La violencia neuronal
TODA época tiene sus propias enfermedades características que la definen. Por ejemplo, hubo una época bacteriana. Esa época terminó cuando se descubrieron los antibióticos. Hoy, pese al miedo evidente que todos tenemos a la pandemia gripal, ya no vivimos en una época vírica. Las técnicas inmunológicas nos han permitido superarla. Desde el punto de vista patológico, los comienzos del sigloXXI no han sido bacterianos ni víricos, sino neuronales. Enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste laboral oburnout son las que definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. No son infecciones, sino infartos. Y no son provocadas por lanegatividad de lo que nuestro sistema inmunitario detecta como distinto, sino por un exceso depositividad. Por eso, no son tratables con técnicas inmunológicas, cuya función sería repeler la negatividad de lo extraño.
El siglo pasado fue una época inmunológica. Eran tiempos en los que se distinguía tajantemente entre dentro y fuera, entre amigo y enemigo o entre lo propio y lo ajeno. También la Guerra Fría obedecía a este esquema inmunológico. Es más, el paradigma inmunológico del siglo pasado se expresaba en una terminología típica de la Guerra Fría y obedecía a un modelo estrictamente militar. La acción inmunitaria se basa en defender y atacar. Este modelo inmunológico, que rebasando el ámbito biológico se extiende ya hasta lo social y engloba a la sociedad entera, trae aparejada una ceguera: todo lo que es extraño se repele. El objeto de rechazo inmunitario es la extrañeza misma. Aunque el extraño no venga a nosotros con ánimo hostil, aunque no comporte ningún peligro para nosotros, ya por su meraalteridad reaccionamos contra él.
Recientemente han aparecido diversos discursos sociales que recurren expresamente a modelos explicativos inmunológicos. Sin embargo, la actualidad del discurso inmunológico no debe tomarse como indicio de que la organización de la sociedad obedezca hoy más que nunca a criterios inmunológicos. Que un paradigma se tome expresamente como tema de reflexión es, a menudo, síntoma de su decadencia. Sin que nos demos cuenta, desde hace ya algún tiempo se está produciendo un cambio de paradigma. En realidad, el final de la Guerra Fría ya vino acarreado por ese cambio.1 La sociedad está entrando hoy, cada vez más, en una coyuntura que no encaja con el modelo inmunológico de organización y rechazo. Esta coyuntura actual se caracteriza por la desaparición dela alteridad y la extrañeza. La alteridad es la categoría fundamental de la inmunología. Toda respuesta inmunitaria es una reacción a la alteridad. Pero hoy la alteridad está siendo desbancada por ladiferencia, que no provoca ninguna reacción inmunitaria. La diferencia posinmunológica ya no nos enferma. Ni siquiera la diferencia posmoderna lo hace. Desde el punto de vista inmunológico, diferencia esigualdad.2 Por decirlo con una metáfora, la diferencia no tiene ese aguijón de extrañeza que provocaría una enérgica respuesta inmunitaria. Una vez que la extrañeza se ha reducido a fórmula de consumo, se vuelve inocua. La nueva extrañeza es el exotismo. Elturista recorre lo exótico. Turista y consumidor han dejado de sersujetos inmunológicos.
Por eso, es falsa la hipótesis en que Roberto Esposito basa su teoría de la inmunidad, por ejemplo, cuando escribe:
Un día cualquiera de los últimos años, los diarios publicaron, acaso en las mismas páginas, noticias aparentemente heterogéneas. ¿Qué tienen en común fenómenos como la lucha contra un nuevo brote epidémico, la oposición a la petición de extradición de un jefe de Estado extranjero acusado de violación de los derechos humanos, el refuerzo de las barreras contra la inmigración clandestina y las estrategias para neutralizar el último virus informático? Nada, mientras se los lea en el interior de sus respectivos ámbitos separados: medicina, derecho,