: Juan Fernández
: En blanco Cómo focalizar la atención, la memoria y la motivación para aprender
: Plataforma
: 9788410079410
: 1
: CHF 8.30
:
: Wirtschaft
: Spanish
: 216
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
¿Alguna vez te has quedado en blanco? ¿Has sentido que no conseguías utilizar todo tu potencial para aprender? Quizás hayas visto a tus familiares, amigos o alumnos en la misma situación. Y, muy probablemente, la solución ha pasado por «más»: más horas de estudio, más clases, más, más... Pero ¿y si la respuesta no fuese «más» sino «diferente»? ¿Y si podemos mejorar nuestra forma de encarar el aprendizaje para concentrarnos mejor, sacarle más partido a nuestra capacidad de atención y evitar quedarnos en blanco? En este libro escrito con claridad y una prosa asequible, Juan Fernández nos explica de una manera sencilla y práctica las estrategias que te ayudarán a aprender mejor y conocer las bases científicas que explican cómo y por qué funcionan estas herramientas, lo que te permitirá adaptarlas a diferentes contextos. Tu capacidad de concentración mejorará, maximizarás tu aprendizaje, sacarás mayor rendimiento a tu memoria y nunca, jamás, volverás a quedarte «en blanco».

Juan Fernández es profesor de ciencias y doctorando en Psicología Educativa. Inició su trayectoria profesional trabajando como investigador y divulgador en instituciones como la Universidad Politécnica o el Real Jardín Botánico de Madrid. Desde hace más de diez años es profesor de Secundaria y Bachillerato en Madrid. Su interés científico se tradujo en una curiosidad por buscar formas de mejorar como docente, fue así como comenzó a leer libros y artículos sobre aprendizaje, memoria, atención, motivación y todo aquello que guardaba relación con la mejora de su alumnado. Decidió empezar a resumir y traducir los contenidos más significativos en un blog (www.investigaciondocente.com que cuenta con más de 18.000 lectores mensuales. Para compartir lo aprendido, ha escrito Educar en la complejidad (Plataforma, 2022) y es también coautor de La evaluación formativa. Ha participado como elaborador de materiales y formador de docentes en fundaciones y centros de España y Latinoamérica.

1.En blanco por falta de atención


Laura se encuentra, una vez más, frente a un folio con algunas operaciones matemáticas. Puedes imaginarte que son largos problemas de álgebra lineal de primero de carrera, o unas operaciones con fracciones de segundo de Secundaria. Está sentada en su mesa de estudio, donde ha dispuesto todo de forma que tenga espacio para la sesión de trabajo. Ha dedicado mucho tiempo a prepararlo todo, y tiene un bolígrafo para pasar a limpio una vez que acabe las operaciones. También dos lápices y una goma, un sacapuntas recién estrenado, y algunos subrayadores de varios colores, porque la tranquiliza tenerlos siempre a mano por si acaso. De hecho, cuando está cansada, su manera favorita de estudiar es subrayar, aunque luego no recuerda para qué usaba cada color. Por fin, después de tanta preparación, comienza a leer los ejercicios. Al analizar el primero la invade una sensación de alivio. Sabe hacerlo, seguro, sin embargo, continúa leyendo y llega al segundo enunciado, donde se sobresalta.

—¿Esto lo hemos dado? —se pregunta—. Creo que no… vamos a ver. No, seguro que no lo hemos dado. Voy a preguntar por el grupo si el primer ejercicio lo hemos dado. Anda, mira el mensaje que ha mandado Dani…

Esta pequeña historia ilustra varios de los aspectos que vamos a tratar en esta primera parte del libro. En primer lugar, cuando hablamos de falta de atención, no debemos asociarlo directamente a una falta de atención intencionada. Puede ser que a veces alguien diga: «Mira, dejo de estudiar y me pongo con el móvil», pero muchas otras veces no es así, como vemos en la historia de Laura. Ella se ha esforzado en ponerse a estudiar, pero su atención se ha volcado primero en lo superficial (la preparación del material) y luego ha descarrilado hacia una conversación de WhatsApp.

Hay personas que asocian inequívocamente una falta de estudio a una falta de interés por estudiar. Aunque puede ser el caso en algunas, también suele ser habitual que al principio haya una verdadera intención de dedicar tiempo al estudio. El problema es que Laura no ha sido capaz de focalizarse de manera efectiva en una tarea, y por eso es propensa a desviarse hacia otros estímulos. Como podemos imaginar, el problema consecuente ocurre después de una tarde conversando por WhatsApp (y después mirando Instagram, y después chequeando el correo, y después…) mientras sus ojos están delante, física pero no mentalmente, de los ejercicios. Llegará a la siguiente clase con la idea de que se ha pasado toda la tarde estudiando y, cuando experimente que no es capaz de resolverlos y que no entiende «de qué va la película», es probable que se desanime. Porque quedarse en blanco desanima, y mucho. Y se desanima con razones, quizá no rigurosas, pero razones, al fin y al cabo. En definitiva, no podemos asignar sin más una falta de atención a una falta de interés o de ganas de hacerlo bien.

Escribo este párrafo, que tal vez resulte polémico, al principio del libro, por una razón: estoy escribiendo este texto precisamente por esto. Lo escribo porque estoy convencido de que la razón del fracaso en el aprendizaje no es única, sino múltiple. Porque años de enseñanza y de lectura me convencen de que muchas personas que creen que no pueden, realmente sí que pueden. Necesitan saber por dónde empezar, y qué primeros pasos dar. Necesitan desenredar un ovillo que se les ha enredado, en algunos casos, por cuestiones ajenas a su persona, y en otros por cuestiones propias, pero en todos los casos se ha enredado muchísimo.

Además, si la experiencia de intentar y fracasar se repite a menudo, quizás aprenda algo equivocado y muy peligroso: practicar matemáticas en casa no sirve para nada, porque, en realidad, el «tiempo atencional» dedicado a las matemáticas ha sido muy escaso. ¿Cuánto tiempo pasas realmente imbuido en la tarea en cada sesión de estudio? Esta es la pregunta fundamental a la que hay que enfrentarse. A lo largo del libro iremos desgranando estrategias que nos permitan resolver estas situaciones. Lo importante de esta primera parte es lo siguiente:si alguien pasa todas las tardes estudiando y ha suspendido, no existe una única explicación. Quizá no es que esa persona tenga poca capacidad, sino que no ha aprendido a orientar su atención de manera adecuada. Una pregunta que a mí me ayuda en este sentido (y en otro