: Juan José Tamayo
: Hacia una espiritualidad liberadora
: Herder Editorial
: 9788425451539
: 1
: CHF 8,70
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: Christentum
: Spanish
: 136
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
¿Hay lugar para la espiritualidad en la era de la revolución científico-técnica, la inteligencia artificial, el transhumanismo, la robótica, la crisis ecológica y el avance del neoliberalismo? En este ensayo, el teólogo Juan José Tamayo, consciente de que va a contracorriente, responde afirmativamente. La espiritualidad es una de las dimensiones fundamentales del ser humano, como lo son la corporalidad, la sociabilidad, la subjetividad y la intersubjetividad, la racionalidad, la imaginación y el carácter utópico. Implica cargar con la compleja realidad que nos toca vivir para desvelar todo tipo de desigualdades en aras de una transformación hacia una sociedad mejor. En la espiritualidad es donde se juegan la verdadera identidad del ser humano, su humanización o deshumanización, su carácter conformista o cuestionador. El autor propone un nuevo paradigma de espiritualidad: liberadora, integral, interidentitaria, pacifista, ecofeminista, antiimperialista, compartida con las personas no creyentes, solidaria con los colectivos más vulnerables y conforme al tiempo de interespiritualidades que estamos viviendo. Con la misma convicción de André Malraux, para Tamayo el siglo xxi será espiritual o no será.

Juan José Tamayo (Amusco, Palencia, 1946), doctor en Teología y Filosofía, es profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid y profesor invitado en diferentes universidades de España, Europa, América Latina, Estados Unidos y África. Es secretario General de la Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII y miembro del Comité Internacional del Foro Mundial de Teología y Liberación. Es uno de los teólogos españoles con mayor proyección internacional. Autor de más de 90 libros, sus estudios e investigaciones giran en torno a las ciencias de las religiones, el feminismo y las masculinidades sagradas, las utopías y el pensamiento utópico, los fundamentalismos, la interculturalidad y el diálogo entre religiones, la teología feminista, la teología de la liberación y las teologías del Sur y el islamismo.

Introducción


Tiempo de interespiritualidades


Esto no es un tratado de espiritualidad. ¿Cómo puede encerrarse la espiritualidad en un tratado? Sería como matar el espíritu y eliminar el dinamismo vital de los seres humanos. Ni siquiera es un libro de espiritualidad. Nada hay en él que se asemeje a aquellos libros espiritualistas de piedad que ponían en nuestras manos los «padres espirituales» de mi generación, incluso después del Concilio Vaticano II, para acallar nuestras preguntas incómodas, domesticar nuestra libertad, someter nuestra mente y nuestra conciencia a las personas que decían guiarlas cuando, en realidad, las manipulaban y nos impedían pensar, vivir y sentir con autonomía.

Todos los seres humanos tenemos derecho a la autodeterminación en el estilo de vida, en la intimidad y en la sexualidad. Sin embargo, creo que aquellas sesiones de dirección espiritual pueden calificarse de «abuso espiritual», ya que violaban la intimidad y la autodeterminación de las personas. «Del mismo modo que forzar la entrada en el cuerpo de otra persona es una violación, forzar la entrada en la vida interior de otra persona es una especie de violación del alma».1

Era todo lo contrario al lema ilustrado que Kant formulara hace dos siglos y medio en respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?: «la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad». A su vez, la minoría de edad significa «la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía del otro». La permanencia en dicho estado resulta culpable cuando su causa «no reside en la carencia del entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía del otro». Según esto, Kant resume el lema de la Ilustración en esta fórmula: «Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento».2

Lo que pretendo con este libro es contribuir a liberar la espiritualidad del secuestro al que estuvo sometida durante siglos en los manuales de ascética, que partían de una concepción dualista de los seres humanos, rechazaban su corporeidad y el disfrute del cuerpo, convertían a las personas en seres angelicales, espíritus puros, que no hacían pie en la historia y, además, no alimentaban el espíritu ni tampoco la mente y el corazón. Era lo contrario al carácter unitario e integrador de todas las dimensiones del ser humano.

Desvinculo la espiritualidad de las religiones o, al menos, no la fundamento en ellas, ya que algunas religiones la han pervertido e instrumentalizado para fines espurios o la han eliminado de su horizonte. Así pues, lo que hago es una fundamentación antropológica, que constituye la base del desarrollo posterior.

Pero ¡cuidado!, la espiritualidad tampoco puede reducirse a —o deducirse mecánicamente de— las condiciones materiales de la existencia. Posee autonomía, ciertamente, pero es relativa, ya que se sustenta en las condiciones políticas, sociales, económicas, culturales y biológicas en que vive el ser humano, al tiempo que las ilumina y transforma.

A lo largo de estas páginas propongo y desarrollo la idea y la experiencia de espiritualidades en diálogo. Espiritualidades, en plural, como un hecho a constatar, un derecho a reconocer, un valor a promover y una riqueza a cultivar. Esto contrasta con la tendencia a uniformar y jerarquizar las espiritualidades desde planteamientos hegemónicos y, en el caso de Occidente en particular, desde la hegemonía de la espiritualidad cristiana.

Tal tendencia uniformadora y jerárquica lleva a juzgar las otras espiritualidades desde criterios cristianos, a minusvalorarlas e incluso a anatematizarlas. Peor aún, conduce a la «guerra de espiritualidades», que a menudo sirve de fundamento a las guerras de religiones y al choque de civilizaciones, tan frecuentes en la historia de la humanidad hasta tiempos muy recientes.

Es necesario desactivar el falso fundamento de la «guerra de espiritualidades», todavía hoy vigente en determinados entornos geopolíticos, culturales y religiosos, y poner las bases para pasar de la espiritualidad única al pluriv