: Hno. Pierre-Marie Delfieux
: Un camino monástico en la ciudad. Libro de vida Fraternidades Monásticas de Jerusalén
: Narcea Ediciones
: 9788427727281
: Libros de espiritualidad
: 1
: CHF 12.60
:
: Christentum
: Spanish
: 166
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Este Libro de vida se escribió pensando en los monjes y monjas de las Fraternidades monásticas de Jerusalén, aunque muy pronto despertó el interés de los laicos y de la vida consagrada. La frescura de un carisma nuevo, con un lenguaje sencillo, bíblico, patrístico y cimentado en la gran tradición monástica y contemplativa de la Iglesia, hace de este libro un tratado espiritual para todas las personas que buscan profundizar su relación con Dios y quieren vivir las exigencias evangélicas. Se puede encontrar un estilo que encarna una nueva espiritualidad en la ciudad, que consiste en «despertar la imagen de Dios en el hombre y la mujer, así como su vocación al diálogo y a la comunión». Volviendo a las fuentes de las primeras comunidades cristianas, nos recuerda cómo amar y por qué; cómo orar, trabajar y acoger sintiéndonos hermanos unos de otros y caminando en Iglesia, en comunión, hacia la nueva Jerusalén, figura de la ciudad celeste hacia la que todos caminamos.

Hno. Pierre-Marie Delfieux. Hombre de grandes intuiciones, abierto y dócil a la acción del Espíritu. Desde la experiencia del desierto y la oración, intuyó una nueva forma de monacato en el corazón de la ciudad. Su gran deseo: acercar a Dios a los hombres y llevar a los hombres a Dios.

2ORACIÓN


12


Ora

Así como Jesús oraba, ora tú también.

Lc 11,1

Toda Su vida estaba vuelta hacia el Padre, en incesante ofrenda, en escucha permanente; siendo un himno interior de adoración, de amor, de acción de gracias e intercesión continua por los hombres. Mediante la oración, permanecía tan unificado y tan unido a Dios que se podía afirmar que vivía en el Padre y el Padre en Él. En este sentido, Jesús es el monje perfecto y, por lo tanto, el único modelo para ti.

Jn 10,38

Jn 14,10-11; 16,32

De modo más visible aún, Jesús elegía tiempos y espacios privilegiados para hacer todavía más intensa y manifiesta Su oración: en el templo, sobre la montaña, en el desierto, en un lugar apartado, o sencillamente, en cualquier lugar; en el transcurso de la jornada y del camino. De día o de noche, solo o con Sus discípulos, Jesús oraba9.

En esta relación de amor incesante y a través de estos tiempos y lugares privilegiados de oración, se desarrolla Su vida filial y resplandece la luz de Su santidad. Viéndole a Él se podía ver al Padre.

Jn 12,45-46; 14,9

Si tú, pues, hermano o hermana, que también eres hijo e hija de Su mismo Padre, quieres saber cómo, por qué, dónde y cuándo orar, no tienes más que mirar a Jesús y, sin cansarte, haz como Él, porque solo Él puede enseñarte a orar.

Gál 4,6

Mt 26,38; 40-41

Lc 11,1

Llamándote a la vida monástica, Jesús te invita a consagrarte enteramente a esta obra esencial por la que has aceptado abandonarlo todo. Habiendo elegido ser monje, monja, eliges hacer de tu vida una oración y de la oración tu vida.El único ideal del monje es la perfección del corazón que consiste en permanecer constantemente en oración10.

Mc 10,28

1 Tes 5,17

13


El maestro de tu vida de oración es el Espíritu Santo. Si no sabes orar como es debido, el Espíritu vendrá en ayuda de tu debilidad, pues es el mismo Espíritu quien intercede por ti y te enseña a orar como conviene.

Jn 16,13-14

Rom 8,9

Rom 8,26

Cree que el amor de Dios ha sido derramado en tu corazón por el Espíritu Santo que Dios te ha dado. Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Hijo de Dios y heredero de las promesas de Su gloria divina. Así pues, cuando ores, hazlo desde el Espíritu Santo. No apagues jamás en ti el Espíritu Santo. El Padre no puede negártelo si tú se lo suplicas.

Rom 5,5

Gál 4,7; Rom 8,17

Jds 1,20

1 Tes 5,19

Lc 11,13

Es en la oración donde te encuentras con Dios, le escuchas, le hablas, acoges Su amor y le respondes.

Mt 6,6

Por la oración, llegas a conocerte de verdad y a construirte a ti mismo, aclaras tus caminos y fortaleces tu corazón.

Jn 3,21

1 Tes 5,5

Por Dios, por el mundo y por ti; vela y ora sin cesar. No hay tarea más hermosa encomendada al hombre que la contemplación.

Ef 5,19

Mt 7,7; 21,22

Por la oración puedes comprender y comunicarte mejor con los hombres ayudándoles más en profundidad; por la oración alcanzas en este mundo