Los horizontes de la bioética
Una reflexión preliminar
ESTER BUSQUETS ALIBÉS y NÚRIA TERRIBAS SALA
La bioética siempre mira hacia el futuro, pero su historia solo se explica a partir del pasado. Alfredo Marcos en el artículo «La bioética hace futuro» recuerda que «la bioética nació como una disciplina orientada hacia el futuro. La primera vez que aparece la palabra bioética en el título de un libro —Bioethics. Bridge to the Future— lo hace junto con la palabra futuro. Además, la idea de “puente” sugiere aquí la de “construcción”. Así se expresa Van Rensselaer Potter en el mencionado libro: “Si hay dos culturas que parecen incapaces de hablar la una con la otra —la ciencia con las humanidades— y si ello es parte de la razón por la que el futuro parece dudoso, entonces posiblemente nosotros podríamos construir un puente hacia el futuro”. De algún modo está implícita la idea de que el futuro no está ya presente, sino que hay que construirlo».1 Y es así, el futuro no está en parte alguna ni se ve a simple vista, sino que se hace. Y el futuro hay que imaginarlo, crearlo, producirlo, generarlo, actualizarlo. Y en esta tarea de «creación del futuro» la ética tiene un papel fundamental, imprescindible.
Como decíamos, miramos siempre hacia el futuro, pero a la vista tenemos solo el pasado. Para comprender los horizontes hacia los cuales se proyecta la bioética es importante no olvidarse de mirar hacia atrás, recordar los orígenes de esta disciplina para ver que los desafíos éticos siempre están inmersos en unas circunstancias cambiantes y por lo tanto siempre conllevan aspectos nuevos. En 1974 el Congreso de Estados Unidos, ante el conocimiento de algunos abusos realizados en la investigación con seres humanos, encargó a la National Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research (NCPHSBBR) que realizara una amplia investigación que identificase los principios éticos fundamentales para la orientación de la investigación científica, así como el desarrollo de directrices concretas que garantizasen que la investigación se llevase a cabo en conformidad con dichos principios. La identificación de principios éticos generales era una tarea importante y al mismo tiempo novedosa. La Comisión Nacional publicó en 1979 «The Belmont Report. Ethical Principles and Guidelines for the Protection of Human Subjects of Research»,2 que se ha considerado el documento fundacional de la bioética. La propuesta del Informe Belmont sirvió a los norteamericanos Tom L. Beauchamp y James F. Childress para conceptualizar los célebres cuatro principios de la bioética: la autonomía, la no maleficencia, la beneficencia y la justicia. Su teorización pretendía que, más allá de la investigación clínica, pudieran tener una aplicabilidad general.
Así, la bioética nació hace medio siglo no solo para evitar los abusos en el ámbito de la experimentación con seres humanos, sino también para estar atentos y dar respuestas al auge del poder de la ciencia y la tecnología aplicada a las ciencias de la vida y de la salud que conllevaba nuevos interrogantes, que la sociedad no podía —y no puede— ignorar, aunque la respuesta sea a menudo compleja y difícil. Hoy, como ayer, la bioética continúa formulándose preguntas. Las posibilidades de la tecnología en el ámbito de la biología y la medicina avanzan vertiginosamente; las enfermedades infecciosas —como la pandemia de gripe A (H1N1) en 2009 o la más reciente de laCOVID-19— ya no son locales, sino que toman un cariz global; los cambios sociales son sustanciales; la amenaza de la emergencia climática es tan grave que la bioética aparece cada vez más necesaria e imprescindible para hilvanar una reflexión con sentido, o quizá para arrojar un poco de luz ante este conjunto de desafíos a veces interesantes y otras inquietantes. Como recuerda Tomás Domingo en estas páginas, «la ética no es un lujo, es algo ineludible», que nos debe ayudar a desarrollar la capacidad de saber elegir bien dentro de un conjunto de posibilidades y dentro de unas circunstancias cambiantes, esto es, buscar la respuesta más adecuada, más responsable y más eficaz posible.
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