: Pascal Bruckner
: Un buen hijo
: Editorial Impedimenta SL
: 9788416542567
: Impedimenta
: 1
: CHF 7.10
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 224
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Un buen hijo es la historia de un amor imposible. El amor a un individuo despreciable. Un fascista autoritario y mujeriego que es a la vez un hombre culto y de firmes convicciones, y que resulta ser el padre del propio Bruckner. Semejante conflicto filial da paso a una maravillosa novela de formación, personal e intelectual, de quien es uno de los escritores más sólidos y controvertidos del panorama actual de las letras francesas. El hijo adulto se enfrenta en primera persona y sin ningún tipo de máscara narrativa a un personaje por el que siente, a un tiempo, rechazo y compasión, en un relato que nace del odio pero que va adquiriendo un inesperado y reconfortante tinte de ternura. Semejante giro acaba por sorprender al propio narrador. Bruckner no puede culminar su particular condena al padre, y ve cómo el inspirador rencor de partida se va derritiendo para dejar paso a un tímido cariño, que no comprensión, y a la certeza definitiva de que no es posible juzgar de forma absoluta los comportamientos ajenos. Un buen hijo es una cruda novela de formación en la que Pascal Bruckner nos plantea, a través de su propia biografía, un recorrido por la cultura francesa de la segunda mitad del siglo XX.

Pascal Bruckner. París, 1948 Pascal Bruckner, filósofo, ensayista y novelista francés, nació en París en 1948, en el seno de una familia mitad protestante, mitad católica. La vida de Pascal Bruckner está marcada por la contradicción y el espíritu provocador. Lluís Maria Todó Es novelista, traductor, crítico y profesor. Entre su obra destacan Els plaers ficticis (Los placeres ficticios, Anagrama), El joc del mentider (El juego del mentiroso, Anagrama), L'adoració perpètua (La adoración perpetua, Ediciones del Bronce), El cant dels adéus, Isaac i els dubtes y El mal francès, y los ensayos El simbolismo y Carta a un adolescent gai. Es asimismo traductor, al catalán y al castellano, de textos de Nerval, Flaubert, Maupassant, Balzac y Michel Tournier. En Impedimenta ha traducido Los domingos de Jean Dézert, de J. de la Ville de Mirmont, Memoria de Georges el amargado y El jardín de los suplicios, de Mirbeau. Juan Manuel Bonet Juan Manuel Bonet (París, 1953) es crítico de arte y literatura, comisario de exposiciones y poeta español. Desde septiembre de 2012 es director del Instituto Cervantes en París. Considerado como uno de los expertos en pintura contemporánea más importantes de España,1 es colaborador de los periódicos ABC y El País. Fue director del IVAM Valencia, y del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Preside la Fundación-Archivo Rafael Cansinos Assens. Su obra más conocida es Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936).

Introducción


Una «quest» terrible


porJuan Manuel Bonet

Aficionado a las«quests» en torno a todo tipo de personajes, he leído unas cuantas referidas a padres cuyos hijos, víctimas del «siglo de siglas», querían indagar en el pasado, más o menos turbio según los casos, en que se habían visto envueltos debido a sus progenitores. Todavía no he leído el libro de Niklas Frank, el hijo del verdugo de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, Hans Frank, que sale enKaputt, de Curzio Malaparte, sobre fondo del Wawel cracoviense, donde estaba su siniestra corte. Me imagino que esa búsqueda deDer Vater debe de ser un libro terrible. En el mismo contexto nazi, ciertas familias se dividen: la siniestra Gudrun Burwitz, una de las dos hijas de Himmler, está entregada al culto a su según ella encantador padre, culto contra el cual está movilizada en cambio Katrin Himmler, sobrina nieta del artífice de la Solución Final. Pero, aunque verán que a la postre no vamos a salir del mundo germánico, en el caso de Francia tengo ya una pequeña biblioteca de«quests» filiales decollabos más o menos ilustres y más o menosencombrants (incómodos, que ocupan demasiado sitio) según los casos. En ella figuranLa Guerre à neuf ans (1971) yLe Nain jaune (1978), de Pascal Jardin, agridulces retratos de su padre, Jean Jardin, la eminencia gris de Pierre Laval, a los cuales en fecha mucho más reciente se ha venido a añadir la evocación bastante más al vitriolo,Des Gens très bien (2011), firmada por el nieto, Alexandre Jardin;Les Lauriers du lac de Constance (1974) y otros dos títulos de inspiración similar de una Marie Chaix obsesionada por su padre, Albert Beugras, una de las figuras más duras del siniestrísimo PPF;Lombre dun père (1978), el libro sobre Jean-Pierre Maxence de su hijo Jean-Luc; volviendo al PPF, el de Dominique Fernandez sobre un Ramón Fernández, al cual convierte sencillamente enRamon (2008), sin acento, pese a la ascendencia mexicana delpater familias; y, naturalmente,Un pedigree (2005) y otros títulos del gran Patrick Modiano, que también en esto ha sido precursor, aunque solo sea a partir del título que acabo de citar que hemos sabido a ciencia cierta quién era Albert Modiano. No he leído en cambio los dos libros de Dominique Jamet sobre su padre, el periodista Claude Jamet. Tampoco las memorias del dibujante de cómics Philippe Druillet, en las cuales revela la historia del suyo, Victor Druillet, dirigente de la Milice, cuyo destino, tras pasar por Sigmaringen, sería, como el de tantos otros, español.

Pascal Bruckner (París, 1948), conocido sobre todo como uno de los más brillantes ensayistas de su generación, solo o con su «hermano de tinta» Alain Finkielkraut (Le Nouveau Désordre amoureux, 1977, traducido a nuestro idioma dos años después), también es autor de una obra narrativa importante y ya relativamente extensa, en la cual cabe destacar títulos comoLunes de fiel (1981), que inspiró la película de Roman PolanskiBitter Moon (1992), oL’amour du prochain (2005), con páginas dignas de Georges Bataille, y parecida mezcla de autobiografía y ficción. Su último libro por el momento,Unbon fils (2014), que ahora se traduce al castellano, presenta la particularidad notable de consistir en la descarnada«quest» de un padre del cual hasta ahora nadie había oído hablar, ingeniero de minas, antisemita y filonazi. Fallecido dos años antes, este padre sin notoriedad alguna era el secreto mejor guardado por el escritor. Entre 1942 y 1945, René Bruckner trabajó en Alemania y Austria para una empresa importante dentro del complejo militar nazi: la Siemens. No fue un trabajador del STO (Servicio de Trabajo Obligatorio) como lo fueron Georges Brassens o su tocayo Georges Marchais, sino una pieza bastante más relevante de un engranaje en el cual creía, compartiendo el sueño de una Europa alemana, y dejando incluso —es el hijo quien lo señala— alguna constancia de ello en la prensa de la época. Tras la contienda, haciéndose pasar precisamente por una víctima del STO, logró escabullirse, y no ser inquietado jamás. De aquellos años conservaría una gran nostalgia —fue el tiempo, llegará a decir, más feliz de su vida—, y un amor enfermizo por lo germánico —su familia tenía raíces al otro lado del Rin— que intentará transmitir, sin éxito, a su hijo. La rememoración por parte de este, en el fundamental capítulo «Lo de