1. EL DESEO DE SER UN INDIO
Un fragmento de Franz Kafka de 1912:
¡Quién fuera un indio, siempre alerta, montado a lomos de caballo que galopa, inclinado contra el viento, vibrando sin cesar sobre el retumbante suelo, hasta dejar los estribos, pues resulta que no había estribos, y hasta soltar las riendas, pues resulta que no había riendas, sin tener a la vista por delante apenas más que erial segado a ras de tierra, desaparecidos ya el cuello y la cabeza del caballo!1
Recuerdo de una niñez vivida en los años setenta del siglo pasado: el niño, que apenas acaba de aprender a leer, ya se pasa días enteros, noches enteras, semanas enteras de vacaciones enfrascado en la lectura de los volúmenes encuadernados en verde de lasNovelas de viajes de Karl May. En su imaginación se deja llevar por el Oriente, por el salvaje Kurdistán y por el lejano Oeste de los Estados Unidos, que es aún más salvaje. En sus ensoñaciones recorre vastas praderas, asciende a cumbres boscosas y atraviesa profundos desfiladeros, bien lejos de los paisajes urbanos de esas ciudades provincianas, tan densamente pobladas, en las que transcurre su prosaica infancia. Sus héroes favoritos son Old Shatterhand, el aguerrido vaquero que imparte justicia por las regiones fabulosas pero sin ley del Nuevo Mundo, y su hermano de sangre Winnetou, el noble jefe de los apaches. Winnetou es fuerte y valeroso, pero también es sabio y tierno y vive en armonía con la naturaleza. Su cabello es largo y hermoso, de color negro azulado. Todo esto lee el niño en su cuarto. En la pared de enfrente cuelga un póster enorme, uno de esos carteles a tamaño natural que trae la revista juvenilBravo, donde sale el actor francés Pierre Brice, que es quien encarna al jefe apache en las películas deWinnetou. En verano, el niño viaja con su padre al Festival de Karl May que se celebra en Bad Segeberg, en el estado federado de Schleswig-Holstein. Ahí hay un escenario al aire libre en el que se representan las novelas del salvaje Oeste de Karl May. Actores profesionales se disfrazan de indios y de vaqueros, pero además participan también muchos actores aficionados del pueblo. Adultos y niños se pintan la cara de rojo y se ponen ropa de ante con flecos, se adornan la cabeza con penachos de plumas y bailan danzas salvajes para invocar a Manitú. El Festival de Karl May es una forma elemental de teatro, en la que se desdibuja el límite entre el escenario y el público. Cuando los actores gritan algo, los espectadores replican también gritando. Algunas veces los espectadores disparan entre el público con las escopetas de petardos que se han traído de casa. Cuando acaba la función, a los niños los dejan correr hacia el escenario y darles zanahorias a los caballos, en los que acaban de galopar indios y vaqueros. El Festival de Karl May es como un Bayreuth para niños, una forma de arte teatral sin clases, una utopía estética.
Algo que sucedió en 2021: en la convención del partido de Los Verdes en Berlín le preguntan a Bettina Jarasch, la cabeza de lista en las elecciones a la presidencia del estado federado de Berlín, por su pasado biográfico. Debe decir algo personal y mostrar su lado más familiar. Una de las preguntas que le hacen es: «¿Qué querías ser antes de querer ser presidenta?». Ella responde: «Yo de niña quería ser jefa india». Eso provoca malestar entre los delegados. En los grupos de chats que están activos mientras se desarrolla el evento en el escenario, los usuarios denuncian que «indio» es un término colonial discriminante, que se emplea para referirse a personas de otra raza. Se exige que Bettina Jarasch pida disculpas de inmediato por haber empleado esa palabra. Y en efecto, no pasarán dos horas antes de que lo acabe haciendo. «Condeno las palabras que he dicho sin pensar, y condeno los recuerdos espontáneos de mi infancia que puedan molestar a otros», dice. «He empleado un término que a algunas personas les podría parecer discriminatorio en un sentido muy concreto. Por eso, hemos retirado esas palabras del vídeo de la retransmisión y, en gesto de transpare