La puntuación de Quevedo
El estudio y edición de los textos de los siglosXVI yXVII debe tomar en consideración su ortografía, puntuación y uso de las mayúsculas, aunque la mayor parte de los escritores prestaron poco atención a losaccidentals, especialmente la puntuación. Quevedo parece haber constituido una excepción a tal tendencia a juzgar por el esmero que con que trazó sus signos de puntuación y por las ocasionales observaciones que hizo al respecto. La feliz conservación de tantos autógrafos suyos, algunos de gran extensión y claridad, permite ahondar en el estudio de su manera de puntuar, lo cual ofrece datos de interés para estudios de tipo lingüístico.
«In medieval manuscripts punctuation marks did indeed indicate pause (and sometimes intonation), for the benefit of those reading aloud to a (usually) illiterate audience; by the early seventeenth century, the commonest marks had come to indicate, rather, the grammatical structure of the sentence, for improved comprehension by an increasingly literate readership».3 Pero la valoración de la puntuación por su función gramatical había empezado antes de lo que sugieren las palabras de Vivian Salmon, como daba a entender Alejo de Venegas en 1531: «El que quisiere saber de quanta importancia es la buena punctuacion: lea el.iii.lib.De doctrina christiana de Sant Augustin: y vera como en la mala punctuación se puede cometer yerro».4 De hecho, Venegas explicó las «seys maneras de puntos» que usan los latinos «para distinguir la oracion», a saber, coma, colon, articulus, paréntesis, vírgula e interrogante. Este temprano testimonio, anterior a laInterpungendi Ratio de Aldus Manutius, ofrece el interés añadido de proporcionar una explicación gramatical del uso de los signos, si bien en la práctica Venegas se atuvo a otros criterios. Entre quienes escribieron acerca de la puntuación también hay que recordar a Antonio de Torquemada, Cristóbal de Villalón, Aldo Manuzio y Juan López de Velasco, y cabe pensar que ese interés se extendió al sigloXVII.
En suOrtografía castellana (1609), Mateo Alemán lamenta «la negligencia de algunos que se descuidaban en Castilla de mirar por su propia ortografía», teniendo en cuenta, también, que «no sólo se llamará ortografía, la del bien escrevir, mas aun la de la congrua puntuación». El interés por ésta lo justifica así:
eso es ir ortógrafo, estar juntamente bien puntuado, porque a muchas oraciones que tienen su señal conocida, si se les trocase, poniéndoles otra, les trocarían el sentido, y aun de proposición de fe, la harían hereje, como se hallan a cada paso; y porque si una cláusula, un período, que se componen de varias oraciones, y están señaladas con puntos y medios puntos, admirantes, paréntesis, interrogantes y otras, las trocásemos, no poniendo en su lugar lo que se requiere, para la inteligencia de lo escrito, no vendríamos a entender (o con muy gran dificultad) lo que allí se nos dice, sin ser culpa de quien lo leyese, sino del imperito que lo escribiese.5
En el capítulo 18 de suEpítome de la ortografía latina y castellana (1614), Jiménez Patón se ocupa de la puntuación. Ahí define la cláusula o período como «raçón perfeta y acabada, la qual tiene necesidad de diuidirse en partes menores, para que descanse y haga pausa el que raçona». Señala luego algunos de los cambios experimentados por la puntuación de su tiempo con respecto a la latina y a la de «las impresiones muy antiguas». Explica el empleo de los signos con argumentos preferentemente gramaticales. Las comas, por ejemplo, se usan «algunas veces antes del relativo» [...] «en diciones que se atan con conjunciones, y aun sin ellas después de cada verbo, de cada sustantivo, adjetivo, adverbio». El colon, dos puntos, separa los principales miembros de la cláusula, «cuando parece que la oración se ha acabado mas el ánimo del que oye queda suspenso».6
En elArte de la lengua española castellana (1625), Gonzalo Correas también explica el uso de los diferentes signos, que, en su opinión, proceden del latín, «porque de allí los toman y los usan en romance nuestros escritores e impresores y otras naciones». Esa labor de adaptación de una lengua a otra le parece obra de gramáticos, quienes «han querido conponer tanto la novia de la oración que han puesto en duda su hermosura»:
La causa es el colon, que los más antiguos no conocieron, y el hipocolon, que se ha inventado en es