La relevancia del papel que desempeñan los docentes está fuera de duda. Su función es esencial para los alumnos y para la sociedad en su conjunto, por lo que conseguir un profesorado de calidad debería ser un objetivo prioritario para cualquier país. En muchos sentidos, los profesores son modelos para niños y jóvenes y sabemos por experiencia que los buenos docentes ayudan a sus estudiantes a alcanzar sus logros, no solo en el terreno académico, sino en todas las dimensiones de su desarrollo.
Hace tiempo, además, que la investigación ha respaldado la idea de la importancia del profesorado, poniendo de manifiesto que los docentes son el factor del sistema escolar que ejerce una mayor influencia en los resultados de los alumnos. Aunque no es sencillo cuantificar su efecto, disponemos de una amplia evidencia sobre las diferencias de aprendizaje que supone para los estudiantes contar con profesores competentes en su trabajo o carecer de ellos. Estas diferencias resultan especialmente acusadas para los alumnos que se encuentran en una situación de mayor desventaja inicial por su nivel económico y social de procedencia, por lo que la labor docente no solo resulta determinante para mejorar la calidad de los sistemas educativos, sino también en la búsqueda de la equidad.
Sin embargo, la importante labor de los docentes no puede implicar, como sucede a menudo, que pueda atribuirse a ellos toda la responsabilidad sobre los resultados educativos. No podemos olvidar que el profesorado desarrolla su trabajo en un sistema escolar que, a su vez, está inserto en un contexto social determinado y que las características fundamentales de dicho sistema se definen desde el ámbito de la política educativa. Incluso el propio modelo de profesor que busca una sociedad viene condicionado por las decisiones políticas que se ponen en práctica en lo que se refiere a su selección, a su formación inicial y continua y a sus condiciones laborales, entre otros factores. Esas decisiones afectan al modo en el que los docentes configuran su identidad profesional, sus creencias, sus expectativas y sus prácticas de enseñanza, y resultan determinantes en la percepción que la sociedad tiene sobre su trabajo.
Además, la tarea de los docentes es cada vez más compleja. Las demandas sociales sobre los sistemas educativos se han ido incrementando con el tiempo y ello se ha traducido en una mayor exigencia al profesorado. En estos momentos no solo se pide a los