Prólogo
Ramon M. Nogués
Escribir sobre otro es un poco más fácil que hacerlo sobre uno mismo, pero no mucho más. Estas líneas presentan sin pretensiones a Jordi Font, una persona con la que me han relacionado muchas dimensiones, algunas muy personales, otras científicas y otras más institucionales. Escribo sobre la persona y su obra y naturalmente será sobre todo este libro la que centrará mis sencillos comentarios, dejando para otros momentos u ocasiones lo que podrían ser consideraciones de otras dimensiones siempre potencialmente interesantes.
El personaje y su siglo: 1920-2020
Entre la década de 1920 y la década de 2020 la humanidad ha sufrido y gozado de un cambio sin precedentes en muchos aspectos objetivables. Piénsese, por ejemplo, en la explosión demográfica (la cuadruplicación del número de habitantes del planeta en cien años); la velocidad de las comunicaciones; la movilidad humana por el mundo; la aparición y generalización de las tecnologías de la comunicación y el registro de datos; la llamada inteligencia artificial y un progreso técnico compartido que ha globalizado culturas, tradiciones, filosofías, modelos científicos, religiones y todos los grandes sistemas simbólicos que la humanidad ha generado. Este conjunto de dimensiones constituye lo que la neurobiología hoy denomina el «cerebro social», es decir, el conjunto de moldes que acuñan la «moneda» con la que gestionamos la cultura, modelos que con frecuencia «nos piensan» más de lo que nos pensamos nosotros. Ello sitúa inevitablemente al personaje en su época. Y la época que corresponde a los últimos treinta años del siglo que ha acompañado a Jordi Font es una de excepción marcada por algo que la humanidad nunca había considerado y que se constituye en un factor añadido muy significativo: la posibilidad de promover la destrucción de la cultura humana en la biosfera por la incapacidad de hacerla sostenible. Esto último, naturalmente, afecta seriamente el mundo mental colectivo y sus ansiedades.
La humanidad, entre 1920 y 2020, ha entrado en estado de excepción.
Las intersecciones de tres grandes áreas
El conjunto de fenómenos culturales impacta en el mundo interior humano y en la necesidad de sentido que este demanda. La mente, estado y función del organismo, y muy especialmente del cerebro, es el área de expresión de las construcciones con las que los humanos simbolizamos la coordinación de las pulsiones, los sentimientos y los razonamientos que construyen el sentido que nos sostiene en la vida. Neurología y psiquiatría, filosofía y espiritualidades, culturas y religiones son tres apasionantes áreas en las que se debate el mundo mental. Jordi Font ha terciado con pasión y autoridad en diversos sectores que las integran.
La neuropsicología, el pensamiento filosófico y espiritual, así como el papel de las espiritualidades y las religiones en la cultura se entrecruzan, creando áreas en las que los modelos tradicionales naufragan para renacer en nuevos paradigmas. Así, la psiquiatría es desafiada por la neurobiología; las religiones se difunden en algunas áreas culturales en múltiples e inconcretas espiritualidades frente a las grandes religiones; mientras que las culturas, torpedeadas políticamente bajo sus líneas de flotación, intentan recuperar viejos modelos como sucede, por ejemplo, en China, cuyo sistema cultural ha sido machacado por una extraña combinación dictatorial de marxismo y capitalismo, y ahora intenta recuperar dimensiones confucianas para reorganizar el panorama mental del país.
Cerebro y mente: abordaje desde enfoques que aspiran a convergir
En particular, Font ha sido muy sensible al impacto de la neurobiología moderna. Esta sensibilidad lo ha llevado —evocando el sustrato neurológico del psiquiatra Freud— a tener muy en cuenta los datos que los estudios neurológicos aportan sobre el funcionamiento cerebral tanto por el progreso de las técnicas de estudio genético como por los grandes avances de la tecnología de imágenes. Es sabido que el estudio biológico y el psicológico del cerebro