia y el origen sociocultural. La prevalencia de la ciberviolencia fue muy alta en todos los grupos culturales estudiados, y la victimización cibernética fue el predictor más fuerte de la perpetración en línea.
Si nos centramos en la percepción del profesorado, se comprueba que existe una relación diversa y heterogénea con la violencia en la pareja adolescente. Respecto a las diferencias culturales, todos los entrevistados reconocen una pluralidad de formas de comprender las relaciones sentimentales y diferencias en las violencias que muestran adolescentes de distintos grupos culturales. Entre los factores que más influyen sobre la violencia destacan las redes sociales y la familia. También reconocen el papel central que tienen los medios virtuales en incrementar los celos, el control, la humillación post-ruptura y en reforzar patrones de relación hipersexualizados. Remarcan la importancia de implicar a las familias en la educación sentimental por su papel determinante en la misma.
Por su parte, las familias perciben la invisibilización y la normalización de la violencia, y entienden que las causas principales se deben a la falta de comunicación en el seno familiar, a la baja formación que padres y madres tienen sobre el tema, y a la sobreexposición de los adolescentes a las redes sociales.
Las familias expresan la imperiosa necesidad de estrategias y habilidades que favorezcan la comunicación entre sus miembros. Destacan que se necesita un abordaje integral y continuo de toda la comunidad educativa, así como la prevención por parte de los medios de comunicación en los contenidos de los programas, donde es frecuente la aparición de roles y maltratos con violencia, que los adolescentes asumen porque aparecen con normalidad en dichos medios.
La reflexión sobre es