2. El «realismo especulativo» y la correlación
Tal vez el realismo especulativo, como propuesta filosófica, tenga fecha de nacimiento. Su nombre, al igual que numerosas de las tesis que defiende, está sujeto a polémica, tanto como el alcance geográfico del movimiento mismo. El nombre que elegimos es el escogido por uno de sus filósofos, que fue además traductor al inglés del texto que comentaremos,Después de la finitud. Ray Brassier, en efecto, escogió llamar a este grupo filosófico (vacilamos, también, al designar el acontecimiento: es un grupo, una tendencia, una corriente, un conjunto de ideas o de propuestas) «realismo especulativo», que es un nombre diferente de otro también elegido por Quentin Meillassoux, «materialismo especulativo». Graham Harman refiere una «ontología orientada a objetos» y algunos historiadores identifican una suerte de «nuevo realismo». No quisiéramos discutir aquí el significado y las consecuencias de elegir cada nombre. Como se advierte de inmediato, todas las opciones están cargadas de historias y sentidos: «realismo», «materialismo», «especulación», «ontología», «objetos» son términos cruciales en la historia de la filosofía occidental y reciben tantas definiciones como filósofos los emplearon.
Pero si retomamos la cuestión del comienzo, en el año 2007 tuvo lugar una conferencia en el Goldsmiths’ College de Londres en la que participaron cuatro pensadores que poco después volverían a reunirse en Bristol y en Berlín para discutir los mismos temas. Nos referimos a Quentin Meillassoux, Ray Brassier, Graham Harman y Iain Grant.1 Querían ocuparse de una realidad que no estuviera condicionada por parámetros centrados en la naturaleza del hombre; es decir, pretendían discutir las condiciones para que el conocimiento de la realidad no estuviera determinado por nuestra manera de acceder a ella. En otras palabras, vuelven a preguntarse si es posible un conocimiento científico del mundo tal y como es antes de estar determinado por nuestra manera de conocerlo. O, en los términos que presentamos antes, querían desarrollar una filosofía no relativista.
Esta pretensión de trascender las condiciones de nuestro conocimiento para acceder a la naturaleza misma de las cosas comienza por una crítica a las posiciones filosóficas que denominan «correlacionistas». En este sentido, Meillassoux considera que «hasta Kant uno de los problemas principales de la filosofía consistió en pensar la sustancia, mientras que a partir de Kant se trata más bien de pensar la correlación» (Después de la finitud, p. 30). Podemos preguntarnos qué significa esto. ¿Qué tenemos que entender por «correlación»? ¿Por qué esta noción sería tan significativa y nos permitiría pensar toda la filosofía poskantiana? ¿Es esto un problema? ¿Es necesario salir de la filosofía de la correlación?
Una de las críticas al correlacionismo se refiere a una presunta limitación de este. Las filosofías correlacionistas, de acuerdo con estos realistas, serían incapaces de comprender enunciados científicos que dan cuenta de una realidad anterior al conocimiento. Tal sería el caso, por ejemplo, de los enunciados acerca de la naturaleza de los dinosaurios. Pero antes de ocuparnos de este ejemplo, intentaremos comprender qué postula el correlacionismo y cuáles son las objeciones de los nuevos realistas contra esa clase de postura filosófica. Luego, presentaremos las ideas generales que caracterizan la corriente del realismo especulativo.
Entonces, nos preguntamos, en primer lugar, qué significa eso de «correlacionismo». Quentin Meillassoux lo explica con claridad en su ensayoDespués de la finitud:
Por «correlación» entendem