Me estaba una mañana solazando,[16]
por mi hermoso, por mi bello jardín,
de nenúfares lleno, de rosas y de flores
de todos los aromas y colores,
cuando asoma el morrete ¡Regaliz!,
¡Dragón malo, y ufano, y no cristiano!,
¡oh qué susto, desnudo y sin pijama,
todo lleno de escamas, la piel tecnicolor!