La senda de la mediación es un título francamente acertado para una obra que trata de la gestión positiva de los conflictos con la mirada puesta en la práctica. Una senda es un camino estrecho que suele formarse tras el tránsito continuado de personas que se dirigen hacia un determinado lugar u objetivo, tal vez buscando una vía nueva y mejor de viajar. Y precisamente así es como ha surgido la mediación, gracias a los pasos de quienes han ido trazando el camino día tras día, poniéndose en marcha ante la explosión de un conflicto y dirigiéndose hacia un acuerdo de paz lejos de las autopistas que conducen al enfrentamiento, al litigio y a la violencia. Jorge de Prada no solo ha peregrinado por la senda de la mediación, sino que ha contribuido a desbrozarla y a hacerla más transitable: ha dejado huella. No es de extrañar, pues, que en este libro nos muestre los secretos mejor guardados de mediadores y mediadoras que, como el mismo autor, han cruzado infinidad de veces ese puente capaz de acercar posiciones opuestas, de promover mutuo entendimiento, de reparar daños y de generar perdón y reconciliación.
Como en todo viaje, antes de partir es necesario disponer de un mapa donde señalar los hitos más importantes del itinerario y esto es lo que encontramos al principio del libro. Tener claros los fundamentos de la mediación es de gran utilidad práctica, puesto que unas bases teóricas sólidas ofrecen seguridad y confianza. Por ello, quienes emprendan la aventura de la mediación por primera vez van a disfrutar de unas orientaciones que no harán sino reforzar algunas de sus intuiciones previas, a saber: a la hora de gestionar un conflicto deben existir alternativas a la mera sanción; tiene todo el sentido del mundo que las personas involucradas en un conflicto también se responsabilicen de su solución; los conflictos no deben erradicarse, ya que son necesarios para señalar lo que no funciona en el mundo, pero tampoco es forzoso que sean dañinos; y un largo etcétera de sentimientos y pensamientos que nos hacen más humanos en nuestra vulnerabilidad. Por otra parte, quienes ya hayan tenido algún contacto con la mediación, disfrutarán con el estilo ágil, directo y sintético con que el autor destila las claves de la mediación, sus orígenes, los distintos modelos que han contribuido a su actual configuración y sus principales beneficios.
Otra condición necesaria para ejercer la mediación es conocer el terreno que se pisa, o sea, los conflictos. Esta cuestión, en el libro, se aborda a través de definiciones, actividades prácticas y, sobre todo, cuadros donde se resumen aquellos aspectos que será conveniente recordar.
Una correcta aproximación al conflicto resulta del todo imprescindible para conducir con acierto cualquier proceso de mediación, con que la mayoría de las consideraciones que aquí encontramos ayudan a identificar con exactitud los elementos que conforman el paisaje del conflicto. El autor también indica las zonas resbaladizas como, por ejemplo, la dificultad de intervenir cuando lo que hay en juego son necesidades en vez de intereses, la inconveniencia de exceder los recursos disponibles a la hora de construir el consenso o la actuación en conflictos escolares cuando alcanzan niveles altos de violencia.
Ahora ya es momento de preparar el equipaje con los recursos imprescindibles para manejar un proceso de mediación. En este sentido, el capítulo dedicado a la comunicación suministra las herramientas propias de la escucha activa partiendo de lo general a lo más específico, de tal modo que el lector se adentra, casi sin darse cuenta, en los distintos estilos comunicativos y en las estrategias de habla (asertividad) y de escucha (parafraseo, clarificación, resumen, etc.) que favorecen la comprensión del punto de vista de las personas que se ven envueltas en un conflicto, sin olvidar el lenguaje corporal (mirada, postura, gestos). La esencia de la mediación es el diálogo, eso es, la capacidad de transmitir y recibir mensajes que puedan ser bien comprendidos (efectividad) y, a poder ser, generen empatía entre los interlocutores (afectividad). No se trata, como podría parecer, de analizar los discursos para determinar quién dice la verdad y quién engaña, sino más bien de lograr que cada persona se ponga en el lugar de la otra sin juzgarla, lo cual supone una verdadera revolución.
Sin duda alguna, una de las primeras dificultades que afronta la mediación es la litigiosidad con que ambas partes del conflicto cuentan lo sucedido, ya que suelen mostrarse más preocupadas por atacar a su oponente que por comprenderlo.
De nuevo, el detalle con que el autor expone cada una de las técnicas, junto con los correspondientes ejemplos, favorece su asimilación por parte de quienes desean desarrollar las competencias básicas de comunicación interpersonal.
Ya en el campo de la mediación escolar, la obra realiza importantes contribuciones frut