: Juan Evaristo Valls Boix
: Ricardo Espinoza Lolas
: Suely Rolnik Descolonizar el inconsciente
: Herder Editorial
: 9788425451409
: Rostros
: 1
: CHF 10.50
:
: Philosophie
: Spanish
: 216
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La paulatina instalación en nuestras sociedades occidentales de un régimen del inconsciente colonial, cisheteropatriarcal y capitalista impone un pensamiento único y hace de la alteridad un objeto de explotación o violencia. Suely Rolnik es una de las filósofas iberoamericanas más relevantes de la actualidad. Su escritura, inspirada por la obra de Deleuze y Guattari y por la práctica artística de Lygia Clark, ha perseguido durante años el propósito de pensar cómo podemos convertirnos en algo distinto de lo que somos. Es decir, cómo transformarnos para abandonar nuestra identidad narcisista y crear una forma de vida que reconozca y cuide de la presencia de los otros. Las sociedades occidentales se instalan hoy en un régimen del inconsciente colonial, racial, cisheteropatriarcal y capitalista, que impone un pensamiento único y hace de la alteridad un objeto de interés, explotación o violencia. Suely Rolnik, en cambio, nos incita a descolonizar el inconsciente: no solo a pensar de otro modo, sino a desear de otro modo. Porque solo con una nueva política del deseo podremos liberar nuestra potencia creativa de su secuestro neoliberal y así hacer germinar un futuro diferente.

Juan Evaristo Valls Boix es profesor de Filosofía de la Cultura en la Universidad Complutense de Madrid. Se ha desempeñado como profesor de Estética y Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona y en BAU- Centro Universitario de Artes y Diseño, y ha sido investigador posdoctoral Margarita Salas en la University of California-Riverside. Es doctor en Filosofía Contemporánea y Teoría de la Literatura y forma parte del grupo de investigación Pensamiento Contemporáneo Posfundacional. Actualmente se interesa por las poéticas de la inoperancia y las políticas del deseo en el marco de una crítica a la subjetividad neoliberal, con especial atención a la teoría de los afectos y la filosofía francesa contemporánea. Entre sus publicaciones destacan los ensayos Giorgio Agamben: Política sin obra (2020) y Metafísica de la pereza (2022), así como la traducción, junto con Laura Llevadot, del Manifiesto anarcafeminista, de Chiara Bottici (2021).

PASSARINHO


Bate as asas, passarinho

Que eu quero voar

Me leva na janela da menina

Que eu quero amar

Me leva na janela da menina

Que eu quero cantar

Cantar como um passarinho

Gal Costa, «Passarinho»1

§1

Un pájaro no es un animal vertebrado. No es un animal ovíparo de respiración pulmonar, no tiene la sangre a temperatura constante ni está dotado de un pico córneo que adquiere las más diversas formas según su hábitat y alimentación. Un pájaro no tiene el cuerpo cubierto de plumas ni cuenta con dos patas y dos alas con las que, en la mayoría de los casos, vuela para desplazarse entre árboles o entre territorios. La etología de los pájaros no comprende comportamientos como la anidación, las migraciones, el apareamiento o la tendencia a la asociación en grupos. La comunicación entre pájaros no se compone de un abanico de señales visuales y auditivas, como silbidos, llamadas y cantos.

En ocasiones confundimos un pájaro con su forma, igual que reducimos a menudo el cuerpo a sus órganos o creemos que una imagen es un objeto o un ser vivo. Son muchos los fantasmas que convocamos para mantener el equilibrio, para sostenernos mientras vivimos o para dejar de pensar y sentirnos a salvo. Pero igual que nadie sabe lo que puede un cuerpo, nadie sabe lo que es un pájaro. Porque un pájaro no es algo que tenemos delante y percibimos con prismáticos o escuchamos los domingos cuando amanece en el parque. Un pájaro no es; un pájaro no es solo un conjunto de percepciones que podamos clasificar, para diferenciar su forma de la del pez o la del reptil.

Un pájaro, quizá, es también una fuerza, algo que pasa, o que nos pasa, un modo de relacionarnos con el mundo. Como si el pájaro fuera el ensamblaje entre aire y plumas, o música y recuerdos, el ensamblaje entre hojas verdes y velocidad y elevación, la combinación singular de un grito y una zambullida; como si pudiera ser pájaro también quien se alza, o lo que se desplaza sin hacer ruido, o quien aguarda el momento oportuno, la corriente de viento exacta, para levantarse y marchar. Como si un pájaro pudiera ser rebeldía, o un impulso por liberarse, o también un afán de armonía, o un desafío minúsculo a la gravedad y sus leyes. Un pájaro, así considerado, es una red singular de afectos. Sus alas no son nada sin el aire. Su pico pierde su propósito sin la cáscara que parte o los crustáceos que acuna entre el limo. Por eso es relevante no confundirlo ni reducirlo a sus fantasmas, porque si el pájaro es lo que se alza y se eleva, o lo que se hunde y se sumerge, es precisamente aquella fuerza que quiebra una superficie o rompe un límite, aquella fuerza que desmonta el fantasma. Un pájaro bate las alas y vuela cada vez que, perdidos en nuestros nombres, sentimos nostalgia de nuestro cuerpo y queremos recuperarlo.

El propósito de recuperar un cuerpo, el afán de volver al cuerpo, nada tiene que ver con la identidad, pues un pájaro no es una forma. Un pájaro es una vocación de diferencia, y sentimos nostalgia del cuerpo cuando queremos aprender algo que él sabe y que nosotros hemos olvidado. Si el cuerpo sabe de algo, como el pájaro sabe de atravesar el aire, es de atravesar las formas. Sentimos nostalgia del cuerpo cuando necesitamos salir de nosotros mismos, vivir de otro modo, transformarnos.

Sin saberlo, he esperado toda mi vida hasta este preciso instante, hasta esta brisa sutil pero cierta, para irme de aquí. Irme volando, como un pájaro.

§2

El 22 de noviembre de 1968, The Beatles publicó suWhite Album. Una de las canciones con que Paul McCartney contribuyó al disco fueBlackbird, que refiere a los mirlos comunes que cantan al alba en Londres y que resonaban también cerca de la granja escocesa donde compuso la canción. El tema es una versión libre de laBourrée en mi menor de Johann Sebastian Bach, que Paul solía tocar junto con John Lennon en algunas fiestas adolescentes para presumir de sus habilidades con la guitarra. Surge también de la fascinación de ambos músicos p